Jesús utiliza parábolas sencillas y ejemplos de la vida cotidiana para ilustrar qué significa el Reino de los cielos, el Reino de Dios. Dentro de las mismas, de uno forma u otra, recurre en ocasiones a la imagen del sembrador que en su época era visible de forma habitual cuando alguien iba de camino de un pueblo a otro. Hoy en día, sin embargo, estas imágenes pueden perder parte de su fuerza si no conocemos la tarea del sembrador y el mundo agrícola. Aunque siempre sean fuente de sabiduría y se comprendan en su mayor parte.
La parábola del trigo y la cizaña nos invita a reflexionar sobre la buena y mala semilla, yendo más allá de las apariencias externas. A saber también ser pacientes con los tiempos de Dios y mirar más nuestra propia cizaña. A poder distinguir los frutos buenos de los malos, así como a confiar en la misericordia de Dios.