15/7/23

LECTURAS DOMINGO 16-07-2023 ; DECIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Esto dice el Señor:«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,de fecundarla y hacerla germinar,para que dé semilla al sembradory pan al que come,así será mi palabra que sale de mi boca:no volverá a mí vacía,sino que cumplirá mi deseoy llevará a cabo mi encargo».

                                                                  Es palabra de Dios

Salmo

Sal 64, 10. 11. 12-13. 14 R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegasy la enriqueces sin medida;la acequia de Dios va llena de agua,preparas los trigales. R/.

Así preparas la tierra.Riegas los surcos,igualas los terrones,tu llovizna los deja mullidos,bendices sus brotes. R/.

Coronas el año con tus bienes,tus carriles rezuman abundancia;rezuman los pastos del páramo,y las colinas se orlan de alegría. R/.

Las praderas se cubren de rebaños,y los valles se visten de mieses,que aclaman y cantan. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 18-23

Hermanos:Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto.Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.

                                Es palabra de Dios

REFLEXION

Iª Lectura: Isaías (55,10-11): La palabra profética, transforma la historia humana

 El libro de Isaías, o mejor dicho, el Deuteroisaías (40-55), termina con un capítulo de altos contenidos teológicos que podemos interpretarlo como «la fuerza de la palabra de Dios que cambia la historia», que hace historia, que no se limita a los ámbitos espirituales, aunque estos son su ser natural. Efectivamente, el texto de la Iª Lectura de hoy forma parte de ese capítulo del que hablamos; sus imágenes, los símbolos que se usan, ponen de manifiesto esta teología sobre la fuerza de la palabra profética como Palabra de Dios. Lo que se quiere poner de manifiesto es la dimensión creadora y transformadora de la Palabra de Dios.

 Sabemos que los profetas de Israel y Judá han marcado la religiosidad de su época y por eso su mensaje sigue siendo para nosotros un mensaje de alternativa. La Palabra de Dios que viene sobre el pueblo desencadena juicio y salvación a la vez. En el texto de hoy nos encontramos con la singularidad de que la Palabra de Dios, como la lluvia y la nieve, no vuelven a lo alto de vacío; así sucede con la Palabra de Dios que se hace presente por medio de sus profetas. Los corazones, es decir, las personas, reciben lluvia y nieve espirituales de la palabra de los profetas que interpretan la voluntad de Dios en la historia personal y comunitaria.

 Eso no quiere decir que todos los acontecimientos de la historia están desencadenados por la Palabra de Dios, y en eso deberemos tener cuidado para no caer en fundamentalismos; pero la Palabra divina salva, anima, consuela, juzga las injusticias y a los poderosos. Esa palabra llega de muchas formas y maneras por medio de los que han puesto su confianza en Dios. Y desde esa confianza y energía, Dios actúa en la historia. Por eso, el compromiso de los que cuentan con Dios en sus vidas no debe reducirse al ámbito personal-espiritual. El mundo, la sociedad, las instituciones de justicia y de altas decisiones no deberían hacer oídos sordos a los "profetas" de salvación y de gracia.

IIª Lectura: Romanos (8,18-23): Una ecología teológica

 La IIª Lectura nos muestra unos de esos textos que podemos llamar actualmente «ecológicos». Sabemos que la ecología está siendo campo de batalla de numerosas ideologías contrapuestas y contradictorias. Pablo, con el lenguaje de la apocalíptica, al que era tan cercano como buen judío, nos presenta la suerte del mundo, de la creación, unida estrechamente a la suerte de los hombres y de su redención. No es un texto negativo, como a veces le han reprochado. Ya Teilhard de Chardin había hecho una lectura muy positiva, no solamente válida, con su “himno a la materia”, en la línea de la esperanza de redención de todo el universo. Este mundo de la creación no puede estar llamado a lo obsoleto. San Pablo está usando el término ktisis, que viene a significar la creación, la materia como misterio en el que subsistimos en este mundo.

