7/5/24

EVANGELIO 08-05-2024 SAN JUAN 16, 12-15 VI SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

                     Es palabra del Señor

REFLEXION

El capítulo 16 de San Juan se inserta en el momento sublime, intenso e íntimo de las despedidas de Jesús tras la última Cena... Él sabe que se aproxima su Hora, la de dar su vida por todos y la de marcharse de este  mundo al que lo envió, el Padre… Siente que los discípulos aún no están preparados… y no los quiere dejar desamparados, huérfanos, les anuncia  el envío del Paráclito, el Defensor,  el Espíritu de la Verdad plena que en su Nombre les irá comunicando  todo lo que ahora no son capaces de entender ni  asimilar… 

Nos acercamos al final de la Pascua con la fiesta de Pentecostés ya muy cercana; ¿cómo nos preparamos para acoger al Espíritu Santo?, ¿lo consideramos importante en nuestra vida?, ¿le daremos espacio?, ¿nos abriremos a Él para que con libertad obre en nuestro interior conforme al plan que el Padre tiene para cada uno?... 

Los dominicos y dominicas celebramos hoy el Patrocinio de la Virgen María sobre nuestra Orden, buena ocasión es este día para volver nuestros ojos a la Reina de cielos y tierra, la que por designio de Dios fue elegida para ser la Madre de  Dios que reconociendo su pequeñez,  pobreza y humildad, se fio del poder del Altísimo, le dijo Sí sin condiciones y así lo sostuvo durante toda su vida  y con su ejemplo y protección maternal nos enseña a nosotros a ser  fieles.  

Que Ella que fue Templo del Espíritu Santo, nos ayude a acogerlo y a vivir su designio de amor y conversión en un continuo canto de gratitud, gozo y alabanza como expresó en su Magníficat.  

Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez
Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Zaragoza)

6/5/24

EVANGELIO MARTES 07-05-2024 SAN JUAN 16, 5-11 VI SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

                                    Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús anuncia su regreso al Padre. El retorno al Padre es la ratificación de Dios sobre la justicia manifestada en la vida y la muerte de Cristo. El Señor promete que enviará el Espíritu Santo, como un abogado, que acompaña la vida de la Iglesia. Como nos recordaba José Comblin: «El Espíritu ha sido enviado para suscitar el reino de Dios en el mundo. La Iglesia está al servicio de esta tarea. Solamente el Espíritu es el que les da energías para vivir la resurrección en este mundo.»

Será el Espíritu Santo quien nos fortalecerá en el Amor para ser testigos en el tiempo y las circunstancias que nos toca vivir. Que la promesa de Jesús nos ayude a hacer nuestras las palabras de Don Hélder Camara: «El “otro mundo posible” sólo vendrá si lo soñamos juntos y nos vamos esforzando entre todos por plasmarlo. Sueño que se sueña solo puede ser pura ilusión. Sueño que se sueña juntos es señal de solución. Soñemos juntos.»

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)

EVANGELIO LUNES 06-05-2024 SAN JUAN 15, 26-16,4a VI SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

                                Es palabra del señor

REFLEXION

Metidos de lleno en la vivencia y celebración del Misterio Pascual, como acontecimiento único e indivisible, contemplamos, de la mano de San Juan, el anuncio y la realización del mismo. Anuncio realizado en la última Cena y la realización del mismo, al anochecer del primer día de la semana, cuando Jesús otorga el Espíritu. Ante los discípulos el Espíritu Santo infundido por Jesús, da testimonio de Jesucristo muerto y resucitado, porque él les hace reconocer al Señor, superar sus miedos y sentir interiormente la fortaleza propia del que ha vencido al pecado y a la muerte. Y ellos mismos, ahora iluminados por el Espíritu dan testimonio de lo vivido con Jesús desde el principio. Lo que antes no entendieron lo van comprendiendo ahora y en ellos se pone de manifiesto el proceso de la fe, en el que todos los discípulos están inmersos.

