Es palabra de Dios
REFLEXION
El Bautista señala a Jesús y dos de sus discípulos le siguen sin dudarlo. Seguramente esos dos hombres habían entendido las predicaciones de San Juan y las habían guardado en su corazón, por eso su determinación en seguir a Cristo es tan clara. Pero la cosa no se queda ahí: Andrés no duda en buscar a su hermano Simón y decirle que han encontrado al Mesías y llevarlo ante Él. Simón escucharía atónito lo que aquel Hombre le estaba diciendo: “Te llamarás Cefas”, Pedro o piedra. Ya sabemos como continúa “...y sobre esta piedra…” Pero lo que quiero resaltar es el efecto que la sola presencia de Cristo obró en aquellos hombres, le siguieron sin dudarlo, sin más preguntas. “Venid y lo veréis” y fueron y lo vieron. Asistimos a las primeras llamadas, a las primeras vocaciones. Unos acuden porque alguien les indica, en el caso de Pedro porque su hermano le lleva de la mano. Para llamarnos Dios se vale de muchas formas.
¿Y a mí? ¿Cómo me ha llamado Cristo? Porque no hay duda de que nos sigue llamando, de que sigue tocando nuestro corazón, de que sigue inspirándonos nuestra vocación. Yo os podría contar como fue la mía, los años que pasé de dudas y temores hasta que dije SÍ. Los miedos absurdos que vencí y lo fácil que fue todo cuando menos lo esperaba. Y os podría contar la alegría de mi corazón cuando, en décimas de segundo, comprendí que mi camino estaba en la Orden de Santo Domingo, que ahí es donde quería Jesús que estuviera. Los frailes de la Orden fueron mi San Juan Bautista, mi hermano Andrés allá en mis años de juventud, y en mi madurez supe verlo. Por eso, por mi experiencia, os animo a estar atentos a la llamada de Cristo, porque llegará cuando menos lo esperéis. Pero para ello debéis escuchar al Bautista: “Ese es el Mesías”. Iréis y lo veréis.