El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Es palabra de Dios
REFLEXION
El texto es conocido. Y fácil de entender. Quisiera fijarme en lo que merece el aplauso del patrón de los empleados. Los que pusieron en actividad lo que llamamos ahora sus talentos, sus facultades, para que rindieran los talentos que les ofrecieron, son premiados por ser “fieles”. La fidelidad es una gran virtud.
La fidelidad consiste en ser coherentes con los compromisos adquiridos: afectivos, comerciales, sociales. La fidelidad implica esfuerzo continuo, frente a la constante tentación de la pereza, o la desviación de facultades o bienes hacia otros objetivos distintos de los prometidos.
Se atenta contra ella, cuando la dejamos de tener presente en nuestros proyectos vitales. Cuando no nos preocupamos en preguntarnos qué hacemos con los bienes recibidos para que rindan en beneficios de todos; o nos despreocupamos de cómo desarrollamos, venciendo dificultades, los compromisos afectivos, los de mejorar la sociedad… Vivir es tratar de que nuestra vida vaya adquiriendo más valor. Lo contrario es solo existir, amontonar tiempo. El tiempo es un valor que ha de rendir. No lo podemos malversar, que es el pecado de quien entierra el talento.
“Al que no tiene se le quitará lo que tiene”. Sí, es una contradicción, si no tiene no se le puede quitar. ¿Qué es no tener? Respuesta: no servirse de lo que se es y se tiene para ser más y mejor lo que somos como seres humanos. Ejemplo el avaro: se muere de hambre por no gastar sus bienes en alimentarse. En realidad “no tiene”, “es tenido” por lo que cree tener, y guarda a costa de la vida.
Tenemos algo cuando está a disposición de los demás, cuando lo hacemos” producir”, rendir. Esto te invita a reflexionar sobre cómo haces rendir los bienes que Dios te da.