Necesitamos comprender, en el momento presente, hasta dónde debe llegar la comunión con él. Jesús les ha anunciado cómo se ha de cumplir en él todo lo señalado por los profetas. El anuncio hecho en diferentes momentos tiene en la Última Cena un carácter singular: se refiere a él mismo, pero también a los discípulos. A todos los discípulos, no solamente al grupo apostólico. Les habla, nos habla de todo ello para prevenir el escándalo y situarnos en la perspectiva de compartir su misma entrega, que solo así el amor es más grande, cuando se entrega la vida.

Juan señala en varias ocasiones que vincularse con Jesús conlleva la excomunión de la sinagoga. Incluso el darles muerte será tenido como un acto de culto a Dios. Y todo, indica, lo hacen porque “no han conocido ni al Padre ni a mí”. Quizá esto pesa especialmente en nuestros días, cuando se pretende fijar de tal manera el proceder de Dios, que se puede llegar a desconocer la pedagogía del Espíritu, que va llevando al conocimiento pleno de la verdad revelada.

Jesús se reconoció ante Pilato como Testigo de la Verdad. Y en esa definición los bautizados son invitados a reconocer la calidad de su testimonio, que no es la elaboración de un discurso, sino una manifestación de la obra del Espíritu que los configura con Jesucristo.

¿Estoy atento para considerar el testimonio ofrecido actualmente desde la condición de bautizado?

¿Cómo es la respuesta dada ante los requerimientos de nuestro mundo?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

4/5/24

DOMINGO 05-05-2024 : SEXTO DOMINGO DE PASCUA

 





Hay una palabra que resuena en las lecturas de este domingo: “amor”.  ¿Pero no pensáis que es una palabra que aparece algo desgastada de tanto usarla o por no usarla bien? Sin embargo, Jesús la escoge para decir cómo es Dios. Dios es amor y por ello es una realidad fácilmente comprensible, accesible porque ¿quién no entiende qué es el amor? ¿Quién no desea ser amado?

En su discurso de despedida Jesús interpreta su vida y su muerte como dos momentos de un único acto de amor. Lo que ha movido su vida es lo que ha recibido del Padre: el amor más grande. El amor capaz de “dar la vida por sus amigos”, el amor que da vida olvidándose de sí mismo. El amor que Jesús relaciona con la amistad. En castellano, la palabra amigo comparte raíz con la palabra amor y con el verbo amar. El amor de Jesús nos envuelve, pero la garantía de permanecer fieles en ese amor es su origen. Aunque pensemos lo contrario, el amor que sentimos por Jesús no nace en nosotros, sino que provine de Dios. Viene lo alto, porque Dios es amor. Y como dirá la Escritura: “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”.

Estamos en el mes que tradicionalmente recordamos como mes de María. Recordar a María significa siempre acoger al Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Vivir a la sombra de la Palabra de Dios que tomó carne en su vientre virginal. Contemplar a y con María es volver a Jesús y a la alegría del evangelio, porque María nos dice constantemente “Haced lo que Él os diga”, creced en capacidad para la ternura, que es la forma más madura del amor humano. La ternura de Dios no hace aceptación de personas, como nos ha recordado la primera lectura. Fruto de la Pascua, la Iglesia es el Pueblo de Dios donde cabemos todos, todos, todos.

Fray Xabier Gómez García O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino "Olivar" (Madrid)

LECTURAS DOMINGO 05-05-2024 : SEXTO DOMINGO DE PASCUA

 

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48

Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole:
«Levántate, que soy un hombre como tú».
Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda la verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».
Todavía estaba hablando Pedro, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles, porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios.
Entonces Pedro añadió:
«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.
Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.

                     Es palabra del Señor



Salmo

Sal. 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. R. El Señor revela a las naciones su salvación.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

                         
                                   

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 7-10

Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

                         Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48): El Espíritu abre caminos nuevos

 La primera lectura de hoy es un resumen de un gran relato que Lucas, el autor de los Hechos, ha colocado en su narrativa en un momento álgido de la vida de la primera comunidad. Los discípulos, en Jerusalén, habían sido perseguidos por el nombre de Jesús; la comunidad había quedado limitada por la tensión que suponía el tener que doblegarse a las exigencias rituales y legales del judaísmo: ¿qué sería del nuevo movimiento, del «camino» que habían emprendido sus seguidores? Cada día se hacía más necesario que los discípulos rompieran ese círculo de la ciudad santa y se lanzaran por caminos nuevos. Pero es el Espíritu, como en Pentecostés, quien va a tomar la iniciativa para abrir el cristianismo a otros hombres y a otros pueblos.

 Estando Pedro en Joppe (Jaffa), tras una visión que le descoloca ideológica y prácticamente, es invitado a ir a la ciudad romana de Cesarea, donde residía habitualmente el prefecto romano, para entrevistarse con Cornelio (un jefe de la milicia) y su familia. Habían oído hablar de ese nuevo movimiento entre los judíos y querían saber lo que proponían. Pedro se llegó hasta aquella ciudad y les anunció el mensaje cristiano. Y antes de que los hombres pudieran tomar decisiones se adelantó el Espíritu de Dios para hacerse presente en medio de ellos. Se conoce este relato como el “Pentecostés pagano”, ya que Lucas ha querido centrar la escena de Hch 2, en los judíos y su mundo.

 El relato muestra la experiencia intensa de gozo, en la que pudieron notar la fuerza de la salvación que Dios quiere ofrecer, incluso a los paganos. Es el Espíritu del resucitado, pues  quien lleva la iniciativa en la misión. Y es que la Iglesia, si no se deja conducir por el Espíritu, no podrá tener futuro. Los que acompañan a Pedro, judeo-cristianos, se asombran de que Dios, el Espíritu, pueda ofrecerse a los paganos. Pedro, es decir, Lucas, tienen que justificar que Dios no hace acepción de personas porque tiene un proyecto universal de salvación;  de ahí que pida el bautismo para los paganos en nombre de Jesús, porque si el Espíritu se ha adelantado es para abrir caminos nuevos.

  • IIª Lectura: Iª Carta de Juan (4,7-10): La experiencia del amor, como experiencia divina

La segunda lectura, esta vez, es la que mejor va a interpretar el sentido del evangelio de este domingo. La carta nos ofrece una de las reflexiones más impresionantes sobre el Dios cristiano: es el Dios del amor. El amor viene de Dios, nace en él y se comunica a todos sus hijos. Por eso, la vida cristiana debe ser la praxis del amor. Si verdaderamente queremos saber quién es Dios, la carta de Juan nos ofrece un camino concreto: aprendiendo a ser hijos suyos; ¿cómo? amando a los hermanos.

La experiencia del amor es la experiencia divina por excelencia, y si los hombres quieren ser «divinos», en la medida en que nos es permitido ser dioses (si entendemos esta expresión correctamente); si queremos ser eternamente felices, no hay más que un camino: amando. Y sepamos, pues, que en ello, la iniciativa la ha tenido Dios mismo: entregándonos a su Hijo, dándonos a nosotros lo que más ama. El autor nos habla del “nacer” de Dios y “conocer” a Dios. Ya sabemos que el “conocer” es un verbo bíblico de tonos especiales que no contempla primeramente lo intelectual, sino lo que hoy llamamos lo “experiencial”. Tener experiencia de Dios es sentir su amor.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)


EVANGELIO DOMINGO 05-05-2024 SAN JUAN 15, 9-17 : SEXTO DOMINGO DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

                                 Es palabra del Señor

REFLEXION

 El evangelio de Juan, en esta parte del discurso de despedida de la última cena de Jesús con sus discípulos, insiste en el gran mandamiento, en el único mandamiento que Jesús ha querido dejar a los suyos. No hacía falta otro, porque en este mandamiento se cumplen todas las cosas. Forma parte del discurso de la vid verdadera que podíamos escuchar el domingo pasado y, sin duda, aquí podemos encontrar las razones profundas de por qué Jesús se presentó como la vid: porque en su vida, en comunión con Dios, en fidelidad constante a lo que Dios es, se ha dedicado a amar. Si Dios es amor, y Jesús es uno con Dios, su vida es una vida de entrega.

