Jesús no quiere engañar a sus apóstoles, llamándoles a una vida terrena donde todo les va a ir bien. Les indica que van a correr su misma suerte: “Si al dueño de la casa lo han llamado Belcebú, ¡cuánto más a los criados!”. ¿Cómo fue la vida de Jesús? Cumplió la misión que le había encomendado el Padre, predicar a los cuatro vientos el evangelio, que era la mejor noticia que podía ofrecer a sus hermanos los hombres. Nada ni nadie le hicieron callar. Le amenazaron de muerte. Pero él siguió divulgando su buena noticia. Por encima de la propia vida, está hacer llegar a cuanta más gente mejor su evangelio, que alegra y da sentido a toda persona que lo acoge y recibe. Sabemos que lo mataron en una cruz, pero ese no fue su final. Su final fue su resurrección a su vida de total plenitud, a la vida de Hijo de Dios.
Jesús invita a sus apóstoles a vivir su misma vida. Por encima de todo deben predicar el evangelio… es posible a que a algunos esto le lleve a que les maten… pero como máximo podrán matar su cuerpo, nunca a su alma, a su persona. Sabiendo que siempre, en todo momento van a contar con su amor y su apoyo: “Vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados”. Y que siempre, después de la muerte, les va a estar esperándoles para resucitarles a una vida de total felicidad y para siempre.