6/7/24

DOMINGO 07 DE JULIO DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO





 Ser cristianos nos pide ser siempre testigos de la verdad, a pesar de nuestras debilidades y aunque parezca que no se obtiene ningún resultado. Nos puede tocar ser testigos ante un pueblo rebelde y obstinado que no nos escucha. Pero la verdad, sea o no escuchada, tiene valor por sí misma. No debemos dejar de proclamarla.

Somos testigos débiles. Las debilidades podríamos usarlas como excusa o podrían movernos al desánimo. Pero también podemos leerlas como un modo de evitar la tentación de soberbia y encontrar en ellas una forma de unir nuestra vocación cristiana y nuestras miserias. Es la gracia de Dios la que nos hace testigos y ella basta.

Cuando de alguien conocemos su procedencia, quién es, cuáles son su vida y sus errores, somos dados a pensar o hasta decir ¡¿quién cree este que es?! El mismo Jesús empezó a enseñar en su propia tierra, entre los suyos, y nadie creía en él. ¡Qué difícil se hace identificar el rostro de los profetas entre quienes convivimos a diario!

Fray José Antonio Fernández de Quevedo
Real Convento de Santo Domingo (Almería)