 Por ello, los sarmientos solamente tendrán vida permaneciendo en el amor de Jesús, porque Jesús no falla en su fidelidad al amor de Dios. Jesús quiere repetir con los suyos, con su comunidad, lo que Dios ha hecho con él. Jesús siente que Dios le ama siempre (porque Dios es amor) y una comunidad no puede ser nada si no se fundamenta en el amor sin medida: dando la vida por los otros. Dios vive porque ama; si no amara, Dios no existiría. Jesús es el Señor de la comunidad, porque su señorío lo fundamenta en su amor. La comunidad tendrá futuro  si ponemos en práctica el amor, el perdón, la misericordia de los unos con los otros. Ese es el signo de los hijos de Dios.

 Con una densidad, quizás no ajustada al lenguaje del Jesús histórico, el autor del cuarto evangelio nos adentra en el mundo del amor y de la amistad con Dios, con Jesús y entre los suyos. Es un discurso que establece unas relaciones muy particulares. Dios ama al Hijo, el Hijo ama a los suyos, éstos se llenan de alegría, ¿por qué? Porque estas son relaciones de amor de entrega, de amistad. Son términos que la psicología recoge como los más curativos para el corazón y la mente humana. Todos sabemos lo necesario que es ser amado y amar: es como la fuente de la felicidad. El Jesús de San Juan, pues, se despide de los suyos hablándoles de cosas trascendentales y definitivas. No hay otro mensaje, ni otro mandamiento, ni otra consigna más definitiva para los suyos. No está la cuestión en preguntarse solamente ¿qué tenemos que hacer?, aunque se formule en mandamiento, sino ¿cómo tenemos que vivir? : amando.

 ¿Es amor de amistad (filía) - como en los griegos-, o más bien es amor de entrega sin medida (ágapê)? Sabemos que San Juan usa el verbo “fileô”, que es amar como se aman los amigos, en otros momentos. Pero en este texto de despedida está usando el verbo agapaô y el sustantivo ágape, para dar a entender que no se trata de una simple “amistad”, sino de un amor más profundo, donde todo se entrega a cambio de nada. El amor de amistad puede resultar muy romántico, pero se puede romper. El amor de “entrega” no es romántico, sino que implica el amor de Dios que ama a todos: a los que le aman y a los que no le aman. Los discípulos de Jesús deben tener el amor de Dios  que es el que les ha entregado Jesús. Este es el amor que produce la alegría (chara) verdadera. El “permanecer” en Jesús no se resuelve como una simple cuestión de amistad, de la que tanto se habla, se necesita y es admirable. El discipulado cristiano del permanecer  no se puede fundamentar solamente en la “amistad” romántica, sino en la confianza de quien tiene que dar frutos. Por eso han sido elegidos: están llamados a ser amigos de Jesús los que aman entregándolo todo como El hizo. Esta amistad no se puede romper  porque está hecho de un amor sin medida, el de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

3/5/24

EVANGELIO SABADO 04-05-2024 SAN JUAN 15, 18-21 V SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».

                         Es palabra del Señor

REFLEXION

El mundo entero ha sido creado por Dios, y “vio Dios que era bueno”. Pero en este pasaje evangélico, San Juan toma el mundo como “lo opuesto a Dios, su enemigo”. Desde ahí entenderemos todas las afirmaciones de san Juan.

Ciertamente “el mundo” fue en contra de Jesús. Le rechazó y la prueba fuerte de este rechazo fue que le dieron muerte crucificándole en una cruz.

Si el cristiano es un fiel seguidor de Jesús, y su intento principal es meter en su vida y en su corazón a Jesús y vivir como él, también el mundo le odiará  porque “no es el siervo más que su amo”.

