Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».
En el capítulo 5 del evangelio de Mateo, después de haber proclamado las Bienaventuranzas como “libro de ruta” para el camino personal y la realización del Reino, Jesús va a “descender” a la arena de la vida concreta, para que podamos ir entendiendo lo que nos plantea.
Y comienza por situarse personalmente ante la Ley. Él no ha venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento. E inmediatamente, entra en puntos concretos de esa Ley para “explicar” cómo se lleva a cumplimiento cada uno de ellos, sin duda con gran sorpresa por parte de sus oyentes de aquel entonces, y más de 2.000 años después también de los de ahora.
Hoy escuchamos su reflexión en torno a la relación del hombre y la mujer y las dificultades que surgen en ella. En un contexto cultural en el que la mujer no recibe ninguna consideración y está sometida totalmente a los varones, Jesús hace una interpretación de la Ley favorable a la mujer.
Y, además, añade un comentario sorprendente por su radicalidad: “si tu ojo…sácatelo”, “si tu mano… córtatela”. Sin duda no pretende que nos arranquemos el ojo o nos cortemos la mano físicamente, pero sí nos indica la necesidad de estar atentos para rechazar todo aquello que surge de nuestro interior y nos inclina a desear o a realizar algo que supone un mal para los demás y también para nosotros mismos. No como ejercicio de negación o de simple ascesis, sino porque lo que verdaderamente deseamos en el fondo de nuestro corazón es vivir desde la propuesta del bien y del Amor que Jesús nos hace.