Es palabra del Señor
REFLEXION
En este pasaje de San Mateo, el Señor nos pone dos ejemplos comparativos del Reino de los Cielos que se asemejan mucho: “el tesoro escondido en el campo”, y el “comerciante de perlas finas”. Los dos trasmiten un mismo o similar mensaje: que el estar con Dios y ser de Dios es de gran valor para el que lo descubre. Vivir en el Señor y para el Señor te plenifica, te llena de alegría. El tesoro escondido es el Misterio Trinitario que todos los hijos de Dios que vivimos en gracia, llevamos oculto y escondido en el alma, convertido en sagrario de la Santísima Trinidad. Este es el tesoro más grande en la tierra y para eso, con alegría, renunciamos y nos vaciamos de todo lo que no sea El en nuestro corazón.
Cuando encontramos un gran tesoro, en este caso Jesucristo, nos llenamos de alegría y con gozo dejamos de un lado lo demás y hacemos todo lo que está en nuestras manos para adquirir, comprar y tener ese gran Tesoro. Como dice San Pablo: “todo lo estimo basura con tal de ganar a Jesucristo…” Pidamos al Espíritu Santo, -como lo hizo San Ignacio de Loyola, cuya memoria celebramos hoy- su luz, su discernimiento, para saber encontrar, cada día, ese Tesoro en nuestras vidas y para que pongamos nuestro corazón en Él. Allí donde está tu tesoro, está tu corazón. ¿Dónde tengo yo puesto mi corazón?