Pero al mundo y a todos sus habitantes como creación de Dios les debemos amar. Sabiendo además en  positivo: “Si han guardado mi Palabra, también guardarán la vuestra”.

Ampliando las afirmaciones de Jesús. Hemos de ir en contra del mundo, de la contraria manera de pensar el mundo de Jesús. Siempre nos hemos de quedar con Jesús y su manera de vivir que hemos de copiar. Por este mismo motivo, hemos de amar con intensidad a todos los habitantes del mundo, del planeta tierra, porque son nuestros hermanos a los que Jesús amó y vino a salvar y a los que  nos ha confiado a nosotros para que sigamos su labor salvadora y liberadora, viviendo y predicando su evangelio. 

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

2/5/24

03 DE MAYO : FIESTA DE LOS SANTOS APOSTOLES FELIPE Y SANTIAGO

 





Ambos fueron Apóstoles del Señor y respondieron a la llamada del Señor. Felipe fue un discípulo decidido y dedicado a la causa, preocupado por su Maestro. Santiago el Menor gozaba de gran autoridad en Jerusalén y es una especie de puente con los hermanos que proceden del paganismo.

Apóstoles (siglo I)

Felipe de Betsaida

San Felipe figura con todo derecho en las listas de los apóstoles que nos transmiten los primeros escritos cristianos (Mt 10, 3; Mc 3, 18; Lc 6, 14; Hch 1, 13). Tenía un nombre griego, que significa «amigo de los caballos». En los textos bíblicos Felipe se nos muestra como un discípulo decidido y dedicado a la causa, preocupado por su Maestro y por los oyentes del Maestro.

Era Felipe natural de Betsaida, corno Andrés y Simón. Seguramente compartía con ellos las tareas de la pesca. Y posiblemente compartía, al menos con el primero, una insatisfacción interior que parece haberle llevado a escuchar la predicación de Juan el Bautista. Allí le encontró Jesús. Se limitó a decirle: «Sígueme». Felipe es, en efecto, uno de los primeros llamado por Jesús (Jn 1, 43-44).

Pero la escena tiene una continuación interesante. El llamado por la voz de Jesús se convierte pronto en el eco de aquella voz. No puede ocultar el gozo de haber encontrado al que era la meta, más o menos consciente, de la larga búsqueda de su pueblo: «Felipe se encuentra con Natanael y le dice: "Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y también los profetas: Jesús, el hijo de José, el de Nazaret"». Es cierto que Natanael no comparte el entusiasmo de quien le lanza ese anuncio sorprendente. Natanael no tiene prejuicios contra la persona, sino contra el lugar de su origen. Felipe se limita a responder: «Ven y lo verán Un 1, 45-46). En las listas de los apóstoles, Mateo y Lucas lo emparejan para siempre con Bartolomé, que se suele identificar con Natanael.

Más que la afinidad puntual, interesa subrayar la ejemplaridad de aquel gesto primero. Con la decisión de Felipe se nos sugiere que ha comenzado una nueva era en la historia de la salvación. En la primera alianza uno de los verbos más repetidos invitaba a «escuchar» la palabra de Dios. Ahora ha llegado el momento de «ven al que es el mensajero definitivo de Dios. Ésa habría de ser para siempre la consigna de la misión cristiana: ¡Ven y lo verás!

Hay un momento importante en el que Felipe sale del anonimato del grupo, cuando Jesús sugiere a los discípulos que den de comer a la multitud que le sigue. Una propuesta aparentemente descabellada que les lleva a preguntarse cómo van a poder gastar doscientos denarios en pan (Mc 6, 35-37). Según el relato de Juan, es Jesús quien ha calculado las posibilidades y pregunta a Felipe cómo podrían comprar panes para la multitud (Jn 6, 5). El texto añade, precavido: «Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer'.

