Estas últimas palabras del evangelio de San Juan, aunque exageradas, son una verdad totalmente verificable. Jesús hizo mucho y mucho bien. Los creyentes a lo largo de la historia hemos hecho mucho y mucho bien. Lo seguimos haciendo. Esla fuerza que el Resucitado nos trasmitió: nos dejó el Espíritu Santo.
En las bibliotecas de todo el mundo hay infinidad de libros contando esa historia. Es una historia compleja. Es historia de guerras, de enfrentamientos, de catástrofes, pero es también historia de esfuerzo, de generosidad, de progreso. Esta historia la continuamos escribiendo nosotros. ¿Cómo la estamos escribiendo? ¿Desde qué claves?
Nosotros, como seguidores de Jesús, tenemos que escribir la historia como lo hizo Resucitado y sobre todo con su fuerza, con su Espíritu. Con esa fortaleza que el Espíritu nos comunica tenemos que pasar por la vida haciendo el bien, sembrando esperanza, alegría e ilusión. Es la mejor manera de ser testigos del Resucitado.
Siendo conscientes de los dones que el Espíritu nos concede, y poniéndolos en práctica, sentiremos esa fuerza capaz de hacer el bien sabiendo que es la mejor manera de realizarnos como personas. Con esos dones que a cada uno nos concede, podemos sentir fortaleza, ser valientes en superar las dificultades, descubrir nuestras mejores energías para saber acertar en la vida con sabiduría y piedad.
Los dones del Espíritu nos ayudan a realizarnos como personas humanas y religiosas. Nos dan libertad, nos infunden confianza, fortalecen nuestra esperanza y nos impulsan a ser compasivos y misericordiosos y sobre todo nos ayudan en nuestra relación con Dios.
Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciende en nosotros el fuego de tu amor. Pidamos este fuego que queme nuestros malesy nos de calor para obrar el bien.
Feliz fiesta de Pentecostés