26/11/24

EVANGELIO MIERCOLES 27-11-2024 SAN LUCAS 21, 12-19 XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Os echarán mano, os perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndolos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús es realista. No ignora las dificultades ni intenta ocultar el fracaso y la muerte en que en ocasiones nos encierra el seguimiento de Cristo. Tampoco promete que a partir de ahora será más fácil, ni nos vende un mañana mejor. Exhorta a la perseverancia sin dar demasiadas explicaciones. Porque hay momentos en la vida de fe en los que se trata de permanecer. Esperar en Dios, con la humildad del amigo que confía, y la fidelidad del que no se ha guardado un plan b, por si esto no funcionaba. Puede que nos estemos preguntando si tiene sentido seguir intentándolo un año más, pero, como los discípulos, sin entender demasiado, ¿A dónde vamos a acudir?

Una actitud –la perseverancia− que solo es posible desde el agradecimiento y la alabanza a los que nos invitaba la primera lectura. Nuestra memoria retiene sus beneficios y nuestra fe confía en que llegará un día en que su Amor –ahora velado por el dolor− quedará al descubierto también en este presente desconcertante. Hoy podemos permanecer si conservamos y nos agarramos al el recuerdo y la experiencia del paso de Dios por nuestras vidas.

Una decisión –perseverar− que solo es posible y evangélica cuando se vive desde la conciencia de la presencia de Dios con nosotros, dándonos la fuerza, el consuelo y el sentido para permanecer. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio, y el primer ejemplo, como siempre, lo encontramos en él. Verdaderamente este era Hijo de Dios, exclama el soldado pagano ante aquel que no había desertado del suplicio; y este es el primer fruto de la negativa de Jesús a bajarse de la Cruz. El centurión no vio en aquel condenado a muerte una actitud masoquista o cabezota, sino una perseverancia en el amor y el perdón que solo podía ser de Dios.

Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.
Monasterio Santo Domingo (Caleruega)