En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Tenemos que reconocer que hay palabras y hay parábolas de Jesús que nos cuestan entender. Algo de esto nos sucede con el pasaje evangélico de hoy. Parece que la idea central es que debemos estar preparados para cuando llegue el Hijo del Hombre hasta nosotros. Pero la pregunta clave es quién es Jesús para nosotros. Si para nosotros Jesús es el Hijo de Dios, el que ha venido hasta nosotros en un acto de sublime amor, el que nos ha ofrecido y nos sigue ofreciendo su amistad, su luz, su cuerpo, su sangre, su persona… nunca pensaremos en su venida hasta nosotros con el miedo y el desasosiego que se teme la llegada de un ladrón a nuestra casa. Nunca le veremos ni le esperaremos como a ese el amo severo que nos va pedir cuentas detalladas de nuestra actuación y si fallamos nos despedirá de su lado…
No tendremos ningún miedo a qué hora viene el Hijo del hombre. Todo lo contrario, ansiaremos con profundo gozo, con una gran ilusión, que regrese, y poder seguir disfrutando de su amor, de su palabra, de su compañía…
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)