8/4/24

EVANGELIO MARTES 09-04-2024 SAN JUAN 3, 7b-15 II SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».

Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

                            Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús sigue hablando a Nicodemo desde la luz de su propia Resurrección. Y, desde la Resurrección, Jesús ve su muerte inevitable como una elevación, como una exaltación. No es que Jesús exalte el dolor por el dolor ni – mucho menos aún – practique una especie de culto a la muerte.

Pero Jesús nunca separa la Pasión de la Gloria ni la muerte de la resurrección. Para Él son las dos caras de su elevación, una elevación que no tiene su sentido en sí misma, sino en nuestra curación o en nuestra salvación de la muerte. Lo mismo que la serpiente de bronce fue elevada por Moisés en el desierto para curar a los mordidos por las serpientes.

En el evangelio de san Juan, la cruz se presenta como un verdadero trono de gloria. Y así la han presentado también muchos artistas cristianos en los cristos románicos. La pasión sólo tiene sentido como camino de superación del sufrimiento y de la misma muerte. Así la aceptó Jesús por nosotros.

Cada hombre tiene que optar necesariamente por la vida o por la muerte. Los que son enemigos de la vida le rechazan y se pierden; los que están por la vida le aceptan y se salvan. Cualquier empresa salvífica sin la base del amor está condenada al fracaso.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.

Convento de la Virgen del Camino (León)   

7/4/24

EVANGELIO LUNES 08-04-2024 SAN LUCAS 1, 26-38 II SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».

El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».

María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Conocemos bien el relato de Lucas. Fiel a dar protagonismo en la infancia de Jesús a María, la ve como quien autorizó en su seno la encarnación -tomar carne- de quien “será grande, se llamará el Hijo del Altísimo” … reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. Lo aceptó en medio de dudas, que el ángel quiere disipar con el anuncio de otra maternidad imposible, pero real, la de su anciana pariente Isabel.

La fiesta fue durante tiempo, la más relevante de las comunidades cristianas, tras la Pascua. Luego obtuvo un mayor protagonismo en el pueblo el Nacimiento de Jesús. Y es que este día de la Anunciación es también el de la Encarnación, el día en que toma carne, nuestra carne humana el mismo Dios. Es el día del misterio básico de la fe cristiana.

Este año la solemnidad no se celebra nueve meses antes de la fiesta de la Navidad, porque ese día estábamos en la Semana Santa. Al celebrarlo después de la octava de Pascua, nos permite celebrar los orígenes de la celebración pascual. El triunfo de la vida sobre la muerte exigió la existencia de esa vida humana en el Crucificado y Resucitado, Jesús hijo de María. Dios asumió en el seno de María nuestra carne, nuestra naturaleza. “El Hijo de Dios, con su encarnación se ha unido, en cierto modo, a todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre” (Gaudium et spes 22). El inicio de esto es lo que celebramos hoy.

Ante todo, hemos de celebrarlo, sin las exterioridades de la Navidad, quizás más hondamente.

Hemos de reflexionar sobre qué exigencias brotan de que nuestra condición humana haya sido - es - la del mismo Dios: él la asumió, en el seno de María, en Jesús. De ello se deriva la excepcional dignidad, a veces hoy olvidada, en medio de toda la creación, del ser humano.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

6/4/24

DOMINGO 07 DE ABRIL : II DOMINGO DE PASCUA, FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

 





El evangelio de hoy nos presenta una primera aparición de Jesús resucitado a los discípulos, en el Cenáculo, la noche de la Pascua, y otra aparición que tiene lugar ocho días después.

A pesar de la resurrección los discípulos se encierran, llenos de miedo. Las puertas estaban cerradas “por temor a los judíos” (Jn 20, 19). Jesús aparece y les dice dos veces “la paz esté con vosotros” (20, 19.21). Ese encuentro es también una gran alegría: “Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor” (20,20). Somos invitados a experimentar esa paz que nos regala Jesús con su resurrección, y esa paz es la clama a gritos nuestro mundo.