El mismo relato nos indica que no son los discípulos, en general, sino Felipe quien se apresura a hacer cálculos sobre el costo de los panes: doscientos denarios (Jn 6, 7). Ahí parece terminar su intervención. El protagonismo lo torna a continuación su paisano y amigo Andrés. De nuevo se encuentran los dos discípulos de la primera hora en el momento de tomar las decisiones sobre el alimento de las gentes hambrientas.

También se recuerda a Felipe con motivo de la entrada de Jesús en Jerusalén, recibido como «el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel» (Jn 12, 13). Entre los que llegaban a la ciudad para celebrar las grandes fiestas de los hebreos había siempre algunos paganos que cultivaban una cierta simpatía hacia la religión de los judíos. Hasta se les permitía el acceso al primero de los atrios del templo. Algunos de esos paganos, llegados para la celebración de la Pascua, se acercaron a Felipe para decirle: «Señor, quisiéramos ver a Jesús. O, tal vez, se trataba sencillamente de judíos que vivían en la diáspora y preferían expresarse en la lengua griega, que conocían mejor. Felipe les sirvió de intérprete. Comunicó aquel deseo a Andrés y, otra vez juntos, fueron a decírselo a Jesús. Para el Evangelio de Juan, aquellos peregrinos de lengua griega parecen representar a toda la humanidad que busca al Mesías, Cuando Jesús supo cíe aquel interés, pareció entrar en éxtasis. Era como si hubiera llegado para él la señal de su hora: la hora de la glorificación, Entonces pronunció la alegoría del grano de trigo: es preciso que muera en el surco para producir fruto abundante (Jn 12, 20-33).

Todavía nos ofrecen los Evangelios una última intervención del apóstol Felipe. El Maestro parece despedirse después de celebrar la cena pascual. Se presenta, una vez más, como el camino que lleva al Padre. En ese momento es cuando le dice Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta" (Jn 14, 8). Es ésa una petición que resume la oración de todos los cristianos de todos los tiempos.

La respuesta de Jesús parece un tanto destemplada. Sin embargo, no es tanto un reproche displicente al discípulo primerizo y celoso que vino de Betsaida, cuanto un aviso a todos los creyentes que vivan cerca del Mensajero sin llegar a aceptar plenamente su mensaje: “¿Tanto tiempo estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe?” (Jn 14, 9-10).
Felipe es un modelo permanente para el discípulo. Él es el modelo del llamado que llama. El que sabe por experiencia y transmite la vivencia. Es también el que, ante la falta de panes, duda entre los caminos de la técnica y el camino del misterio. Es el que hace de puente hacia Jesús. El que anhela descubrir el rostro del Padre. El que sabe que aún no sabe lo esencial, El que busca.

Según la Leyenda Áurea, el apóstol San Felipe habría sido crucificado y lapidado a la edad de 87 años.

La reproducción artística más antigua de San Felipe lo coloca en compañía de Pedro, Pablo y Tomás y se encuentra en los capiteles de la iglesia visigótica cíe San Pedro de la Nave (Zamora), que se remontan a finales del siglo VII. También se encuentra en compañía de Bartolomé, sentado a la derecha de Jesús, en la pintura de la última cena, pintada en una de las bóvedas del Panteón de los Reyes (siglo XII), en la basílica colegiata de San Isidoro de León.

Santiago el Menor

Junto a San Felipe, la comunidad cristiana celebra hoy al apóstol Santiago. En todas las listas de los apóstoles se menciona a un tal Jacob (en castellano antiguo Sant Yago), hijo de Alfeo, que curiosamente se encuentra siempre a la cabeza del tercer grupo de los cuatro que constituyen el colegio de los Doce (cf. Mt 10, 3-4; Mc 3, 18-19; Lc 6, 15-16; Hch 1, 13.25).

Ha sido habitual identificar al apóstol Santiago «el Menor», con uno de los parientes de Jesús y con el presidente de la comunidad de Jerusalén. Las referencias antiguas son muy numerosas y las discusiones sobre tal identificación continúan todavía.

