17/10/24

EVANGELIO VIERNES 18-10-2024 SAN LUCAS 10, 1-9 XVIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”».

                                          Es palabra del Señor

REFLEXION

El mismo Lucas que acompañaba a Pablo, según la epístola a Timoteo, en esa etapa final de su apostolado, es el que ahora nos centra en el Evangelio en el envío que Jesús hace a los discípulos. Si la carta de Pablo se considera pastoral, este texto es una declaración explícita de cómo ha de ser esa misión evangelizadora. El evangelio de Lucas es el Evangelio del camino, y este es el mandato de Jesús: “Poneos en camino”. Son varios los aspectos que van definiendo cómo debe ser la misión: en comunidad (de dos en dos), preparando el encuentro con Jesús (a los lugares donde pensaba ir él), como servidores humildes (como corderos en medio de lobos), sin posesiones ni poder (no llevéis bolsa, ni alforja ni sandalias), propiciando el encuentro y la fraternidad (decid primero: “Paz a esta casa”), sin privilegios (comiendo y bebiendo de lo que tengan), haciendo el bien (curad a los enfermos) y anunciando la buena noticia del reino de Dios.

No sabemos bien cómo muchos de estos aspectos se han ido tergiversando, quizás motivados por criterios de poder, éxito o eficacia. Y la pureza de ese primer envío se ha ido tiñendo con las propias flaquezas y pecados de los enviados. Lo que sí sabemos es que siempre somos enviados nuevamente, y podemos volver a vivirlo con una pureza purificada, renovada en la confianza de que el Señor sigue diciéndonos: “¡poneos en camino!”. 

Estamos todos llamados a dar testimonio de Aquel en quien creemos. Cuando nos entregamos y damos aquello que somos, por sencillo o pequeño que sea, un gesto de amor, una palabra de perdón, un servicio en la iglesia, en la comunidad, en la familia, una oportunidad de acogida, de diálogo y encuentro, una muestra de paz, un ministerio vivido con humildad…, estemos seguros que se multiplicarán como las semillas plantadas en suelo fértil, simplemente porque es don y todo don es bendecido por Dios.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo