El Evangelio es exigente, pero no pide nada que no sea lógico. Para ser cristiano y seguidor fiel de Cristo no hay que ser excepcionales sino normales, con la firmeza propia de un ser humano sensato y responsable, cuerdo y consecuente. Porque la fe y su práctica, no nos hacen superiores sino plenamente humanos y ya esta naturaleza requiere una formación en los principios, tareas y costumbres que hacen posible que todo el que se ha encontrado con Jesús sea fiel (Él se hizo hombre) y el que no lo ha encontrado, tiene camino abierto para ello. Este Evangelio no hace sino describir la actitud del que comprende y valora la comunión entre los hombres, cada cual, en su puesto, porque todos somos miembros y colaboradores del Bien. ¡Cuánto más si pasamos estas actitudes al Seguimiento de Cristo, entramos en la relación base del seguimiento que es producto del Amor recibido y correspondido! Habiendo recibido tantos beneficios de nuestro Amo que nos amó primero, sólo tendría que brotarnos la gratuidad y la entrega, como Él: hasta el extremo. En el Amor no hay medida ni límites, además este amo, ya vemos que es capaz de servirnos a nosotros sus siervos a los que llama Amigos… con Él nos salimos de los límites de la norma y somos contagiados e invadidos de su gran Amor y servicio hasta dar la vida. Ojalá que podamos captar esa realidad que nos hará Felices y capaces de construir el mundo nuevo donde habite la justicia y el derecho y no haya opresores ni oprimidos y habrá una tierra y un cielo nuevos; así viviendo el Evangelio estaremos instalado los cimientos para ello, será algo que nos deslumbrará y asombrará. Puesto que los hombres estamos configurados para ser constructores de Paz , ¿podríamos decir que aún es posible soñar y esperar que cesen las guerras? Al menos pongamos nuestro granito de arena en el propio entorno y Aquel que todo lo puede hará cosas mayores. |