31/12/23

LUNES 01 DE ENERO : SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS

 





La fiesta de Santa María Madre de Dios es también el día de la octava de Navidad. De hecho, seguimos contemplando y celebrando el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios para nuestra salvación. Después de contemplar a Jesús niño en el seno de su familia humana (ayer, fiesta de la Sagrada Familia) contemplamos su nacimiento desde la perspectiva de María, la madre de Jesús, con su hijo en brazos, tal como nos la presentan tantas imágenes. El hijo nos representa también a todos nosotros porque María es nuestra Madre, la Madre de la Iglesia.

También celebra hoy la Iglesia la Jornada Mundial de la Paz. Se ha escogido el tema “Inteligencia Artificial y Paz” porque el notable progreso realizado en el campo de las inteligencias artificiales tiene un impacto cada vez más profundo en la actividad humana, la vida personal y social, la política y la economía.

Fray José Antonio Fernández de Quevedo
Real Convento de Santo Domingo (Almería)

LECTURAS DEL LUNES 01-01-2014

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Números 6, 22-27

El Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».

                   Es palabra de Dios



Salmo

Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga

Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.



Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

                   Es palabra de Dios

REFLEXION

Iª Lectura: Números (6,22-27): El Señor nos conceda la paz

 Esta formula de bendición que Moisés, en el texto, dicta a Aarón debe ser considerada como lo que es, una fórmula litúrgica. Esa es la razón por la que Yahvé se la inspira a Moisés y éste a Aarón, para darle toda la relevancia y solemnidad necesarias. Sabemos que en ella podemos rastrear expresiones de otros textos bíblicos, de salmos especialmente (cf 121,7-8; 4,7; 31,17; 122,6). Tres veces se repite el nombre de Dios, de Yahvé. Y se pide la bendición que guarde al pueblo, que ilumine con su rostro. Hay toda una teología bíblica del “rostro de Dios” que ha influido mucho en la espiritualidad y en la verdadera actitud cristiana del seguimiento. Buscar el rostro de Dios, el que Moisés no podía mirar, se convierte así en la fórmula teológica de un Dios salvador y misericordioso, protector de Israel y dador de la paz. La paz que era lo que el pueblo podía desear más que otra cosa, sigue siendo el don maravilloso para el mundo.

 Pero el texto que se ha escogido del libro de los Números, está orientado, hoy especialmente, sobre la bendición que se pide a Dios. Esa bendición es la paz. En las lenguas semitas, con la raíz shlm —de donde deriva shalom-paz— se indica una dimensión elemental de la vida humana, sin la cual ésta pierde gran parte de su sentido, si no todo. Con la palabra paz se indica “lo completo, íntegro, cabal, sano, terminado, acabado, colmado”. La paz, así entendida, designa todo aquello que hace posible una vida sana armónica y ayuda al pleno desarrollo humano. En los textos, sin embargo, no aparece siempre con este significado tan denso. De ahí viene la palabra griega eirênê. Desde luego, desde el punto de vista bíblico, la paz, e incluso la “pax” como término latino, no es solamente el orden establecido. Es un don mesiánico, implica necesariamente ausencia de guerra. Pero es, sobre todo, un estado de justicia y fraternidad. En el Nuevo Testamento el término eirênê aparece acompañado también de otros sustantivos con los que se coordina y complementa. De la mano de eirênê van amor y alegría (Gal 5,22); gloria y honor (Rom 2,20); vida (Rom 8,6); honradez y paz (Rom 14,17); alegría (Rom 15,13); amor (2 Col 13,11; Ef 6,23); misericordia (Gal 6,16); favor/gracia y misericordia (1Tim 1,2; 2Tim 1,2; 2Pe 1,2; Jn 3); rectitud, fe y amor (2Tim 2,22). Eirênê se muestra de este modo como el ámbito propio para el desarrollo de una vida en plenitud, donde no puede admitirse ni la violencia político-social, ni la violencia económica del mundo (de la globalización inhumana). Efectivamente sigue siendo un “don mesiánico”, fundamentado sobre la justicia y la fraternidad. Es un don que viene de lo alto, con todo lo que esto significa.