 La verdad es que, en este mundo, la obra de Dios es para el hombre, está en sus manos, pero ¿qué estamos haciendo de este mundo nuestro? La creación también tiene que consumarse en la liberación; lo que ha formado parte de nuestra historia, de nuestro ser, anhela gracia y salvación. Es verdad que para los que conciben el mundo y la creación solamente como «naturaleza», esto es un antropomorfismo; pero, en todo caso, en nuestra redención personal y comunitaria, el mundo, el arte, la música, el cielo, la tierra, el sol... todo adquirirá sentido, todo es anhelo de dolores de parto para vivir en una armonía que está verdaderamente en las manos de Dios.

 Es muy probable que detrás de este texto exista una reflexión teológica del mismo judaísmo sobre Gn 3 y las consecuencias del pecado de la humanidad, del hombre creado a imagen y semejanza de Dios y las consecuencias para el mundo. Pablo quiere hacer una lectura nueva desde Cristo. El pecado de la humanidad no queda solamente en el ámbito de lo interior, sino que lo exterior, la naturaleza, se resiente si el hombre no sabe llevar a cabo la misión que Dios le ha encomendado. Porque la humanidad está llamada a un estado de paz con la naturaleza, pero cuando la humanidad se aleja del proyecto divino de justicia, de armonía, de paz, entonces, las guerras o la acumulación de bienes de unos pocos se refleja en la misma naturaleza. La creación, no lo olvidemos, está ligada al destino del hombre. Ahí está la fuerza argumentativa de la verdadera ecología teológica.



EVANGELIO DOMINGO 16-07-2023 SAN MATEO 13, 1-23 XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
«Por qué les hablas en parábolas?».
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador:
si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».

                                      Es palabra de Dios

REFLEXION

 La parábola del sembrador y su explicación abre estos domingos de lectura continua en los que se nos van a presentar distintas parábolas, que Mateo concentra precisamente en el c. 13. Podemos decir también que esta es una parábola ecológica, por sus símbolos. La semilla que cae en distintas tierras, que después se compara con distintas actitudes, debe ser la Palabra de Dios que conduce nuestra historia, que crea una relación hermosa y llena de sentido.

 Cuando la historia no se contempla desde el horizonte de la Palabra de Dios, entonces todo se resiste a la armonía, a la fraternidad, a la paz, e incluso a la calidad de vida digna para todos. En todo caso, Jesús, con su parábola -ya que la explicación probablemente procede de la iglesia primitiva que era más timorata-, intentaba decir que, pase lo que pase, la Palabra de Dios siempre produce fruto; basta acogerla desde nuestras posibilidades. Unas veces producirá más y otras menos, pero siempre será luz de nuestra vida. Porque en esto de la luz, de la gracia y de la salvación, la cantidad no cuenta de verdad.

 Es muy probable que haya sido la iglesia posterior y su moralismo excesivo, la que se haya propuesto acentuar eso de la cantidad como un perfeccionamiento anhelado, y así se refleja en la explicación de la parábola, donde ya todo se centra en el campo que acoge, no en la semilla. Sin embargo, el profeta de Nazaret era menos perfeccionista y quería trasmitir una confianza inaudita en la fuerza de Dios que nos llega por la palabra profética y por la parábola profética del sembrador. El sembrador sabe que no todo lo que siembra se recoge al final, sino que siendo más realista confía "en conjunto" en la semilla que esparce, es decir, en la palabra que ilumina y que salva.

 Cuando alguien solamente ha podido entregar el 20, o el 60 de su vida (incluso el 30 y el 40), Dios no lo desprecia, sino que lo tiene muy en cuenta. Su amor a los hombres y mujeres que viven en este mundo no le hace despreciar lo que su amor engendra, aunque sea una mínima parte de lo que debería haber sido. Porque para Jesús, en este caso, se trataba de poner de manifiesto la fuerza de la semilla, de la palabra, del evangelio de vida. Porque sin esa semilla, sin esa palabra de gracia y de buenas noticias, no hay manera de que los seres humanos se puedan fiar de Dios y serle fieles. Jesús está sembrado, en esta parábola “el evangelio” frente a le Ley (la Torá). Con el evangelio se entiende que la semilla es gracia; con la ley, lo que vale es la ”producción” en cantidades semejantes a la inversión.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

14/7/23

EVANGELIO SABADO 15-07-2023 SAN MATEO 10, 24-33 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!
No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por unos céntimos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».