A continuación, después de repetir el deseo de paz, añade una tarea para los discípulos: “Como el Padre me envió, yo os envió a vosotros”. La resurrección de Jesús no es un hecho individual, que sólo tiene que ver con él, sino que nos implica a todos. Él nos comunica su vida nueva: una vida de amor intenso, que quiere transformar el mundo. Jesús resucitado confía misiones para cumplir: a María Magdalena, a las mujeres, y ahora a los apóstoles y hoy nos toca a todos los bautizados.

“Felices los que crean sin haber visto”. La enseñanza dada a Tomás supone un beneficio para nosotros. De este modo nos hace comprender que la fe nos pone en una relación muy bella con él, más profunda que la visión material de su cuerpo resucitado. En efecto, nuestra relación con él debe ser una relación de fe. Y cuanto más pura sea la fe, tanto más profunda y perfecta nuestra relación con él.

Fr. Leoncio Vallejo Benítez O.P.
Convento de Santo Domingo Ra`ykuëra (Asunción)

LECTURAS DEL DOMINGO 07-04-2024 II DOMINGO DE PASCUA

 

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.

                                            Es palabra del Señor

Salmo

Sal. 117, 2-4.16ab-18.22-24 R: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.



Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 5, 1-6

Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

                                Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Hechos (4,23-35): La Resurrección crea comunión de vida

 La primera lectura está tomada de Hechos 4,23-35 que es uno de los famosos sumarios, es decir, una síntesis muy intencionada de la vida de la comunidad que el autor de los Hechos, Lucas, ofrece de vez en cuando en los primeros capítulos de su narración (ver también Hch 2,42-47;5,12-16). ¿Qué pretende? Ofrecer un ideal de la vida de la comunidad primitiva para proponerlo a su comunidad (quizá en Corinto, quizá en Éfeso) como modelo de la verdadera Iglesia de Jesucristo que nace de la Resurrección y del Espíritu.

 Tener una sola alma y un sólo corazón, compartir todas las cosas para que no hubiera pobres en la comunidad es, sin duda, el reto de la Iglesia. ¿Es el idealismo de la comunidad de bienes? Algunos así lo han visto. Pero debemos considerar que se trata, más bien, de un desafío impresionante y, posiblemente, una crítica para el mal uso y el abuso de la propiedad privada que tanto se defiende en nuestro mundo como signo de libertad. Es una lección que se debe sacar como praxis de lo que significa para nuestro mundo la resurrección de Jesús. Eso, además, es lo que libera a los apóstoles para dedicarse a proclamar la Palabra de Dios como anuncio de Jesucristo resucitado.

 En este sumario, el testimonio de los apóstoles sobre la resurrección está, justamente, en el centro del texto, como cortando la pequeña narración de la comunidad de bienes y de la comunión en el pensamiento y en el alma. Eso significa que la resurrección era lo que impulsaba esos valores fundamentales de la identidad de la comunidad cristiana primitiva.

  • IIª Lectura: 1ª Carta de San Juan (5,1-6): El amor vence al mundo

 En la segunda lectura se plantea el tema de la fe como fuerza para cumplir los mandamientos y como impulso para vencer al mundo, es decir, su ignominia. Creer que Jesús es el Cristo no es algo que se pueda «saber» por aprendizaje, de memoria o por inteligencia. El autor nos está hablando de la fe como experiencia, y por ello, el creer es dejarse guiar por Jesucristo, que ha resucitado; dejarse llevar hacia un modo nuevo de vida, distinta de la que ofrece el mundo. Por eso se subraya el cumplir los mandamientos de Jesús.

