Pero yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero “gehenna”.
Se dijo: "El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio" Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».
Es palabra del Señor
REFLEXION
En el Evangelio Jesús nos enseña con su misericordia: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón…”
Jesús va al corazón. No se queda en la apariencia de lo que hacemos, sino que penetra en lo profundo de lo que deseamos, de lo que alimentamos en nuestro interior. En este Evangelio, nos invita a revisar la mirada y el corazón: dos lugares donde nacen las grandes decisiones, para el bien o para el mal.
El adulterio, para Jesús, no empieza en el acto exterior, sino en esa mirada que reduce al otro a objeto, que busca poseer en lugar de amar, que rompe la alianza del amor con deseos egoístas. Y lo mismo sucede con todo lo que destruye la fidelidad: empieza en lo que dejamos crecer en el alma.
¿Dónde está tu mirada? ¿Qué alimenta tu corazón?
Jesús no quiere que vivamos en miedo ni en perfeccionismo moral, sino en libertad. Pero una libertad que nace de un corazón unificado, limpio, centrado en el amor verdadero.
Hoy, pidamos al Espíritu Santo que purifique nuestras intenciones, que nos enseñe a mirar como Dios mira, y que renueve en nosotros la fidelidad, la dignidad y el respeto hacia el otro. Señor, haz de nuestro corazón un lugar donde tú puedas habitar. Amén