El pasaje del evangelio nos muestra otro escenario concreto como es Betania, en el que también se da un encuentro importante de dos hermanas con la figura del Maestro de Nazaret. Aquí aparece también le realidad de camino. Betania es lugar de paso que Jesús tiene en su actividad misionera. Es casa de la amistad en la que le permite reparar fuerzas para la dureza del camino. Es hogar en el que se comparte la vida y las enseñanzas de profeta. Ahora se produce el encuentro porque Jesús visita «tú» hogar y vemos dos actitudes a la hora de recibir al peregrino. Se ha dicho en más de una ocasión que María representaba la vida contemplativa por su actitud a los pies del Señor. Y por el contrario, Marta, la vida activa, porque se afanaba en la acción. Nada más lejos de la realidad, porque en nuestra vida como seguidores de Jesús necesitamos de las realidades para poder llevar a plenitud nuestro seguimiento. Me parece que la profundidad del texto tiene que ver más con el encuentro, más desde la clave de ¿Cómo acojo yo a Jesús en mí vida? María, centra ese encuentro con Jesús, en ponerse a los pies en actitud contemplativa de llenarse de la plenitud que trae el visitante. Contemplar a Cristo y su mensaje de salvación porque Él es que da la vida. Algo que a María, no le podrán quitar, puesto que se ha llenado de Jesús. Marta, recibe la visita igual que su hermana, lo que pasa que entiende que a Dios no le puede faltar de nada. Es Dios, y hay que agasajar de la manera más perfecta al huésped, por ello, se afana en el servicio. Sin embargo, hay una polilla que la va minando por dentro. Mi hermana no se entera de esto, ¿Por qué no me ayuda? Siempre me cargo yo todo el trabajo, si alguna vez hiciera algo… Claro María pone el foco en otra cosa y son dos formas distintas de ver la misma realidad y de entender la vida. Quizás la falta de diálogo, empatía, pedir ayuda, hace que Marta, trate de salir adelante con todo. Por eso, Jesús, pone el acento en la raíz del problema: «andas inquieta». No es que le esté reprochando nada Jesús. Sino que la raíz de nuestros problemas muchas veces son esos, que no somos capaces de centrarnos y de disfrutar de lo que estamos haciendo porque nos consume el agobio, ni en la acción ni en la contemplación. No disfrutamos de servir a Jesús, en los demás como debemos por los cansancios, agobios, falta de paciencia. Igual sucede en la oración, la aplazamos, no la saboreamos, no nos llena porque el agobio de hacer otra cosa. Por ello, es importante la actitud: «Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20-28). Servicio hasta dar la vida por lo demás, que centra tu vida en lo importante en Cristo, de este modo, te configuras con Él. |