                                            Es palabra de Dios

REFLEXION

El miedo no debe nunca impedir la proclamación del mensaje de Jesús. Lo decisivo no es perder la vida, sino comprometer su destino. Cuando la vida tiene sentido, cuando lo que hacemos es algo que creemos conveniente y, aunque cueste, lo llevamos a cabo con convicción y nos parece que Dios nos lo pide, entonces lo de menos es que el desenlace nos resulte satisfactorio o no. Hemos sido fieles a nosotros mismos siendo fieles a lo que Dios nos ha inspirado o nos ha sugerido y, en el fondo, estamos en paz.

Jesús obraba siempre con una total confianza en Dios, que era su Padre. Y eso es lo que a nosotros nos quiso enseñar: la confianza en Dios como Padre debe predominar siempre en nuestra conducta. Desde nuestra manera de tratarlo (“Padre nuestro”) hasta nuestro empeño por imitarlo (“Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo”). Y especialmente en nuestra tarea de proclamar el evangelio. Él mismo prometió que daría testimonio a favor nuestro ante su Padre, si nosotros hubiéramos procurado dar testimonio de él en nuestra misión de anunciar su persona y su mensaje.

San Buenaventura, a quien hoy celebra la Iglesia, nos exhorta a esa imitación de Cristo en su misión y en su pasión: “pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, y así, una vez que nos haya mostrado al Padre, podremos decir con Felipe: Eso nos basta”.

Fray Emilio García Álvarez O.P.Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

13/7/23

EVANGELIO VIERNES 14-07-2023 SAN MATEO 10? 16-23 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
Pero ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.
En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre».

                                         Es palabra de Dios

REFLEXION

Sigue Jesús enseñando a sus discípulos y no pone ante ellos un panorama halagador. Anuncia que se van a encontrar como ovejas entre lobos, y este anuncio sigue vigente entre nosotros ahora y en el futuro.

Los seguidores de Jesús tenemos un riesgo seguro: predicamos el Evangelio, y esto no está de moda. Nunca ha sido universalmente entendido y el mensaje en él contenido, aceptado. La Iglesia nacida a raíz de Pentecostés ha sido, y sigue siendo, el blanco preferido por parte del mundo y las persecuciones se suceden sin descanso. Antes de Constantino las persecuciones eran una constante. Cuando Constantino publica su edicto y hace del cristianismo la religión del Imperio Romano, pareció llegar la paz a los seguidores de Cristo, pero pronto el resultado fue una Iglesia domesticada; una Iglesia que, en seguida y sin descanso, se amoldo a los usos y costumbres de los poderosos, adoptando unas formas de hacer, más próximas a un feudalismo puro y duro, y cada día más alejada de la sencillez de Cristo y alejada de su mensaje de amor y servicio.

La fortaleza de la Iglesia de los mártires se transformó en otra muy diferente en la que la actitud de servir cambió y se hizo dominadora. La sencillez de los primeros obispos, se transformó en poder, incluso con ejércitos propios, y el clero, con honrosas excepciones, pasó de dominado a dominador.

Y a pesar de todas las torpezas que los humanos vamos cometiendo, la Iglesia sigue viviendo, crece, o decrece al ritmo de los tiempos, pero se mantiene viva.

Ciertamente hemos olvidado que Cristo nos dijo que no nos ocupáramos por lo que tendríamos qué decir o cómo lo diríamos. El Espíritu Santo hablaría por nosotros, pero esto lo olvidamos y nos dedicamos a construir discursos eruditos, no se sabe si para defendernos o para atacar al contrario. Nos hemos hecho odiosos no por el nombre de Jesús, sino por el mal uso que de él hacemos.

