Es palabra del Señor
REFLEXION
La escena del evangelio de Mateo es sencilla: los discípulos tienen hambre y comen granos de espigas que cogen mientras atraviesan un sembrado; los fariseos se lo echan en cara a Jesús, que les permite arrancar espigas en sábado. Es una de tantas veces que condenan el comportamiento de Jesús o sus discípulos porque violan preceptos religiosos, especialmente lo que no está permitido en sábado. Desde nuestra mentalidad y creencias podemos pensar que es absurda la situación planteada en este texto, pero el trasfondo es grave y nos afecta a todos en alguna medida.
Vivimos muchas veces sujetos con cadenas invisibles, como aquel elefante que habían liberado de las ataduras, pero ya no sabía moverse con libertad. Y queremos sujetar a los demás con esas cadenas. ¿Nos atrevemos a ponerles nombres? El problema que tenían con el sábado era la mayúscula. ¿A qué le ponemos mayúscula nosotros? Lo habían convertido en sábado, nombre propio, y lo elevaban como al Señor. Lo que se había establecido para un mejor culto se acaba convirtiendo en objeto de culto, en grilletes, lleno de observancias, que condenan y excluyen a muchos. ¿A quiénes dejamos hambrientos por los caminos?
Jesús responde con claridad: os estáis perdiendo lo que es verdaderamente importante. “Aquí hay uno que es más que el sábado”. No quiero sacrificios ni leyes que se convierten en un fin, en afán de control y orden, en vez de liberar. Porque apagan la misericordia en vuestras vidas, en la religión, en la sociedad, e incluso hacen daño y provocan privaciones, injusticias y miseria.
Jesús es más, siempre es más…, más que lo que podamos saber o decir de Él, más que el culto, los mandamientos o cualquier lugar religioso. Todo eso es bueno, mientras no les pongamos mayúsculas. El único con mayúscula es Él, y la palabra que le define es misericordia, esa es la medida de lo que está bien y lo que está mal. “Si comprendierais lo que significa…no condenaríais a los inocentes”.