IIª Lectura: Gálatas (4,4-7): La plenitud de los tiempos trae la libertad

 La carta a los Gálatas es paradigma de la opción apostólica de Pablo por la salvación de Jesucristo, en contra de la ley. Y este texto de hoy es un “axioma” teológico de su mensaje y de su predicación. El salvador, el liberador, “ha nacido de mujer”, es un hombre como nosotros en el sentido más determinante. Se ha dicho que esta es la “navidad” de Pablo. No deja de ser curiosa, por escueta. Pero la verdad es que nos encontramos ante un texto paradigmático por su afirmación teológica. Nada de esto tiene desperdicio. Todo está medido y tasado en el planteamiento que viene haciendo el apóstol sobre los que han de pertenecer al pueblo de Dios y de las promesas. Es decir, todos los hombres que habiendo nacido fuera de Israel, serán llamados a beneficiarse de las promesas hechas a Abrahán. Por eso se habla de la “plenitud de los tiempos” (tò plêrôma tou jronou); y entonces un hombre (porque es nacido de mujer), nacido en Israel (bajo la Ley), va abrir las puertas de la gracia y la salvación a toda la humanidad.

 No podríamos hablar de un texto mariológico en el sentido estricto del término. De hecho, Pablo es más bien cristológico. Pero no hay verdadera cristología sin la historia real de Jesús de Nazaret (al que no conoció Pablo), un judío, como él. Un judío que habría de enfrentarse, en nombre de Dios, a la manipulación de le ley, para hacer posible que el verdadero proyecto de Dios se realizara plenamente. Para “rescatar a los que estaban bajo la ley”: he aquí el objetivo de la encarnación y el sentido de la navidad para Pablo. Es algo que se respira en toda la carta. Y muy especialmente en este texto donde inmediatamente antes describe el tiempo anterior a Cristo como un estar sometidos a un “pedagogo” (la ley), porque no quedaba más remedio. Pero Dios, como Padre, tiene prevista otra cosa bien diferente para sus hijos.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)


EVANGELIO LUNES 01-01-2024 SAN LUCAS 2, 16-21

 





En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

                     Es palabra de Dios

REFLEXION

 Hoy se nos propone la continuación del relato del nacimiento de Jesús, que se leyó la noche de Navidad, que se compone de tres partes (1ª vv.1-6; 2ª vv. 7-14; 3ª vv. 15-21). Nos permitimos señalar que esta tercera parte del relato de Lucas tiene un cierto sentido por sí mismo, en cuanto muestra la respuesta humana al momento anterior que es todo él mítico, revelador, divino, angelical y extraordinario. Los pastores ¿qué harán?, ¿buscarán al Salvador?, ¿dónde?, ¿es suficiente el signo que se les ha dado? ¡Desde luego que si!, lo buscarán y lo encontrarán. Pero lo buscarán y lo encontrarán con el instinto de los sencillos, de los que no se obsesionan con grandezas; diríamos que lo encontrarán, más bien, por instinto profético. El narrador no deja lugar a dudas, porque quiere precisamente mostrar la respuesta humana al anuncio celeste. Los pastores se dicen entre ellos algo muy importante: «lo que nos ha revelado el Señor”. Y se van derechos a Belén, ¿a Belén?, ¿era esa acaso la ciudad de David? Sí; lo fue, pero ya no lo era de hecho, porque Jerusalén había ganado la partida. Pero como por medio está el anuncio del Señor, recuperan el sentido genuino de las cosas. Y van a Belén, de donde procedía David, para “ver” al Mesías verdadero. Es verdad, todo es demasiado ajustado al proyecto teológico de Lucas, que quiere poner de manifiesto el designio salvador de Dios.

 Los pastores, al llegar, encontraron el “signo”, aunque algo distinto: encontraron a sus padres, de lo que no había hablado la voz celeste. Podría pensarse o podrían pensar que encontrarían un niño abandonado, pero no; están sus padres con él. Y ya no se mencionan los “pañales”, sino el niño acostado en un pesebre. Lo más curioso de todo esto es que los pastores son los que vienen a interpretar el hecho a todos los que lo escuchan. Son como los intérpretes del mensaje que han recibido del cielo. No podemos menos de considerar que la escena es muy formal desde el punto de vista narrativo. ¿Por qué? Porque Lucas quiere que sean precisamente estos pastores, de fama canallesca en aquellos ambientes religiosos, los que anuncien la alegría del cielo a todo el pueblo. Eso es lo que se dijo en el v. 10 y el encargo que se les encomienda: tienen que aceptar el “signo” e interpretarlo para todo el pueblo. ¿Serán capaces? Si no hubieran sido los pastores, probablemente la alegría le habría sido birlada al pueblo sencillo. Pero los pastores, en este caso, son garantía de la inculturación del mensaje divino en el pueblo sencillo.