La historia sigue caminando y el aviso que Jesús nos da de que seremos odiados a causa de su nombre, se sigue produciendo. Hay obispos encarcelados por el simple hecho de ser obispos cristianos. Hay cristianos martirizados a lo largo y ancho del mundo solo por ser seguidores de Jesús. Nuestros templos y capillas son profanados en nombre de una pretendida “libertad de expresión” que no tiene nada de libre. Y nosotros seguimos adelante, alegres, trabajando por el Reino y sabiendo que el Señor, al final, nos protege y nos salva. La Iglesia seguirá siempre viva.

D. Félix García O.P.Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)



12/7/23

EVANGELIO JUEVES 13-07-2023 SAN MATEO 10, 7-15 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO





 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«ld y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.
Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.
En verdad os digo que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».

                                                  Es palabra de Dios

REFLEXION

El pasaje del evangelio en el día de hoy se presenta en el envío misionero que Jesús hace a sus discípulos. El mensaje de la Buena Noticia y el amor de Dios tienen que llegar hasta los confines de la tierra, mediante el testimonio de aquellos que se han encontrado con Jesús en sus vidas. Por aquellos, que se sienten interpelados por el Maestro de Nazaret. Jesús, es realmente ese tesoro capaz de centrar toda tu vida. Y al igual que expresa el texto sagrado, aquella persona que tiene la suerte de descubrirlo, lo vives así, como el haber encontrado esa perla preciosa. Así, eres capaz de descubrir que en tu vida todo lo has recibido gratis y lo debes de dar gratis.

Un aspecto del que habla el texto es la gratuidad. Tolo lo hemos recibido de las manos de este Dios Creador. Nos ha llamado a la existencia y en su infinito amor nos ha soñado y nos llama por nuestro nombre: «Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). Desde la existencia hasta los talentos que ha puesto en nuestro interior. La huella de su amor que nos permite buscarlo y reconocerlo como: «Abba». La promesa hecha realidad de que nos estamos solos en el desierto de la vida sino que nos acompaña la presencia viva del espíritu de Jesús. Por tanto, no queda otra cosa que darlo todo por amor.

Después de haber experimentado el amor, Jesús, pide al discipulado que sea capaz de ser libre, disponible, desprendido, para que pueda llegar a otros la Buena Noticia, el amor de Dios hecho sanación. No estéis apegados a nada sino con libertad absoluta para ir al mundo entero. Confiando siempre en que Dios va acompañando tu vida.

El aspecto central del sentirse amado y enviado culmina con la experiencia de sentirse en una paz que desborda tu vida, la paz interior plena que en ningún momento nadie te puede arrebatar. El shalom bíblico, que no es la ausencia de guerra, tribulación, lucha interior, sino que tiene una dimensión más profunda. Manifestada en la armonía que se produce entre la humanidad y la creación de Dios, esa relación está abrazada por la paz. Indicada en una plenitud, armonía, salud, bienestar en las relaciones humanas que hacen que esa paz inunde tu vida. Las apariciones del resucitado tienen como denominador común que esa armonía y plenitud inunden la vida de los discípulos: «Paz a vosotros».

Ese envío misionero que Jesús hace a sus discípulos es para que llegue a los confines de la tierra la Buena Noticia, como la plenitud de un encuentro con el rostro compasivo de Cristo, que da plenitud tu vida. Así, que id al mundo entero y anunciar con vuestras vidas que Jesús está vivo y resucitado.

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)

11/7/23

EVANGELIO MIERCOLES 12-07-2023 SAN MATEO 10, 1-7 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús, llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».

                           Es palabra de Dios

REFLEXION

En el evangelio de hoy, (Mt 10,1-7) se inicia  lo que  llaman el Sermón de la Misión o discurso misionero. En él encontramos tres asuntos o partes: a) el llamado (V 1, Jesús llamó a los discípulos y les entrega unos dones que ellos jamás hubieran imaginado); b) los nombres de los doce, les llama individualmente a cada uno; C) los envió con un cometido, lugar y misión concreta. “No entréis…id a las ovejas descarriadas de Israel” No pueden olvidar que van a realizar una misión que no nace de ninguno de ellos. Jesús los  capacitó invistiéndolos con su propio poder y que Él recibió de su Padre. Por tanto los discípulos deben recordar siempre cuál es el origen de su función=servicio,  y recordar que la autoridad que manifiestan  para “expulsar espíritus malos  y sanar toda enfermedad”  no es por méritos propios, es un poder recibido para hacer bien a los demás. Es ofrecer el mensaje  de salvación del mismo Jesús. No aún para todos los pueblos sino para la casa de Israel. Jesús muestra aquí su preferencia. Más tarde serán enviados hasta los confines del mundo.