 Pero se ha de tener muy en cuenta que no se trata de una propuesta simplemente moralizante que se resuelve en los mandamientos. ¿Por qué? Porque el mandamiento principal del Jesús joánico es el amor; el amor, como Él nos ha amado. Esta es la victoria de la resurrección y la forma de poner de manifiesto de una vez por todas que la muerte es transformada en vida verdadera. El amor, pues, no es solamente el mandamiento principal del cristianismo, sino el corazón mismo que mueve las relaciones entre Dios y los hombres y entre los hombres entre sí.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 07-04-2024 SAN JUAN 20, 19-31 II DOMINGO DE PASCUA

 





Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

                                     Es palabra del Señor

REFLEXION

 El texto es muy sencillo, tiene dos partes (vv. 19-23 y vv. 26-27) unidas por la explicación de los vv. 24-25 sobre la ausencia de Tomás. Las dos partes inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz (vv. 19.26). Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, "dan que pensar", como dice Ricoeur, en todo un mundo de oposición entre Jesús y los suyos, entre la religión judía y la nueva religión de la vida por parte de Dios. La “verdad” del texto que se nos propone, no es una verdad objetivable, empírica o física, como muchas veces se propone en una hermenéutica apologética de la realidad de la resurrección. Vivimos en un mundo cultural distinto, y aunque la fe es la misma, la interpretación debe proponerse con más creatividad.

 El "soplo" sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. Se ha pensado en Gn 2,7 o en Ez 37. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, "Pentecostés" es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor. Esto, teológicamente, es muy coherente y determinante.

 La figura de Tomás es solamente una actitud de "anti-resurrección"; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta; es como quien quiere probar la realidad de la resurrección como si se tratara de una vuelta a esta vida. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.

 Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad. En definitiva, se está exponiendo a un camino arduo. Pero Dios no va a fallar ahora tampoco. Jesucristo, el resucitado, va a «mostrarse» (es una forma de hablar que encierra mucha simbología; concretamente podemos hablar de la simbología del "encuentro") como Tomás quiere, como muchos queremos que Dios se nos muestre. Pero así no se "encontrará" con el Señor. Esa no es forma de "ver" nada, ni entender nada, ni creer nada.

 Tomás, pues, debe comenzar de nuevo: no podrá tocar con sus manos las heridas de las manos del Resucitado, de sus pies y de su costado, porque éste, no es una *imagen+, sino la realidad pura de quien tiene la vida verdadera. Y es ante esa experiencia de una vida distinta, pero verdadera, cuando Tomás se siente llamado a creer como sus hermanos, como todos los hombres. Diciendo «Señor mío y Dios mío», es aceptar que la fe deja de ser puro personalismo para ser comunión que se enraíce en la confianza comunitaria, y experimentar que el Dios de Jesús es un Dios de vida y no de muerte.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

5/4/24

EVANGELIO SABADO 06-04-2024 SAN MARCOS 16, 9-15 SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA

 





Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

Tenemos que admitir que, de entrada, nos cuesta reconocer y aceptar las buenas noticas, sobre todo, las muy buenas. Fue lo que les pasó a los apóstoles ante la resurrección de Jesús. Mira que se lo había anunciado varias veces mientras vivió con ellos, mira que María Magdalena y “otros dos” les dicen que se les ha aparecido a ellos… pero siguen en su incredulidad. Tiene que ser el mismo Jesús resucitado el que se acerque a ellos y les haga ver que es cierto, que realmente ha resucitado. Lo que supone que es verdad todo lo que Jesús les había enseñado, empezando porque él además de ser hombre es Dios, es el Hijo de Dios, y que su mensaje es el mejor que podían comunicar a los hombres para que disfrutasen de la vida y vida en abundancia. Por eso, acaba pidiéndoles: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

4/4/24

EVANGELIO VIERNES 05-04-2024 SAN JUAN 21, 1-14 : SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

                                        Es palabra de Dios

REFLEXION

Un día te levantas sabiendo los retos con los que te vas a enfrentar, sabes cuáles son las posibilidades, sabes que, a pesar de tener todo bien preparado para que haya más posibilidades de que salga bien que de que salga mal, también hay factores que no puedes controlar y se puede desequilibrar la balanza y torcerse el resultado. No pierdas la esperanza.