 ¡Hasta María se asombra de esta noticia!, como si ella no supiera nada, después de lo que le había “anunciado” (que no confidenciado) Gabriel. No obstante, Lucas quiere ser solidario hasta el final. María también es del pueblo sencillo que, de unos extraños pastores, sabe recibir noticias de parte de Dios. Y las guarda en su corazón. Dios tiene sus propios caminos y de ahora en adelante veremos a María “acogiendo” todo lo que se dice de su hijo (como en el caso de Simeón y Ana) y lo que le dice su mismo hijo al dedicarse a las cosas que tiene que hacer y anunciar, desde el momento de la escena de Jerusalén en el templo. Dios está escondido en este “niño” y los pastores lo reconocen y alaban a Dios. ¡Quién iba a decirlo!.

 El relato termina con el v. 21 donde lo más importante y decisivo es poner el nombre del niño; la circuncisión pasa a segundo plano. Un nombre que no es cualquier cosa, aunque no sea un nombre original, ya que el de Jesús es bien conocido (es versión griega del hebreo Josué). Pero como en la Biblia los nombres significan mucho, entonces el que se le ponga el nombre que se le había anunciado, y no el que María elige, quiere decir que acepta, más si cabe, que este niño, este su hijo, ha de ser el Salvador del pueblo que anhela la salvación y que los poderosos le han negado. Es verdad que no se dice explícitamente que María le puso ese nombre, aunque así aparece en la Anunciación. Sabemos que el nombre se lo ponen sus padres (aunque el esposo de María también queda en segundo término en el relato, como la circuncisión). Incluso podíamos inferir que es todo el pueblo el que se encarga de aceptar este nombre revelado que significa: Dios es mi salvador o Yahvé salva. Es una “comunidad” la que reconoce en el nombre todo lo que Dios le regala. Por tanto, en su nombre está escrito su futuro: ser el Salvador de los hombres. Por eso María guardaba todas estas cosas en su corazón.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

30/12/23

DOMINGO 31 DE DICIEMBRE : FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET

 





El amor del Espíritu Santo, vínculo de unión familiar y fraterna

Litúrgicamente hemos vivido el Adviento, el nacimiento del Señor, y hoy, celebramos la Fiestas de la Sagrada Familia, dentro de la Octava de Navidad, que concluirá mañana, día 1 de 2024, con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y la Jornada por la Paz, con el lema “Inteligencia Artificial y Paz (cf. Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral 08.08.2023).

Este año 2023, la Fiesta de la Sagrada Familia, instituida por el papa León XIII, cumple 150 años. Razón añadida para celebrarla como gran familia humana de la que Dios, es el Padre.

Los medios informativos comunican con cierta frecuencia lo convulso que está nuestro mundo y cómo afectan al ambiente familiar las transformaciones de la sociedad (la ingeniería social). Las distintas clases de uniones, no solo entre personas, sino incluso de cualquier otro tipo, reciben también el apelativo de familia. A nosotros, los seguidos de Cristo, nos obliga a poner nuestra mirada en el mejor de los modelos de familia, en la Sagrada Familia de Nazaret.

Ha de ser un día propio para pensar (en oración) cómo vivir en clave cristiana nuestra relación familiar para fortalecer esa relación. Pablo a los Colosenses, en la segunda lectura de hoy, marca la pauta de la vida familiar: “Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro” porque el amor, “es el vínculo de la unidad perfecta”; también lo escucharemos del Eclesiástico. La vida de familia vivida en esta clave cristiana conlleva las palabras del evangelio, aplicables a los hijos que honran a sus padres y provocando así la admiración todos: “Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño” que escribió San Lucas.