Hoy Jesús sigue llamando, (dice tu nombre) convocándonos para que vayamos (no es necesario cruzar fronteras) y demos  testimonio de que el Reino de Dios se inicia aquí, en nuestro mundo. Él necesita de nuestra docilidad para responder a la misión que cada uno tiene asignada en el plan de Dios. Ojalá no perdamos la oportunidad  de escuchar y acoger lo que Él quiera de nosotros.

Podemos orar preguntándonos: ¿Cuál es la misión concreta, con mi realidad de hoy a la que el Señor me envía? No perdamos la ocasión de preguntarnos con otros por las necesidades concretas de nuestro mundo y cómo podemos llevarlas a cabo.

Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

10/7/23

EVANGELIO MARTES 11-07-2023 SAN MATEO 19? 27-29 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

                                Es palabra de Dios

REFLEXION

El Evangelio de hoy resalta por esta pregunta de Pedro: “nosotros lo hemos dejado todo, ¿qué nos va a tocar?”. Sinceramente, no creo que Benito, cuando lo dejó todo y se fue a vivir en la soledad de Subiaco, le preguntara al Señor, ¿qué me va a tocar?

Todo lo contrario, él se dedicó por completo a entregar todo lo suyo al Señor, despojándose de la necesidad de autoafirmación y de ponerse siempre en el centro; también entregó a Dios todos sus afectos interiores y sus inclinaciones, la ira, la venganza, todo lo que nos moviliza interiormente pero que nos aleja de Dios. Por eso pudo comenzar su Regla con esa célebre frase, no anteponer nada al amor de Dios.

Sólo por medio de esta entrega total, pudo Benito hacer honor a su nombre y ser un hombre de bendición y de paz, hacia Dios y hacia los demás. Y todo fundamentado en la oración incesante, cimiento de la vida de San Benito y de sus monjes. También cada uno de nosotros necesitamos poner este sólido cimiento de la oración en nuestras vidas, como ejercicio de escucha de la voluntad de Dios que nos habla por medio de los acontecimientos de nuestra historia, por medio de las personas y situaciones en las que nos encontremos.

Apoyados en la oración, bendiciendo siempre, podremos encontrar cien veces más ahora, y luego alcanzaremos la vida eterna.

¿Qué cosas prefiero o antepongo al amor de Dios en mi vida?

¿Siento mi corazón atado y esclavizado? ¿Qué cosas me esclavizan?

¿Soy consciente de que sólo la caridad ardiente puede liberar mi corazón y ayudarme en el camino de la fe?

Sor Inmaculada López Miró, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba

9/7/23

EVANGELIO LUNES 10-07-2023 SAN MATEO 9, 18-26 XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla le dijo:
«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús haciendo dos curaciones podemos decir físicas. Devuelve la vida a la hija de un personaje suplicante y arrodillado delante de él. Cura igualmente a una mujer que se le acerca “pensando que con solo tocarle el manto se curaría”.

Es cierto que en este siglo XXI no conocemos a Jesús realizando muchos milagros de este tipo. Pero Jesús sigue haciendo milagros. Cada hora, cada minuto, cada segundo realiza a lo largo de toda la humanidad el milagro de adentrase en el corazón, en la vida de todos sus seguidores, cumpliendo su promesa: “Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos… no os dejaré huérfanos”. Justamente Jesús “inventó” la eucaristía para regalarnos su presencia simbólica pero real: Aquí tenéis, “mi cuerpo entregado, mi sangre derramada”. “El que come mi cuerpo y bebe si sangre está en mí y yo él”. El mucho amor que nos tiene le lleva a realizar el milagro de regalarnos su continua amistosa presencia.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


8/7/23

DOMINGO 09 DE JULIO ; XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




“…has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11,25)

Jesucristo nos invita a no quedarnos en las atrayentes apariencias que la vida nos propone sino más bien a buscar la razón de las cosas, gracias a la cual las cosas tienen peso e importancia para la vida personal. No quiere el Señor la superficialidad, enfermedad contagiosa del tiempo que nos toca vivir, sino que nos invita y nos apremia para que tratemos de descubrir el verdadero sentido de la vida y de todo aquello que tiene que ver con nuestra realidad personal.

