10/11/22

EVANGELIO VIERNES 11-11-2022 SAN LUCAS 17, 26-37 XXXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO





 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán».
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde, Señor?».
Él les dijo:
«Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».

                                             Es palabra de Dios

REFLEXION

Ante las preguntas por la llegada del Reino, Lucas nos presenta esta reflexión sobre la llegada del fin de los tiempos, en que Jesús nos describe la actitud que debe ser propia del cristiano: estar vigilantes, dispuestos, preparados.

Hoy también, como en tiempos de Noé y de Lot, nos perdemos en las tareas de cada día: comer, beber, comprar, vender, construir, casarse…, nos quedamos despreocupados en nuestras ocupaciones, distraídos en la rutina de lo habitual y se nos puede olvidar la dimensión espiritual de la vida.

Además, de dos personas que están haciendo lo mismo, nos dice que una será llevada y la otra dejada. Porque ante Dios lo que cuenta no son las tareas externas, sino la actitud con que las hacemos. Con estas palabras nos propone Jesús que pensemos en el sentido de nuestros actos. Nos invita a vivir en la responsabilidad, a tomar la vida en serio.

Por esto Cristo nos dice que quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda, la guardará, esto es, que quien haga de esta vida el valor fundamental, está cayendo en un gran error: pierde la vida eterna. Por el contrario, quien esté dispuesto a renunciar a las comodidades de este mundo, a perder lo terreno, lo material, a resistir hasta la muerte a los enemigos de Dios y del alma, en esa lucha ganará la eterna felicidad. Es preciso la conversión: perder la vida, pero en el servicio a los demás.

La única manera de estar preparados es vivir una vida basada en el amor, en la entrega de la vida, poniendo el corazón en el Señor y orientando desde Él toda nuestra vida.

Sor Cristina Tobaruela O. P.
Monasterio de las Dueñas (Salamanca)