Fr. Carlos Recas Mora O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)




LECTURAS DEL DOMINGO 31 DE DICIEMBRE : OCTAVA DE NAVIDAD FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

 

Primera Lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14

El Señor honra más al padre que a los hijosy afirma el derecho de la madre sobre ellos.Quien honra a su padre expía sus pecados,y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.Quien honra a su padre se alegrará de sus hijosy, cuando rece, será escuchado.Quien respeta a su padre tendrá larga vida,y quien honra a su madre obedece al Señor.Hijo, cuida de tu padre en su vejezy durante su vida no le causes tristeza.Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.Porque la compasión hacia el padre no será olvidaday te servirá para reparar tus pecados.

                     Es palabra de Dios

Salmo

Sal 127, 1-2. 3. 4-5 R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señory sigue sus caminos.Comerás del fruto de tu trabajo,serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,en medio de tu casa;tus hijos, como renuevos de olivo,alrededor de tu mesa. R/.

Esta es la bendición del hombreque teme al Señor.Que el Señor te bendiga desde Sion,que veas la prosperidad de Jerusaléntodos los días de tu vida. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos:Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.

                              Es palabra de Dios


REFLEXION

Iª Lectura: Eclesiástico (3,3-7;14-17): El misterio creador de ser padres

La primera lectura de este domingo está tomada del Ben Sirá  o Eclesiástico. Tener un padre y una madre es como un tesoro, decía la sabiduría antigua, porque sin padre y sin madre no se puede ser persona. Por eso Dios, a pesar de que lo confesamos como Omnipotente y Poderoso, no se encarnó, no se acercó a nosotros  sin ser hijo de una madre. Y también aprendió a tener un padre. La familia está formada por unos padres y unos hijos y nadie está en el mundo sin ese proceso que no puede reducirse a lo biológico. No tenemos otra manera de venir al mundo, de crecer, de madurar y ello forma parte del misterio de la creación de Dios. Por eso el misterio de ser padres no puede quedar reducido solamente a lo biológico. Eso es lo más fácil, y a veces irracional, del mundo. Ser padres, porque se tienen hijos, es un misterio de vida que los creyentes sabemos que está en las manos de Dios.

Como el relato de Lucas estará centrado en la respuesta de Jesús a “las cosas de mi Padre”, se ha tenido en cuenta el elogio del padre humano de Jesús, que no es otro que José, tal como se le conocía perfectamente en Nazaret. Aunque Jesús, o Lucas más bien, ha querido decir que el “Padre” de Jesús es otro, no se quiere pasar por alto el papel del “padre humano” que tuvo Jesús en Nazaret. Incluso la arqueología nos muestra esa casa de José dónde se llevó a María; donde Jesús vivió con ellos hasta que, contando como con unos treinta años, abandonó su hogar para dedicarse a la predicación del Reino de Dios; donde posteriormente se reúne una comunidad judeo-cristiana para vivir sus experiencia religiosas.

IIª Lectura: Colosenses (3,12-21): Los valores de una familia cristiana

La lectura de este domingo es de Colosenses y está identificada en gran parte como un “código ético y doméstico”, porque nos habla del comportamiento de los cristianos entre sí, en la comunidad. Lo que se pide para la comunidad cristiana -misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia-, para los que forman el “Cuerpo de Cristo”, son valores que, sin mayor trascendencia, deben ser la constante de los que han sido llamados a ser cristianos. Son valores de una ética que tampoco se pueda decir que se quede en lo humano. No es eso lo que se puede pedir a nivel social. Aquí hay algo más que los cristianos deben saber aportar desde esa vocación radical de su vida. La misericordia no es propio de la ética humana, sino religiosa. Es posible que en algunas escuelas filosóficas se hayan pedido cosas como estas, pero el autor de Colosenses está hablando a cristianos y trata de modificar o radicalizar lo que los cristianos deben vivir entre sí; de ello se deben “revestir”.

El segundo momento es, propiamente hablando, el “código doméstico” que hoy nos resulta estrecho de miras, ya que las mujeres no pueden estar “sometidas” a sus maridos. Sus imágenes son propias de una época que actualmente se quedan muy cortas y no siempre son significativas. Todos somos iguales ante el Señor y ante todo el mundo, de esto no puede caber la menor duda. El código familiar cristiano no puede estar contra la liberación o emancipación de la mujer o de los hijos. Por ser cristianos,  no podemos construir una ética familiar que esté en contra de la dignidad humana. Pero es verdad que el código familiar cristiano debe tener un perfil que asuma los valores que se han pedido para “revestirse” y construir el  “cuerpo de Cristo”, la Iglesia. Por tanto, la misericordia, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia, que son necesarias para toda familia, lo deben ser más para una familia que se sienta cristiana. Si los hijos deben obedecer a sus padres, tampoco es por razones irracionales, sino porque sin unos padres que amen y protejan, la vida sería muy dura para ellos.

