En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Es palabra del Señor
REFLEXION
El texto de hoy se encuentra al final del capítulo 17 del evangelio de Lucas. Es necesario retomar los temas abordados anteriormente para comprender este pasaje. Primero Jesús alerta “que es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay! de quien los provoca” (17,1) y después hace una llamada a la corrección fraterna y al perdón, tantas veces como sea necesario (17, 3-4). Claro que los apóstoles, como también nosotros, ante esta propuesta de vida proclamamos: “aumenta nuestra fe” (17, 5). Jesús es inmensamente realista, conoce el corazón humano y nos ayuda a percibir que la vida está cimentada sobre el compromiso y la responsabilidad de lo pequeño de cada día con la conciencia de que “hemos hecho lo que debíamos hacer” (17, 10). El texto nos continúa narrando con qué naturalidad Jesús hace el bien, aunque generalmente no sea ni tan siquiera reconocido y/o agradecido (17, 12-19). Jesús siempre responde a nuestras inquietudes y preguntas, respuestas verdaderas que alertan a no aferrarnos a ideas ni a buscar a Dios en lo grandilocuente, sino a percibir la presencia de Dios y su reino dentro de nosotros (17, 20-24). Jesús es realista y sincero, no engaña a nadie: “antes es preciso que sufra mucho…” (17, 25). Y sólo después de este largo recorrido, vienen los versículos del Evangelio de hoy.
Una vez más Jesús nos resitúa en la vida de cada día: como sucedió ayer, así sucederá… Y lo que pase con cada uno de nosotros no es premio o castigo de Dios, sino fruto de las opciones, de la autenticidad de la vida de fe, de la verdad vivida, proclamada y promovida. Lo que sucederá sabe de sencillez por hacer lo que hay que hacer, sabe de poco reconocimiento y agradecimiento, sabe de naturalidad y del amor que se fortalece en el proceso del perdón, sabe de recomenzar, de acoger e integrar, sabe de discernir el querer de Dios desde la realidad y sinceridad, sabe que “quien pierda su vida, la ganará” no ante las muchedumbres y sí ante el Padre.