Si todo estuviera verdaderamente claro y supiéramos que, como en matemáticas dos más dos son cuatro, la realidad sería completamente diferente, no habría retos, no nos plantearíamos preguntas, no habría cuestiones que resolver, pero para eso existe, al igual que en las matemáticas, las variables, la probabilidad y el infinito. Para eso es para lo que necesitamos la esperanza.

Después de un duro trabajo y unos resultados desfavorables o negativos, lo que apetece es desaparecer, borrar lo ocurrido de la mente, cambiar completamente la situación para que la pena, el miedo, la rabia, la frustración no nos ahoguen, es cierto, pero, a medida que va pasando el tiempo, descubres que hay dos caminos: o abandonar y dejar todo atrás porque no hay nada que hacer, o partiendo de lo vivido coger un impulso nuevo y descubrir las diferentes posibilidades que se presentan tras esa experiencia, analizando aquello que ha salido mal, lo que no fue una mala idea, lo que se hizo bien y con todo eso y sin perder la esperanza, seguir adelante, en el mismo lugar o en otro, pero siempre aprendiendo.

¿Qué camino quieres elegir? ¿Sabes que siempre vas a tener una buena compañía? ¿Prefieres rendirte o seguir intentándolo?

Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia

3/4/24

EVANGELIO JUEVES 04-04-2024 SAN LUCAS 24, 35-48 : SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

                                         Es palabra de Dios

REFLEXION

Estupor, sorpresa, incredulidad, temor... Los discípulos, a pesar de haber escuchado el testimonio de los de Emaús, no dan crédito a lo que están viendo: el Maestro, al que han visto morir, el que ha sido crucificado, al que han enterrado, al que incluso, han negado, se encuentra en medio de ellos y les pide de comer. No es para menos la reacción de aquellos pobres hombres que aún no habían terminado de entender lo que Jesús les venía anunciando.

Después de tranquilizarlos comienza a predicarles una vez más lo que están viviendo para terminar con un resumen que nosotros debemos aplicarnos hoy y cumplirlo: “...El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto” Y nosotros somos también testigos como los Apóstoles y los primeros discípulos.

Estos días hemos revivido la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. En las calles, en los templos, en la liturgia, en la lectura de las Escrituras hemos estado siguiendo paso a paso desde la agonía de Getsemaní a la Gloria del Domingo. Hemos sido testigos de todo lo que ha sucedido y nuestro corazón se ha llenado de gozo cuando la Luz ha vencido a las tinieblas. Y lo mismo que los discípulos de Emaús deberíamos ir corriendo a contar lo que hemos visto, a anunciar la Buena Nueva, a compartir el gozo inmenso que invade nuestros corazones porque somos testigos, testigos de Cristo, seguidores de su palabra, dueños del tesoro que da la vida y no nos lo podemos guardar para nosotros.

Feliz Pascua de Resurrección hermanos en Jesús. Vamos todos juntos a predicar a los cuatro vientos que el Padre ha cumplido sus promesas y que las puertas del cielo, cerradas por el pecado, se han abierto de par en par por la Gloria de la Cruz que nos ha salvado.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro

2/4/24

EVANGELIO MIERCOLES 03-04-2024 SAN LUCAS 24, 13-35 : SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA

 





Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

                                  Es palabra de Dios

REFLEXION

El Evangelio de los discípulos de Emaús es un texto riquísimo en imágenes, que no podemos dejar pasar de largo; por eso hoy es un día para meditar tranquilamente en cada frase, en cada palabra y sacar las consecuencias para nuestro propio camino de Emaús.

