Es palabra de Dios
REFLEXION
Dice al principio el Evangelio: “María se puso en camino de prisa”. Y es que María ayuda siempre, intercede siempre, velozmente, no se demora. Así actúa siempre, cada vez que la invocamos, cada vez que le pedimos ayuda: cuando nos falta la esperanza, cuando escasea la alegría, cuando se agotan las fuerzas, cuando se oscurece la estrella de la vida, ahí está ella y la Madre interviene. Posteriormente, la alegría desmedida de Isabel y de Juan el Bautista, que “salta de alegría en el vientre de su madre”, al escuchar el saludo de María. Y ambas bendicen, por su fe incondicional y su entrega, al aceptar el plan del Señor, sin ninguna duda. El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre varios aspectos importantes. En primer lugar, nos muestra la importancia de la comunión y el apoyo mutuo entre familiares y amigos en momentos de alegría y dificultad. María visita a Isabel después de recibir el anuncio del ángel sobre su propio embarazo. Ambas mujeres comparten la gracia que han recibido, y este encuentro es un ejemplo de cómo las relaciones familiares pueden ser fuentes de consuelo y fortaleza en nuestras vidas. Además, esta lectura nos enseña sobre la humildad y la fe. Tanto María como Isabel son ejemplos de mujeres que asumieron el sueño que Dios tuvo para sus vidas. Isabel reconoce la bendición de María, llamándola "bendita entre las mujeres", y María alabando a Dios por su grandeza y misericordia. Estas actitudes nos recuerdan la importancia de reconocer los sueños que Dios tiene para nuestras vidas. El nacimiento de un niño siempre es motivo de alegría y de esperanza, con más razón si se trata del Niño-Dios. ¿Mis sentimientos van acordes a este acontecimiento que ha marcado la historia en un antes y un después trayéndonos al Salvador, o se han vuelto rutinarios e infecundos? En todo momento y en toda etapa de la vida Dios sueña conmigo, ¿lo creo y lo manifiesto con mi testimonio de vida y con la palabra? |