Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Para hacer el discernimiento sobre nuestra situación personal, social y religiosa, y hacerlo con rectitud de corazón y, por tanto, con ojos positivos, debemos ser humildes, sencillos, y escuchar la voz del Espíritu Santo. Esto es lo que hemos hecho en esta primera etapa del Sínodo de la Sinodalidad. A esto invita el Papa en esta nueva etapa.
Apoyado en la esperanza, Abraham creyó, contra toda esperanza; les recordó San Pablo a judíos y gentiles en su carta a los Romanos. La clave para vivir con esperanza, es la confianza en uno mismo y como creyentes en Dios. Abraham, porque creyó en sí mismo y en Dios, esperó. No es fácil desarrollar la vida entre la espera y la esperanza
Apoyados en la fe y fortaleciendo la esperanza, pidámosle a Dios que fortalezca la confianza en nosotros; y con una renovación personal y comunitaria, vivamos este Adviento de la sinodalidad.Que nos conceda una visión limpia y serena, para clavar nuestra pupila en quién es el único que merece ser visto y contemplado: Jesucristo.