8/7/23

DOMINGO 09 DE JULIO ; XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




“…has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11,25)

Jesucristo nos invita a no quedarnos en las atrayentes apariencias que la vida nos propone sino más bien a buscar la razón de las cosas, gracias a la cual las cosas tienen peso e importancia para la vida personal. No quiere el Señor la superficialidad, enfermedad contagiosa del tiempo que nos toca vivir, sino que nos invita y nos apremia para que tratemos de descubrir el verdadero sentido de la vida y de todo aquello que tiene que ver con nuestra realidad personal.

Según la mentalidad humana, las palabras de Jesucristo son despreciadas, porque lo que cuenta es el triunfo personal, la apariencia, el quedar bien, aunque todo esto sea a costa de ignorar o de pisotear a las demás personas para alcanzar lo que se pretende, por más que sea el egoísmo el que mueva a obrar así.

Jesucristo es el buen Maestro y de él tenemos que aprender a servirnos de una visión alejada de la superficialidad, buscando la realidad de las cosas, el sentido verdadero de la vida diaria. Para esto nos sirve la historia de la salvación, la Palabra de Dios, tal como la liturgia de la Palabra nos propone es este domingo.

De nuevo nos encontramos directamente con el contraste entre la Palabra de Dios y lo que el mundo y la sociedad en general nos ofrecen: lo permanente frente a lo pasajero y trivial. Jesucristo respeta nuestra libertad a la hora de decidir, pero nos apremia para que nuestra elección sea la adecuada, superando la apariencia de lo que, con engaño, se presenta con tanto atractivo. Vayamos, pues, a lo esencial, porque de esto depende nuestra vida humana y cristiana. Lo esencial es lo que está al alcance de “los pequeños”, de las personas sencillas.

¿Lo hacemos así en nuestro vivir diario? ¿Tomamos en consideración lo que nos dice Jesucristo, el buen Maestro? ¿Cuánto atractivo ejercen sobre nosotros quienes se creen doctos cuando en realidad no pasan de ser presuntuosos? Por favor: no nos dejemos engañar, escuchemos al Maestro y sigamos sus pasos.

Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.Convento de La Virgen del Camino (León)