Es palabra del Señor
REFLEXION
Todo el camino de Jesús por la vida es, un encuentro con la miseria humana y un triunfo de su misericordia. En este evangelio tenemos un ejemplo muy claro de ello. Cualquiera de nosotros nos podemos identificar con uno de esos leprosos que acuden a Jesús. El primer paso siempre será reconocer nuestra miseria, debilidad, pecado; después tenemos que decidir a quién acudir, en nuestro caso de cristianos, tiene que ser a Jesús.
Cuando nos sentimos enfermos, necesitados de alguna gracia o don especial, que realmente nos interesa, nos acordamos del Señor inmediatamente, pidiéndoselo con insistencia y perseverancia. La fe es la que salva. La fe llena de gozosa alegría a quien es consciente del regalo que Dios le ha hecho. Lo curioso es, que cuando nos lo concede, parece que se nos olvida rápido que es Él el que nos lo ha otorgado y ni tan siquiera nos sale un “gracias” por haberlo recibido. ¡Qué pena que en muchas ocasiones estemos despistados y no sepamos agradecerle al Señor sus beneficios, porque todo lo que Él nos da o permite es bueno, ya que procede de Él que es la eterna Bondad y misericordia! Cuando las circunstancias y las cosas no salen como las hemos planeado, pensado y pedido, enseguida decimos: “Dios no me escucha…” Él, es el que ve más allá, tenemos que agradecerle siempre, porque Él lo conoce todo.