La vida humana se puede edificar sobre roca, sobre arena, sobre humo, sobre castillos en el aire...
Hemos construido la economía sobre la ambición de poseer, acumular, y la casa se nos hunde.
Hemos construido la vivencia de la fe sobre el yo y la casa común, la comunidad se nos hunde.
El Adviento es oportunidad para edificar nuestra vida en la escucha de la Palabra de Dios y en la puesta en práctica de la misma.
Decir Señor, Señor y no «poner en práctica» es palabrería que se hunde en el vacío.
Decir soy cristiano y no soy practicante es contradicción y engaño superficial.
Su Palabra puesta en práctica es el fundamento, es el cimiento, la roca firme, que consolidará la casa en la paz, la armonía, la esperanza, la alegría, el fraterno compartir. Es Él, el Mesías que va a nacer la fuerza que nos mantendrá en pie en desánimos o dificultades Él es fuerza para vivir, ilusión para edificar convivencia, garantía de futuro salvador.
Reaviva el ánimo, hay esperanza de Salvación porque el Señor viene.