Es muy atrayente la tentación de tratar de reconstruir el alcance y los nombres de las personas que constituyen su parentela. Su padre, Alfeo, podría ser el mismo personaje que Cleofás, el marido de aquella María, que el cuarto Evangelio sitúa al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25). Por otra parte, el Evangelio de Marcos recuerda en ese mismo contexto a Santiago llamado «el Menor, haciéndolo hermano de José e hijo de una de las Marías que tuvieron el valor y la compasión suficientes para acompañar a jesús hasta la muerte en cruz (Mc 15, 40). Esto hace creer que Santiago sea uno de aquellos que eran co¬nocidos en Nazaret como »»hermanos» o parientes de Jesús (Mt 13, 55; Mc 6, 3).

Hasta Pablo ha llegado una tradición oral que refiere cómo Cristo resucitado, tras aparecerse a Pedro, se mostró también a Santiago y a todos los apóstoles (cf. 1Co 15, 7). No se trata de un detalle sin importancia. Este recuerdo tradicional afirma y contribuye a consolidar la autoridad que Santiago conserva durante el resto de su vida entre los seguidores de Jesús.

El libro de los hechos de los Apóstoles constata la muerte del otro Santiago, «el hermano de Juan" e hijo de Zebedeo, asesinado por orden de Herodes Agripa I (Hch 12, 2). En consecuencia, el personaje que, en adelante, será llamado con ese mismo nombre, ha de referirse a otro personaje distinto, es decir al «hermano del Señor", que goza de un reconocido prestigio en la comunidad. Queriendo agradar al pueblo judío, el mismo rey Herodes Agripa haría encerrar a Pedro en la cárcel por la fiesta de los Ázimos. Al ser liberado de la prisión, el apóstol pide inmediatamente que comuniquen la noticia a Santiago y a los hermanos (Hch 12, 17). Santiago parece ser ya el jefe del grupo «hebreo» de los seguidores de Jesús que permanecen en Jerusalén. Él debió de regir aquella comunidad, después de la partida de Pedro.

Pablo nos dice que al llegar a Jerusalén en su primera visita, hacia los años 38-39, no vio a ningún otro apóstol sino a Santiago “el hermano del Señor” (Ga 1, 19). Muchos suponen que si la calificación de “apóstol” ha de entenderse en sentido restringido, se trataría de aquel mismo Santiago, hijo de Alfeo, que se encuentra en las listas de los elegidos por Jesús (Mt 10, 3).

Unos diez años más tarde, en la asamblea conocida como «concilio de Jerusalén», se discute sobre el trato que hay que dar a los cristianos que proceden del mundo griego, y por tanto pagano. En esa oportunidad, verdaderamente crucial para la disciplina y la orientación misionera de la comunidad, es Santiago quien toma la voz para dirimir la cuestión: «Opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios, sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre" (Hch 15, 19-20). Pablo atestigua que en esa ocasión, Santiago, Pedro y Juan, «que eran considerados como columnas», aprobaron su vocación y su misión entre los gentiles, es decir, entre los helenistas que aceptaban el Evangelio (Ga 2, 9).

A la vuelta de su tercer viaje misionero, el año 58, Pablo vuelve de nuevo a Jerusalén, donde se encontrará todavía a Santiago presidiendo la asamblea de los ancianos de la comunidad (Hch 21, 18). Seguramente es él quien, ante los rumores que circulan sobre las novedades que Pablo predica entre los gentiles, le recuerda la decisión del «concilio de Jerusalén» y le invita a participar en un rito específicamente judío que va a celebrarse en el templo.

Según el historiador Flavio Josefo, Santiago sería condenado a muerte y lapidado, hacia el año 62, por orden del sumo sacerdote Ananías II. Una leyenda, que se remonta a las Memorias de Hegesipo (siglo II), dice que fue precipitado desde lo alto de la terraza del templo que se asomaba al valle del Cedrón, donde un batanero terminó por golpearlo hasta la muerte, precisamente el día de Pascua del año 62.

