Es palabra del Señor
REFLEXION
Esta frase del Señor al paralítico nos dice el Evangelio que escandalizó a muchos de los presentes… Lo que no nos dice es qué efecto causó al paralítico y, sin embargo, estoy convencido que fue ya determinante para él que le llamara “hijo” y que le perdonara sus pecados… Y es que Jesús interviene con la fuerza del Padre en la historia de esta persona y lo llama, desde la oscuridad del mal y el sinsentido, a la luz de la Bienaventuranza. Esta Revelación de Dios en la historia de una persona y de una comunidad que la presenta precede al milagro físico. Con Jesús Dios entra en nuestra historia paralizada por el mal y el pecado y nos anima a convertirnos. Y es que el mal, las “estructuras de pecado” que diría San Juan Pablo II, nos atenazan y no nos dejan vivir ni caminar. Jesús ha venido para dar de nuevo vigor a nuestras piernas, a nuestros corazones, en la Misión del Reino. La Iglesia es quien nos presenta al Señor que viene por el camino de nuestra vida y prepara, mediante los sacramentos, nuestro corazón para el encuentro y la palabra de ánimo de Jesús que, de seguro, ya resuena entre otros tantos sonidos que nos rodean y dispersan. La clave está en reconocerle y que nuestras piernas experimenten la fuerza para levantarnos, seguirle en la Misión que nos encomiende. «La pereza es un pecado feo, puede afectar a cada hombre: es vivir porque es gratis el oxígeno, el aire, es vivir siempre mirando a los otros que son más felices que yo, vivir en la tristeza, olvidar la alegría. Es un pecado que paraliza, nos hace paralíticos. No nos deja caminar. A nosotros Jesús hoy nos dice: Levántate, toma tu vida como es, bonita, fea, como sea, tómala y ve adelante. No tengas miedo, ve adelante con tu camilla — “Pero, Señor, no es el último modelo…” — ¡Pero ve adelante! ¡Con esa camilla fea, quizá, pero ve adelante! Es tu vida, es tu alegría». (Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2017, en santa Marta) |