Fray Miguel de Burgos Núñez(1944-2019)



EVANGELIO DOMINGO 31-12-2023 SAN LUCAS 2, 22-40 OCTAVA DE NAVIDAD FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

 





Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

                                            Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio de hoy, en su conjunto, es toda una historia familiar, con la que Lucas cierra lo que se conoce como el "evangelio de la infancia" (aunque queda el último episodio en Jerusalén). La intencionalidad de esta lectura para la liturgia de hoy es manifiesta; quizás por lo que se afirma de que cumplieron "lo que prescribe la ley del Señor". Es una familia que quiere ser fiel a Dios, y en aquella mentalidad la fidelidad a Dios se manifestaba precisamente en el cumplimiento de todo aquello que exigía la ley del Señor. De hecho, el texto podría reducirse a los primeros versículos y al final de este conjunto (vv. 22-23"39-40). Entonces quedarían descartados, a todos los efectos, el episodio de Simeón y de Ana, en el momento de la purificación de la madre y de la presentación de Jesús al Señor en el templo. Por lo tanto habría que incidir en el sentido de la vida familiar, de una familia judía, piadosa, probablemente de educación farisea, que era lo común, que no se sale de la norma tradicional y religiosa. No es este un matiz a olvidar, porque deberíamos aproximarnos siempre a la figura de Jesús desde la normalidad de una vida en el judaísmo de la época, en la normalidad de trabajo y de la vivencia familiar.

Bien es verdad que Lucas concluye su relato con una expresión que va más allá de lo que es vivir normalmente: "el niño crecía en sabiduría (sofía) y gracia (járis) de Dios" (y. 40; cf. 2,52). Hay mucha intencionalidad en esto por parte del redactor del evangelio. Porque si bien quería presentar el marco normal de una vida de crecimiento de un niño en una familia religiosa, por otra está apuntando a que este niño está llamado a otra cosa bien distinta de los demás. No obstante Lucas ha relatado esta historia de familia con unos pormenores que la hacen especial. En la presentación del niño se debía rescatar al primogénito (cf Nm 8,15-18;18,16) mediante el pago de una pequeña cantidad, cosa que no se nos describe, ya que no lo entiende él como "rescate". Por otra parte, no era necesario en la presentación del primogénito, ni a la purificación de la madre, hacerlo necesariamente en el templo. Pero el evangelista lo quiere así para darle más sentido y para que los episodios de Simeón y Ana (absolutamente proféticos y originales) tengan el marco adecuado. No vamos a incidir a este aspecto, ya que requeriría más explicaciones que las necesarias para la liturgia de hoy.

Pero en la semiótica de todo esto vemos que el "relato de familia se convierte en una propuesta de fidelidad y cumplimiento, aunque con voces proféticas detrás, como la de Simeón y Ana, que están poniendo de manifiesto que este niño está destinado a algo más que ser un judío cumplidor de la ley. Este viejo-visionario vive de la esperanza de algo más que todo eso, y así logra lo que su esperanza le dictan: ver la luz que alumbrará a todas las naciones. El canto de Simeón, el famoso "Nunc dimittis", no deja lugar a dudas, ya que los cantos en estos capítulos de Lucas desempeñan un papel primordial (así es el caso también del Magnificat y el Benedictus). Y de la misma manera la profetisa Ana – cuando la profecía estaba muerta en Israel desde hacía siglos, y una mujer además, no lo olvidemos—, anuncia cosas nuevas de este niño, en una familia, que no se pueden reducir solamente en ser fieles a la ley del Señor, sino a la voluntad salvadora de Dios. Aquí se está anunciando algo inaudito que, sin embargo, crece y se experimenta en la normalidad de una familia religiosa y fiel a Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

29/12/23

EVANGELIO SABADO 30-12-2023 SAN LUCAS 2, 36-40 OCTAVA DE NAVIDAD

 





En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

                         Es palabra de Dios

REFLEXION

El pasaje evangélico de ayer nos relataba  la presentación del Niño Jesús en el Templo y la purificación de María para cumplir con la ley del Señor. Y vimos el testimonio entusiasmado de Simeón de poder ver con sus propios ojos al salvador. Hoy, de una manera más escueta, nos relata el testimonio de la profetisa Ana, una mujer viuda de muchos años y que “no se apartaba del templo día y noche” y “daba gracias a Dios y hablaba  del niño a todos los que aguadaban la liberación de Israel”.