Dos discípulos, uno se llama Cleofás, ¿y el otro? El otro discípulo eres tú, Juan, María, Pepe, Marta, Antonio, Dolores... Se hacían preguntas, estaban ofuscados y no eran capaces de reconocer la realidad. Así vivimos muchas veces, ofuscados con nuestras cosas, sin parar de darle vueltas a las cosas, perdiendo la distancia necesaria para ser objetivos y darnos cuenta de que los caminos de Dios no son nuestros caminos.

Los dos hablan en pasado, “esperábamos, no encontraron, decían que está vivo, no lo vieron”. La desesperanza ha entrado de lleno en su corazón y por eso se vuelven a su vida de antes, ya no les interesa este Jesús libertador de Israel que les ha fallado. ¡Qué bien refleja nuestra poca fe y torpeza para comprender la historia de salvación que Dios hace con cada uno de nosotros! En cuanto las cosas no salen como queremos, abandonamos y nos volvemos a enfrascar en nuestros pequeños proyectos humanos.

Y nuevamente dos realidades nos devuelven al centro: la Palabra y la Eucaristía. La Palabra de Jesús que explica, que hace arder, que devuelve la esperanza; y la Eucaristía, pan compartido que abre los ojos del alma para reconocer lo que ya estaba presente.

El camino de vuelta no se hace pesado, en aquel mismo instante se pusieron de camino y regresaron a la comunidad, de donde nunca tenían que haber salido. Cuando una comunidad pone en el centro a Dios, presente en las Escrituras y la Eucaristía, puede hacer la experiencia del Señor Resucitado que está siempre presente donde se reúnen los hermanos. No abandonemos nunca la comunidad, no dejemos de escuchar y meditar la Palabra de Dios y nunca dejemos de participar en la fracción del pan.

¿Conoces tus parálisis interiores y a qué actitudes te llevan? ¿Pasas la vida pidiendo limosnas? ¿Qué actitud interior adoptas ante eso que te paraliza?

¿Abandonas la comunidad cuando las cosas no salen como a ti te gustan, cuando los planes de Dios son diferentes de los tuyos?

¿Tienes la lectio divina como eje de tu vida de fe y la eucaristía como el centro de tu vida?

Sor Inmaculada López Miró, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba

1/4/24

EVANGELIO MARTES 02-04-2024 SAN JUAN 20, 11-18 SEMANA DE LA OCTAVA DE PASCUA





En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

                                                 Es palabra de Dios

REFLEXION

Los testimonios de las apariciones en la octava de Pascua nos ayudan a prolongar y profundizar en la experiencia del Resucitado. María Magdalena ha sido testigo privilegiado de este acontecimiento. Ella ha acompañado a Jesús en su camino. Estuvo en el momento de la cruz. Ahora está también presente junto al sepulcro. El dolor se transforma en impulso que la lleva a no cejar en su búsqueda del Señor. Hoy también vivimos tiempo de incertidumbre, de dolor y de búsqueda.

Timothy Radcliffe nos recuerda que «Jesús le dijo: María. Ella se volvió y le dijo en hebreo: ''Raboni' (que significa maestro)". Es preciso perder a Cristo si queremos encontrarlo otra vez, sorprendentemente vivo e inesperadamente cercano. Lo tenemos que dejar ir, quedar desconsolados, llorar por su ausencia, si queremos descubrir a un Dios más cercano a nosotros de lo nunca imaginado. Si no recorremos este camino, nos estancaremos en una pueril e infantil relación con Dios.»

La desorientación y la confusión son parte de esta experiencia que nos abre a una nueva intimidad con el Señor resucitado. Es precisamente desde esta vivencia que somos enviados como María Magdalena a ser testigos de la Resurrección. Este acontecimiento nos pone en marcha, nos hace implicarnos en nuestra realidad y nos lleva a un renovado compromiso. Es oportuno recordar la expresión del Papa Pablo VI que, proclamaban que la Pascua es el paso de vida de condiciones inhumanas a condiciones de vida humanas. Este sigue siendo el desafío del tiempo que vivimos.

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)