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EVANGELIO SABADO 08-06-2024 SAN LUCAS 2, 41-51 IX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.

                                     Es palabra del Señor

REFLEXION

María tiene un corazón normal como toda persona. Pero las reacciones de su corazón van a ser distintas a las de cualquier persona humana, principalmente porque su hijo Jesús es el Hijo de Dios, lo que la llevará a experimentar vivencias especiales, alegrías y dolores especiales. Cómo no experimentar una profunda alegría al saberse ni más ni menos que la madre del Hijo de Dios, la madre de Dios.

Pero también el corazón de María sufrió ante diversas reacciones de su Hijo que no entendía. Una de estas reacciones dolorosas es de la que nos habla el evangelio de hoy. Habiendo ido al Templo, José, María y Jesús, cuando sus padres regresan a su casa, Jesús se queda en el Templo en diálogo con los maestros. Con el susto en el cuerpo y en el alma por la pérdida de su Hijo, sus padres regresan al Templo y ante la pregunta normal de por qué se ha quedado en el Templo y no se ha ido con ellos, Jesús les da una respuesta que no entienden: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debía estar en la casa de mi Padre?

Evidentemente el dolor más fuerte de María fue el ver que Jesús fue condenado a morir en la cruz. Con la posterior alegría de su resurrección. El corazón de María: alegrías y dolores. 

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)