En la Navidad emergen con fuerza esos anhelos profundos del hombre deseoso de estrechar y ensanchar lazos de convivencia y de comunión. Los cánticos y villancicos de la algarabía popular responden a estos sentimientos e invitan a remover los rescoldos más íntimos del corazón humano.
En medio del alborozo de estos días, los creyentes reconocemos por nuestra parte en el Niño del pesebre la presencia de la Bondad del mismo Dios. Por eso nos hemos preparado recorriendo el camino del Adviento para acercarnos al Portal, como los pastores, y contemplar el misterio del Dios encarnado. Y es que la Navidad nos devuelve a lo esencial; nos invita a rumiar interiormente el profundo misterio de la Encarnación, eje y centro sobre el que pivota y se asienta todo el edificio cristiano.
Fray Juan Huarte OsácarConvento de Santo Tomás (Sevilla)