María tiene un corazón normal como toda persona. Pero las reacciones de su corazón van a ser distintas a las de cualquier persona humana, principalmente porque su hijo Jesús es el Hijo de Dios, lo que la llevará a experimentar vivencias especiales, alegrías y dolores especiales. Cómo no experimentar una profunda alegría al saberse ni más ni menos que la madre del Hijo de Dios, la madre de Dios.
Pero también el corazón de María sufrió ante diversas reacciones de su Hijo que no entendía. Una de estas reacciones dolorosas es de la que nos habla el evangelio de hoy. Habiendo ido al Templo, José, María y Jesús, cuando sus padres regresan a su casa, Jesús se queda en el Templo en diálogo con los maestros. Con el susto en el cuerpo y en el alma por la pérdida de su Hijo, sus padres regresan al Templo y ante la pregunta normal de por qué se ha quedado en el Templo y no se ha ido con ellos, Jesús les da una respuesta que no entienden: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debía estar en la casa de mi Padre?
Evidentemente el dolor más fuerte de María fue el ver que Jesús fue condenado a morir en la cruz. Con la posterior alegría de su resurrección. El corazón de María: alegrías y dolores.