El testimonio de Ana debe ser también nuestro testimonio. Y hemos de hablar, siempre que podamos y la ocasión lo pida,  de Jesús, el Hijo de Dios, el salvador de toda la humanidad, a los que se acerquen a nosotros como la mejor  noticia que les podemos ofrecer para que le metan en sus corazones y vivan la alegría de su amistad y sean, seamos, fieles al camino que nos indica que sabemos que conduce a la vida y vida en abundancia.

Jesús, con sus padres, después de cumplir lo que la ley prescribía volvió a Galilea donde  “iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba”.  

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

28/12/23

EVANGELIO VIERNES 29-12-2023 SAN LUCAS 2, 22-35 OCTAVA DE NAVIDAD

 





Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
“luz para alumbrar a las naciones”
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

                                Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio de hoy nos narra una sencilla escena que responde, por un lado, a las costumbres del pueblo judío y por otra parte, a la capacidad de descubrir la presencia de Dios en lo sencillo de la vida.

Los protagonistas de esta escena son un anciano, un niño y una joven pareja. La presencia de Dios se revela en la fragilidad de un niño y se contextualiza en una joven pareja que vive su fe y realiza las costumbres propias de su contexto religioso. Esta escena podría pasar tranquilamente desapercibida si no hubiese ido al templo un hombre justo y piadoso: Simeón. Probablemente, los ojos de Simeón habían visto ya muchas cosas y el corazón de quien confía siempre aguarda el consuelo de Dios. Inmediatamente, cuando vio a la joven pareja y el niño reconoció al Salvador y en él, el signo de contradicción que iría significar. La alegría y el dolor, la esperanza y el absurdo se entrelazan y alertan a la joven pareja de un futuro que no se conoce pero que se realizará.

Hoy somos invitados a preguntarnos cómo vivo, si es en tinieblas o en la luz. Preguntarnos si percibo la presencia de Dios en lo cotidiano; observar cómo anda mi compromiso concreto y real para que el consuelo de Dios se haga realidad en la vida de quienes me rodean.

Hna. Ana Belén Verísimo García OP
Dominica de la Anunciata

27/12/23

28 DE DICIEMBRE : SANTOS INOCENTES

 





La Iglesia venera a los Santos Inocentes como los primeros mártires que tuvieron que derramar su sangre a causa de Cristo. Dice San Agustín que con razón pueden considerarse como las primicias de los mártires. Su celebración litúrgica estuvo unida en el siglo IV con la fiesta del nacimiento de Cristo.

Mateo (2, 16-18), dentro del evangelio de la infancia de Jesús y con el estilo midrásico que caracteriza a los dos primeros capítulos de este Evangelio, refiere la muerte de los niños inocentes de Belén. Fue una consecuencia de la actitud de los magos de Oriente que, avisados en sueños, regresaron a su patria sin volver a Jerusalén conforme a la indicación que les había hecho Herodes. Éste, al verse defraudado, con la intención de hacer morir al nacido «Rey de los judíos», da orden de matar a todos los niños inferiores a dos años en Belén y su comarca.

La actitud de Herodes

No tenemos constancia de este episodio en las fuentes históricas extrabíblicas, que sólo refiere, entre los evangelistas, San Mateo. Pero sí de los numerosos y horrendos crímenes llevados a cabo por Herodes, ante los cuales sería de menor relevancia la muerte de los niños de Belén. Según el testimonio del historiador judío Flavio Josefo, hizo matar a las siguientes personas: a su yerno José; a Salomé; a Hircano II, sumo sacerdote; a Mariamme, asmonea, su mujer, a quien amaba extraordinariamente; a Aristóbulo, hermano de ésta; a Alejandra, hermana de éstos; a sus propios hijos, Alejandro, Aristóbulo y Antípatro (a éste, cinco días antes de su muerte); a Kostobaro, noble idumeo; a otra mujer llamada Salomé; a Bagoas y a todos los siervos que habían concebido esperanzas mesiánicas. Hizo encerrar en el anfiteatro de Jericó a todos los personajes importantes de la ciudad, dando orden de que fuesen muertos a flechazos el día de su muerte (lo que no se cumplió) (cf. Antq. XVII, 1, 1; 2, 4; 3, 3. De bello jud., 28, 6; 29, 1).

