En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Es palabra de Dios
REFLEXION
El pasaje del evangelio que nos presenta la liturgia en el día de hoy trata de mostrarnos dos contextos totalmente antagónicos entre sí (Reino: casa, luz; Cizaña: maligno, fuego). Uno de ellos, es el Reino de Dios en el que Jesús pone toda su energía en anunciarlo, y, el otro escenario, está marcado por las tinieblas del mal. Sería la vida al margen de la plenitud de vida que Jesús trata de anunciar como un proyecto de humanización, liberación, fraternidad y vida entre los seres humanos.
Un elemento que aparece en el primer grupo y que nos puede ayudar a captar el sentido del texto es: «se fue a casa», con ello, se genera una estructura en la que se permite la predicación de los valores del reino, la fraternidad porque se vinculan con lazos que van más allá de la sangre a los que están bajo ese techo, y se crea la plataforma necesaria para llevar a cabo la misión: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5,14). La casa como lugar de las relaciones fraternas con el Maestro y plataforma capaz de llevar mensaje de luz en la oscuridad del sin sentido.
De este modo, con la categoría «casa» se puede entender un poco mejor la realidad del Reino. Aquellos que acogen el proyecto del Reino de Dios, están con Jesús dentro de la casa, vinculados, en comunión, unidos. Hay una relación de aceptación del proyecto y un compromiso de implantar el Reino. De lo contrario, los que se encuentran fuera son aquellos que por diversas cuestiones no quieren aceptar el proyecto del Reino de Cristo: «El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama» (Mt 12,30).
Jesús, explica el sentido de la parábola, expresando los dos escenarios posibles en los que se puede encontrar el ser humano: El que no lo acepta y vive desde una clave egoísta, obrando iniquidad, le toca en suerte el «rechinar de dientes». Al obrar el mal te vas destruyendo, te consumes. Sin embargo, el que acepta y trabaja por construir el Plan de Dios, «brilla», es luz. No quiere decir que haya ausencia de tribulaciones, sino que ha comprendido el sentido que tiene la vida en entregarse, que el proyecto de Jesús es liberador y que somos luz cada vez que regalamos a los demás parte de nuestra vida.
Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)