Desde el siglo VI, las reliquias de los Santos Felipe y Santiago el Menor se conservan en Roma, en la basílica de los Santos Doce Apóstoles. Allí se encuentra un cuadro de Muratori que los une en el martirio. Santiago se encuentra también representado en un mosaico de la capilla Palatina de Palermo (siglo XII), así como en otro de San Marcos en Venecia (siglo XIII).

Para la comunidad cristiana, Santiago "el Menor" es una especie de puente. Representa, por una parte, la fidelidad a las tradiciones de Israel y, por otra, la necesaria apertura para admitir en el seno de la comunidad a los hermanos que proceden del paganismo. Con él se hace realidad la convicción de que Cristo ha venido a derribar el muro que los separaba y a formar un pueblo único para Dios.

José-Román Flecha Andrés

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO VIERNES 03-05-2024 SAN JUAN 14, 6-14 V SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».
«Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre" ? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

                                  Es palabra del Señor

REFLEXION

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, les dice Jesús a los discípulos en este testamento que desarrolla el Evangelio de Juan. “Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces, Felipe?” nos sigue diciendo a cada uno de nosotros hoy. “El que me ve a mí, ve al Padre”. Para entender cómo funciona el corazón de Dios tenemos que acercarnos a Jesús, su mensaje, su forma de entender al ser humano, la vida, a Dios. Ahí está el fondo del seguimiento.

Jesús nos revela la verdad sobre Dios y sobre nosotros mismos. Dios es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos y, entre nosotros, somos hermanos. Jesús es vida y sella con su propia vida el amor de Dios por nosotros. Jesús es camino y nos llama a recorrerlo. Incluso podemos escuchar estas palabras sin que nos impacte demasiado, o lo podemos hacer un discurso piadoso, teológico o pastoral, pero poco creíble como buena noticia si no lo vivimos con autenticidad. El reto, la llamada, la pregunta es: “¿todavía no me conoces?”. Dios anida en el fondo de mi vida, habita en mi corazón y me ama profundamente. Esa experiencia descubre mi verdad, lo bello y bueno que hay en mí, en el hermano, en lo creado.  Me da vida, fuerza, audacia y confianza. “Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”. Me enseña el camino para llegar al otro también y sentirle en las entrañas hermano, hermana.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo

1/5/24

EVANGELIO JUEVES 02-05-2024 SAN JUAN 15, 9-11 V SEMANA DE PASCUA

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».

                          Es palabra del Señor

REFLEXION

En este pasaje, el evangelista Juan, hace hincapié en que no basta con amar, sino que hay que perseverar de forma constante en él, “permanecer en mi amor”, repite un par de veces. Porque ese Amor, que viene del Padre y Jesús nos transmite, no puede ser desperdiciado, no podemos ir, “ahora sí”, “ahora no”. Hay que ser valientes y perseverantes en nuestro compromiso y así, la alegría y el gozo, alcanzaran la plenitud de nuestro corazón.

Jesús destaca la importancia de permanecer en su amor. Esta permanencia implica una relación continua, no ocasional. Al seguir a Jesús, los discípulos son llamados a mantener una conexión constante con él. Esta conexión profunda y sostenida con Jesús, que también nosotros estamos llamados a cuidar, es una fuente de alegría, ya que implica vivir en la verdad de su amor y experimentar la felicidad y la plenitud que provienen de vivir la vida como hijos e hijas de Dios.

En resumen, estos versículos enfatizan la centralidad del amor en la enseñanza de Jesús y la conexión inseparable entre el amor y la alegría en la vida del discípulo. Es un llamamiento para vivir en amor mutuo, arraigados en la relación con Cristo, y encontrar gozo en ese amor pleno y comprometido.

¿Qué frutos veo en mi vida de vivir con compromiso el amor de Dios? ¿Qué signos de alegría y felicidad encuentro en mi vida que son derivados del seguimiento de Jesús?

¿Construyo una iglesia inclusiva?

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