El pasaje del evangelio en el día de hoy se presenta en el envío misionero que Jesús hace a sus discípulos. El mensaje de la Buena Noticia y el amor de Dios tienen que llegar hasta los confines de la tierra, mediante el testimonio de aquellos que se han encontrado con Jesús en sus vidas. Por aquellos, que se sienten interpelados por el Maestro de Nazaret. Jesús, es realmente ese tesoro capaz de centrar toda tu vida. Y al igual que expresa el texto sagrado, aquella persona que tiene la suerte de descubrirlo, lo vives así, como el haber encontrado esa perla preciosa. Así, eres capaz de descubrir que en tu vida todo lo has recibido gratis y lo debes de dar gratis.
Un aspecto del que habla el texto es la gratuidad. Tolo lo hemos recibido de las manos de este Dios Creador. Nos ha llamado a la existencia y en su infinito amor nos ha soñado y nos llama por nuestro nombre: «Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). Desde la existencia hasta los talentos que ha puesto en nuestro interior. La huella de su amor que nos permite buscarlo y reconocerlo como: «Abba». La promesa hecha realidad de que nos estamos solos en el desierto de la vida sino que nos acompaña la presencia viva del espíritu de Jesús. Por tanto, no queda otra cosa que darlo todo por amor.
Después de haber experimentado el amor, Jesús, pide al discipulado que sea capaz de ser libre, disponible, desprendido, para que pueda llegar a otros la Buena Noticia, el amor de Dios hecho sanación. No estéis apegados a nada sino con libertad absoluta para ir al mundo entero. Confiando siempre en que Dios va acompañando tu vida.
El aspecto central del sentirse amado y enviado culmina con la experiencia de sentirse en una paz que desborda tu vida, la paz interior plena que en ningún momento nadie te puede arrebatar. El shalom bíblico, que no es la ausencia de guerra, tribulación, lucha interior, sino que tiene una dimensión más profunda. Manifestada en la armonía que se produce entre la humanidad y la creación de Dios, esa relación está abrazada por la paz. Indicada en una plenitud, armonía, salud, bienestar en las relaciones humanas que hacen que esa paz inunde tu vida. Las apariciones del resucitado tienen como denominador común que esa armonía y plenitud inunden la vida de los discípulos: «Paz a vosotros».
Ese envío misionero que Jesús hace a sus discípulos es para que llegue a los confines de la tierra la Buena Noticia, como la plenitud de un encuentro con el rostro compasivo de Cristo, que da plenitud tu vida. Así, que id al mundo entero y anunciar con vuestras vidas que Jesús está vivo y resucitado.
Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)