Es palabra de Dios
REFLEXION
No es fácil de ser aceptado por nuestra sociedad lo que se centra en nuestro interior, y no tiene manifestación externa, que llame la atención, que se más o menos espectacular. La imagen, lo que entra por los ojos, se impone, en nuestra vida social a lo hondo, oculto y misterioso. Y, sin embargo, lo que nos define como persona humana es nuestra realidad interior. Nuestros amores, nuestros intereses más profundos y existenciales. Es ámbito de nuestra libertad, de nuestra conciencia. Es lo más verazmente humano. Por eso es ahí donde ante todo tiene que hacerse presente el Reino de Dios, la presencia íntima de Dios. Más íntimamente que tú está en ti Dios, viene a decir San Agustín. Ahí está la verdad, no en lo espectacular, y en general en la imagen. Dios se hace presente en lo hondo de nuestros amores, en las motivaciones más hondas de nuestro ser y hacer. Lo que Pablo llama nuestros sentimientos. Por eso dice que nuestra unión con Cristo es coincidir en sus sentimientos. Sin duda que el reino de Dios tiene una dimensión social. Pero esa dimensión social, eclesial por ello, tiene que surgir de nuestro interior. Es lo que de manera terminante señala el texto de Gaudium et spes, documento que plantea la presencia de la Iglesia en el mundo: “"No se equivoca el hombre cuando se reconoce superior a las cosas corporales y no se considera sólo una partícula de la Naturaleza o un elemento anónimo de la sociedad humana. Pues, en su interioridad, el hombre es superior al universo entero; retorna a esta profunda interioridad cuando vuelve a su corazón, donde Dios que escucha los corazones, le aguarda y donde él mismo, bajo los ojos de Dios, decide sobre su propio destino"... (GS 14). |