Es palabra de Dios
REFLEXION
El precioso relato evangélico de hoy lo hemos escuchado hace unas semanas en el evangelio del domingo. Es de los que confortan e infunden alegría y esperanza.
Zaqueo es uno de los prototipos de pecador en la sociedad judía de su tiempo. Jefe de publicanos (cobradores de impuestos) y muy rico (cobrando más de lo estipulado en los impuestos), estaba descalificado por definición por los poderes religiosos de su pueblo.
Ocurre que Jesús llega a su pueblo, Jericó, y él tiene verdadero deseo de verlo. Así que, a pesar de que es bajito y Jesús está rodeado de una masa de gente que le impide verlo, encuentra la solución subiéndose a un árbol bajo el cual iba a pasar Jesús.
Y aquí recibe Zaqueo la gran noticia de ese día: “Baja de prisa, que necesito quedarme en tu casa”.
Jesús va más allá de lo que el autor del Apocalipsis nos decía en la primera lectura: “Estoy a la puerta y llamo”. No sólo está a la puerta, sino que se autoinvita para hacerse presente en nuestra casa y cambiar radicalmente nuestra vida.
Zaqueo lo recibe lleno de alegría y, ante las murmuraciones de la gente que veían con malos ojos que Jesús entrara a casa de un pecador, pone de manifiesto públicamente la transformación que se da en su vida con la llegada de Jesús a ella: va a compartir su fortuna, que ya no es su “riqueza”.
El relato termina con una frase de Jesús, aplicable no sólo a Zaqueo, sino a todos cuantos consienten en vivir esta experiencia de las formas más variadas, a lo largo de los tiempos: “HOY ha sido la salvación de esta casa… porque el hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”
¿Qué mejor noticia podemos recibir?