Es palabra de Dios
REFLEXION
Este Evangelio de San Mateo, como la primera lectura de Corintios, marcan el camino para ser perfectos; no con las miras humanas, ni con la medida o “ranking” que tenemos los hombres, para definir lo que es la perfección, sino como el Señor indica y aconseja. Nosotros solamente tendemos a hacer el bien con los que nos hacen el bien; esta actitud es buena, pero el Señor quiere algo más, que es lo que marca la diferencia, y es que queramos a todos: a los buenos y a los malos, a los justos e injustos, etc. Esta forma de vivir nos hace libres y felices, pero, ciertamente, es imposible sin la plena confianza en el Señor y la intervención de su gracia.
Nuestro modelo de perfección es Jesucristo, por lo tanto, todo momento es oportuno para abrirnos a Él, darle nuestro sí sincero, para que nuestro corazón esté a la escucha de su voz, viviendo en plenitud sus palabras, que nos ayudan a llenarnos de Él y ser así, perfectos como el Padre celestial es perfecto.
En este texto, Jesús enseña a sus discípulos que el Antiguo Testamento queda superado, porque en él había un precepto que decía: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”, pero, ahora Él se proclama el Mesías esperado para los que quieran creer, porque Jesús da plenitud a la Ley de Moisés.
Tenemos un Padre celestial que es justo y bueno con todos por igual, que no hace distinciones, y nosotros, al ser sus hijos, tenemos que aprender de Él, amar y rezar por todos.
Vivamos al cien por cien estos consejos día a día, para que seamos libres y felices en plenitud, cumpliendo la voluntad de Dios en nuestras vidas.