Macrobio (siglo V) recuerda las palabras de Augusto al saber que Herodes había mandado matar a su propio hijo: «Vale más ser el cerdo (hys) de Herodes que su hijo (huión)» (advierte que los judíos no comían carne de cerdo). J. Klausner, judío, profesor de la Universidad hebrea de Jerusalén, caracteriza la historia de Herodes como una historia de «matanzas, confiscación de propiedades, duros tributos y desprecio de la Ley... Gota a gota Herodes drenó la sangre de los judíos durante los treinta y tres años de su gobierno. Raramente pasaba un día sin que alguien fuese ajusticiado» (Jesús de Nazaret. Su vida, tiempos y enseñanza. Buenos Aires, Edic. Paidós, p. 144). Podemos concluir que «Herodes es el prototipo de todos los opresores que asesinan sólo por miedo a perder un ápice de poder. En los inocentes de Belén vemos una realidad que siglo tras siglo, década tras década, empaña la historia de la humanidad y se torna en rostros concretos, independientes de las razas o religiones... Los santos inocentes están vivos hoy y siguen mostrándonos sus rostros perseguidos» (P. I. Fraile Yécora).

La Iglesia venera a los Santos Inocentes como los primeros mártires que tuvieron que derramar su sangre a causa de Cristo. Dice San Agustín que con razón pueden considerarse como las primicias de los mártires los que, como tiernos brotes, se helaron al primer soplo de la «persecución», ya que perdieron su vida no sólo por Cristo, sino en lugar de Cristo (cf. De Sanctis. Sermo CCXX. PL 39. 2i52). Los santos padres celebran su martirio con grandes alabanzas.
Su celebración litúrgica estuvo unida en el siglo IV con la fiesta del nacimiento de Cristo. En Occidente en el siglo V se asocia también a la de la Epifanía del Señor. Parece fue en ese siglo cuando se instituyó una conmemoración propia de los santos inocentes. En Roma y África se fijó como fecha de tal celebración el 28 de diciembre y en la liturgia morárabe el día 6 de enero.

Gabriel Pérez Rodríguez

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO JUEVES 28-12-2023 SAN MATEO 2, 13-18 OCTAVA DE NAVIDAD

 




Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:«De Egipto llamé a mi hijo».Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes;es Raquel que llora por sus hijosy rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

                    Es palabra de Dios

REFLEXION

Y llegamos a uno de los fragmentos del evangelio más complicados de comentar. Apenas ha nacido, Jesús, ya empieza a tener problemas con el poder establecido y tiene que salir huyendo de su tierra, porque Herodes cree en peligro su reinado, pues los magos le anunciaron que había nacido un rey, un competidor, en Belén, y eso no puede permitirlo.

Faltan muchos años para que seamos capaces de descubrir las características del reinado de Cristo. Entonces no se pudo entender un reino y un rey servidor. Puede que nosotros, en nuestro tiempo actual, tengamos también dudas sobre un Rey servidor. Nos gustaría tener al frente un rey poderoso, capaz de hacer y deshacer solo por su voluntad. Un rey cercano a los planes de Herodes, pero muy alejado de los planes de Dios.

Confieso que este suceso me hace estremecer: ¿Cómo puede Dios permitir la muerte violenta de muchos niños y, simultáneamente, salvar a Jesús? ¿Acaso no tenía otros medios para parar a Herodes? Son dos preguntas que no tienen respuesta desde mi entender humano.

Pero también este episodio que nos cuenta San Mateo tiene un evidente paralelismo con la situación que vivió Israel en sus últimos tiempos en Egipto. El Faraón, su rey, ordena que todos los varones israelitas sean eliminados al nacer y Moisés, el elegido por Dios para liberar al pueblo, es salvado de la muerte. Tal vez esta sea la enseñanza que debemos sacar de este texto: Jesús es salvado de Herodes para que en el futuro sea el Salvador de la humanidad entera. Y sabemos que esto lo hizo bien, aunque a veces lo dudemos.

