8/11/24

EVANGELIO SABADO 09-11-2024 SAN JUAN 2, 13-22 XXXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Tenemos que acudir a la historia para adentrarnos en esta fiesta. Nos situamos en la primitiva iglesia, cuando sufría persecuciones. Los cristianos para orar y celebrar la eucaristía se reunían en sus casas y también en las catacumbas. Cuando cesaron las persecuciones, se construyó esta iglesia en el siglo IV, declarándola como la catedral del obispo de Roma, del Papa. Lo que llevaba consigo considerar esta fiesta como la muestra de la unión de los cristianos de todo el mundo con el Papa. De ahí que a esta iglesia de San Juan de Letrán se la llame “la madre y cabeza de todas las iglesias”.

En tiempo de Jesús, se había deteriorado el comportamiento de muchos judíos respecto al Templo de Jerusalén, convirtiéndolo en un auténtico mercado. Algo que a Jesús no les gustó, y quiere denunciarlo llegando incluso a expulsar a los vendedores y a sus animales. “Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.

En la línea de lo que estamos comentando, San Pablo nos recuerda una sublime verdad para todos nosotros. Nos recuerda que también nosotros somos templos de Dios. El mismo Dios habita en nuestros corazones, lo que nos da la posibilidad de tener un diálogo continuo y cercano con Él. Podemos y debemos escucharle y hablarle.

También Jesús en este evangelio nos habla del templo de su cuerpo, donde con más propiedad habita Dios. Pero Jesús no se queda ahí. Abundando en su siempre amor hacia nosotros, se hizo nuestro alimento, se hizo pan y vino en la eucaristía para que su presencia, podemos decir, la notásemos mejor: “Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre”.

Jesús es Templo de Dios, también nosotros somos templos de Dios… lo que se ha de notar en nuestra vida. Ojalá que los que traten con nosotros lleguen a descubrir, por la vida que llevamos, que Jesús habita en nosotros y es el que impulsa todo nuestro actuar.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)