En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus juramentos al Señor".
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».
Es palabra del Señor
REFLEXION
El Evangelio de hoy es corto y sencillo, sin embargo, guarda una profundidad que nos ayuda para caminar en nuestro día a día con rectitud y sencillez. Era costumbre en Israel hacer juramentos, una práctica muy común entre la gente, algo corriente que llegaba a hacerse por inercia y sin motivos de importancia, sin embargo, Jesús trae una nueva forma de expresión, la Verdad, que sólo puede ser proclamada desde el amor.
Jesús nos invita a hablar con verdad, a que nuestra forma de expresión, de predicación, sea con humildad y sencillez, sin demasiados adornos que hagan nuestro mensaje inaccesible, porque sólo desde el amor podemos hacer llegar el Evangelio a muchos corazones.
El Maestro nos invita a ti y a mí que nuestro hablar sea “evangélico”, dejando que la verdad salga a la luz sin prepotencia ni imposición, si hacemos un recorrido por nuestra historia, nos daremos cuenta que en realidad, los mensajes que han llegado a nuestra alma y nos han impulsado en momentos de dificultad, han sido las palabras concisas, dichas con amor y ternura, pero sobre todo con verdad, buscando por encima de todo nuestro bien.
¿Cómo es tu forma de expresarte? ¿Transmites palabras de esperanza o más bien tiendes a la crítica constante? ¿Cómo te sientes cuando alguien usa palabras duras para imponer su criterio?
Hoy te invito a que no pierdas la alegría por esas palabras que a veces pueden herirte, más bien, intenta actuar siempre como lo hace Cristo, contagiando el Reino a través de su Palabra.