Los discípulos de Juan el Bautista, que habían aprendido de él la importancia de la ascesis en la vida, preguntan a Jesús por qué sus discípulos no van en esta misma línea ascética, en concreto no ayunando.
La respuesta de Jesús va en dos direcciones. En primer lugar, les habla de los amigos del novio. Que mientras esté con ellos no pueden pensar en ascesis, en ayunos, en luto, sino en la alegría de disfrutar de su amistad. Sabiendo además que Jesús nos dice “yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos”
En segundo lugar, hace referencia al paño nuevo y al vino nuevo. No se pueden mezclar con el paño viejo y el vino viejo, porque todo se estropearía. Evidentemente lo de Jesús tiene mucho de nuevo, respecto a lo antiguo. Empezando por su persona, con un tinte muy distinto, con muchas novedades respecto a lo antiguo. Y siguiendo por el Dios que nos presenta. De un Dios juez y castigador nos habla de un Dios Padre que rebosa amor y perdón, capaz de amar y de perdonar a todo hombre haya cometido los pecados y desviaciones que haya cometido. Y como tono general de nuestro comportamiento nos presenta su modo de vivir siendo nuestro “camino, verdad y vida”. Todo ello supera con mucho los moldes antiguos. Nosotros hemos de quedarnos con el paño nuevo y el vino nuevo. Hemos de quedarnos siempre con Jesús.