Este relato de Mateo transcurre después de la decepción que sufrió Jesús con el encuentro del joven rico, que cumplía fielmente con la ley, pero cuando le indica que deje todo y le siga, le pudo más el apego a la riqueza que la vida plena y sin ataduras que le ofrecía Jesús; es cuando el Maestro pone el símil del paso de un camello por el ojo de una aguja, y la salvación de los que están sujetos a los bienes materiales, cosa que fue motivo de espanto para los discípulos.
Pedro en esa tesitura pregunta: “Ya ves nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido ¿qué nos va a tocar?” Jesús asevera que todo el que deje lo mundano y le siga, recibirá cien veces más y, lo que es más importante, heredará la vida eterna.
La vida de San Benito es un fiel reflejo del seguimiento incondicional a Jesús, no le importa abandonar sus posesiones y su vida de comodidad, y buscar la felicidad en la vida de oración y sacrificio.
El plan que nos ofrece Cristo no es un camino de rosas, supone privaciones y problemas que nos aparecerán, pero si confiamos en que Dios es amor y este amor, encarnado en Jesús, nos llega a enamorar y nos seduce su proyecto de vida, sin duda alcanzaremos la vida eterna, que en definitiva es el fin para el que Dios nos ha creado.
Todo esto nos supone nadar contracorriente, como le ocurrió a San Benito, pero si depositamos nuestra vida en Jesús, y nos abandonamos en sus brazos, seguro que lo conseguiremos.