Es palabra de Dios
REFLEXION
La parábola de la higuera estéril viene precedida de dos informaciones: una que le hacen los que siempre están al acecho de lo que Jesús dice y hace, y otra, que les dice Jesús, para responder a esa trampa que le hacen. Las dos son hechos de vida.
Los acontecimientos de vida se prestan a diversas interpretaciones, según las diversas ideologías y el lugar social desde el que los miremos. Pero, como creyentes, debemos interpretar los signos de los tiempos, como nos recordó el Concilio Vaticano II y nos enseñó Jesús.
Entre los judíos y en tiempos de Jesús, era muy corriente que las desgracias personales, las catástrofes, las enfermedades, las desgracias etc, eran un castigo de Dios por los pecados cometidos. Era la teoría impuesta por los que se consideraban justos, pues les interesaba. Jesús desmonta esta teoría. Dios no castiga, Dios perdona y tiene paciencia, para que, reflexionando ante los acontecimientos, demos fruto como la higuera, ya que Dios abona, riega y cuida de nuestra tierra y de nosotros.
Jesús aprovecha estos dos desgraciados sucesos para decirles que son ajenos a la voluntad de Dios y no significa que uno sea pecador. Les invita a leer la historia y los acontecimientos cotidianos desde la óptica de Dios. Lo que Jesús pretende es una interpelación personal: los acontecimientos históricos no son un castigo de Dios, sino una invitación a la reflexión y a la conversión. Todos necesitamos cambiar e interpretar estos hechos desde la lectura que hacía Jesús. Dios quiere siempre nuestro bien, pero tanto las personas, como los sucesos trágicos e inesperados depende de nuestra libertad y de la evolución de la naturaleza. Dios no quiere ningún castigo, no quiere ninguna destrucción y desgracia, sólo nos enseña que el dominio absoluto del poder, del pecado nos lleva a la destrucción Por tanto conversión permanente y cambio de mentalidad.