Es palabra de Dios
REFLEXION
En el evangelio, Jesús, a través de una parábola, enseña a los que todavía viven según la ley y el moralismo que Él se alegra por haber encontrado a la oveja perdida, deja las noventa y nueve y va al encuentro de la que necesita ser sanada, porque Él ha venido al mundo para los enfermos, los que necesitan médico.
Acerquémonos al Señor como la oveja perdida, la descarriada, la enferma, la herida… cansada de caminar por pastos secos, sin vida y así podamos encontrar en Él el pasto saludable que nos conduce al Padre. Muchas veces por el sufrimiento, por la ceguera, por la falta fe… no nos damos cuenta de su presencia en nuestra vida, pero el Señor no nos abandona. Él nos guía, nos acompaña, nos quiere, nos ama hasta entregar su vida.
En la segunda lectura la carta del apóstol San Pablo nos muestra el gran amor con que Dios nos amó, “siendo nosotros todavía pecadores"; miró nuestra debilidad, se compadeció de nosotros y nos envió a su Hijo único como luz del mundo para rescatarnos del poder de las tinieblas y así podamos andar en la claridad de su presencia.
Abramos el oído del corazón para escuchar la voz del Pastor, de mi pastor. Reposemos nuestra cabeza en el pecho de Jesús, como el discípulo amado y digámosle: “Señor te quiero, cuídame, apaciéntame en tu rico pasto para que yo permanezca en tu corazón manso y humilde, y ahí encontraré descanso para mis fatigas”.