Debemos, también, contemplar en este fragmento, la importancia de la Sagrada Familia en la vida de Jesús y en la nuestra. José y María no tienen dudas sobre el aviso de Dios y se exilian de inmediato, siguiendo las orientaciones del mensajero Divino. Padre y madre se ponen al servicio de Jesús sin dudar ni un instante. Sufren, pero obedecen con la sola idea de salvar al Niño. ¿Estamos nosotros dispuestos a servir a Cristo con la misma devoción que lo hicieron María y José?

D. Félix García O.P.Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

26/12/23

27 DE DICIEMBRE : SAN JUAN EVANGELISTA

 





El Evangelista, a quien se distingue como "el discípulo amado de Jesús" era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador. Se dice que era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás, el único que no murió martirizado.

Hermano de Santiago e hijos del Zebedeo. Uno de los tres predilectos de Jesús entre los Doce. En el libro de los Hechos de los Apóstoles aparece siempre junto a Pedro (3-4; 8). Pablo lo considera como una de las tres columnas de la Iglesia: -Santiago, Cefas y Juan, que pasan por ser las columnas (Ga 2, 9), era considerado como el autor del Evangelio que lleva su nombre. De momento lo que mantenemos es que era evangelista. Entre los griegos la palabra designaba al anunciador de oráculos. En el Nuevo Testamento se aplica al anunciador de la Buena Noticia del Evangelio. Se impuso muy pronto en la Iglesia llamar evangelistas a los autores de los Evangelios. La revisión a la que debe ser sometida la palabra en cuestión obedece a que ninguno de los Evangelios ha salido de una única pluma ni de una única vez.
En los cuatro se detectan fácilmente vestigios de composición – distintas fases por las que pasaron antes de llegar al estado adulto en que hoy los poseemos- y un crecimiento progresivo que pone de manifiesto la maduración creciente fe cristiana y su confrontación con el entorno cultural en el que vivían las comunidades cristianas. Los evangelistas son portavoces de la fe de dichas comunidades y, como tales, revisores y adaptadores de la misma frente a las nuevas circunstancias, favorables o adversas, que iban surgiendo. Los evange-lios crecieron constantemente hasta el momento de su fijación definitiva por escrito. […]

[…] Hoy se sigue hablando del Evangelio según San Juan y, consiguientemente, del evangelista Juan. Pero la obra, el cuarto Evangelio, es considerado como un documento teológico en forma de Evangelio que ha sido colocado bajo el patrocinio de San Juan Apóstol. Y San Juan Evangelista es la figura representativa a la que se acude como avalista del documento teológico más valioso del Nuevo Testamento. Mantenemos tanto el nombre como el título que lleva por razones tradicionales.[…]

Testigo de la fe original

[…] El autor del cuarto Evangelio no pertenece ya a la generación apostólica. Juan Evangelista -seguimos reservando este título para el autor del Evangelio- siente la distancia que le separaba del Jesús histórico y reflexiona sobre la misma con mayor intensidad que lo hicieron los sinópticos. Su reflexión se centra en dos momentos trascendentales: en la vida de Jesús y en la época posterior en que él vive. Y no debemos pensar que al evangelista le interese muy poco el Jesús histórico. Lo que pretende el evangelista es unir o armonizar ambos momentos, de tal manera que el primero -el relativo al Jesús histórico- siga siendo el fundamento del segundo y que éste se desarrolle profundamente, en admirable «inculturación», desde aquél.

El protagonista de su Evangelio es un viviente, ausente corporalmente de la comunidad y, al mismo tiempo, presente en ella y determinante de su vida. Los discursos de Jesús son, más bien, discursos sobre Jesús; las discusiones de Jesús con sus contemporáneos se convierten en las discusiones sobre Jesús, protagonizadas por el cristianismo naciente con el judaísmo que se le había enfrentado de forma violenta. Juan Evangelista se interesa por Jesús no como historiador, sino como cristiano y creyente, como teólogo, teniendo en cuenta la cultura y mentalidad tan distintas de sus nuevos destinatarios a los que había que hablarles en el lenguaje que ellos entendiesen. […]

Felipe F. Ramos

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),