En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.
Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Una vez más asistimos a un enfrentamiento entre Jesús y los fariseos. En este caso por no cumplir con las estrictas normas del sábado judío. Y una vez más Cristo pone al hombre por encima de unas leyes que lo esclavizaban: primero están las necesidades y luego las normas. Eso es lo que nos viene a decir. Y lo ilustra con ejemplos traídos del Antiguo Testamento que los fariseos conocían muy bien.
En este caso Jesús se proclama “señor del sábado” para hacerles ver que hay algo más importante que el conjunto de costumbres y reglas que a lo largo de los siglos habían ido acumulando, para que entiendan que el amor de Dios está por encima de todo eso. Esta es la gran revolución que Jesús nos trae: el amor por encima de todas las cosas. No es más justo, no quiere más a Dios, el que se limita a cumplir los ritos de manera mecánica y perfecta mientras contempla las necesidades de los hermanos sin hacer nada. De poco sirve que yo cumpla los preceptos si en mi corazón no existe el amor al prójimo. Los discípulos tenían hambre y cogen unas espigas para ir comiendo por el camino ¿Qué hay de malo en ello? ¿Su fidelidad a Dios va a ser menor por saciar su hambre aunque sea sábado? Pensemos, recapacitemos en las veces que por ceñirnos a lo establecido hemos silenciado a nuestro corazón. De nada me servirá ir a misa un domingo si con ello desatiendo a ese amigo, a ese familiar que me necesita. De nada me servirá darme golpes de pecho en señal de arrepentimiento si no soy capaz de perdonar al hermano. En vano caerá mi ayuno si miro hacia otro lado ante las injusticias que se cometen a mi alrededor. “Misericordia quiero y no sacrificios” dice el Señor y nosotros debemos grabar esas palabras en nuestro corazón, solo así alcanzaremos la gracia a los ojos de Dios.