Según la mentalidad humana, las palabras de Jesucristo son despreciadas, porque lo que cuenta es el triunfo personal, la apariencia, el quedar bien, aunque todo esto sea a costa de ignorar o de pisotear a las demás personas para alcanzar lo que se pretende, por más que sea el egoísmo el que mueva a obrar así.

Jesucristo es el buen Maestro y de él tenemos que aprender a servirnos de una visión alejada de la superficialidad, buscando la realidad de las cosas, el sentido verdadero de la vida diaria. Para esto nos sirve la historia de la salvación, la Palabra de Dios, tal como la liturgia de la Palabra nos propone es este domingo.

De nuevo nos encontramos directamente con el contraste entre la Palabra de Dios y lo que el mundo y la sociedad en general nos ofrecen: lo permanente frente a lo pasajero y trivial. Jesucristo respeta nuestra libertad a la hora de decidir, pero nos apremia para que nuestra elección sea la adecuada, superando la apariencia de lo que, con engaño, se presenta con tanto atractivo. Vayamos, pues, a lo esencial, porque de esto depende nuestra vida humana y cristiana. Lo esencial es lo que está al alcance de “los pequeños”, de las personas sencillas.

¿Lo hacemos así en nuestro vivir diario? ¿Tomamos en consideración lo que nos dice Jesucristo, el buen Maestro? ¿Cuánto atractivo ejercen sobre nosotros quienes se creen doctos cuando en realidad no pasan de ser presuntuosos? Por favor: no nos dejemos engañar, escuchemos al Maestro y sigamos sus pasos.

Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.Convento de La Virgen del Camino (León)

LECTURAS DOMINGO 09 DE JULIO ; XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10

Esto dice el Señor:«¡Salta de gozo, Sion; alégrate, Jerusalén!Mira que viene tu rey,justo y triunfador,pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna.Suprimirá los carros de Efraíny los caballos de Jerusalén;romperá el arco guerreroy proclamará la paz a los pueblos. Su dominio irá de mar a mar,desde el Río hasta los extremos del país».

                                          Es palabra de Dios

Salmo

Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;bendeciré tu nombre por siempre jamás.Día tras día, te bendeciréy alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,lento a la cólera y rico en piedad;el Señor es bueno con todos,es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,que te bendigan tus fieles.Que proclamen la gloria de tu reinado,que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,bondadoso en todas sus acciones.El Señor sostiene a los que van a caer,endereza a los que ya se doblan. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13

Hermanos:Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así pues, hermanos, somos deudores, pero no de la carne para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

                            Es  palabra de Dios

REFLEXION

Iª Lectura: Zacarías (9,9-10): Las armas y los carros nunca traen la paz

La Iª Lectura del profeta Zacarías habla sobre la restauración de Israel, de Jerusalén, en razón del Mesías justo y victorioso. El libro de profeta Zacarías es un conjunto de oráculos que, con toda seguridad, no pertenecen solamente a un personaje, sino a una escuela profética que se ocupa de animar al pueblo. Es un caso parecido al de Isaías. De hecho, podemos dividir el libro en dos parte, y es precisamente a partir del capítulo 9 cuando comienza la segunda que supone una época y unas circunstancias distintas en el momento de la restauración y la vuelta del destierro de Babilonia; esa segunda parte del libro puede ser, probablemente, del s. III a. C.

Casi la totalidad de Zac 9-14 tiene un tono escatológico, de influencias apocalípticas. Aquí se pone de manifiesto como punto central a Sión, símbolo de unidad, de justicia y de paz. El oráculo propone la destrucción de los carros y de las armas: ¡qué maravilla!, porque eso es también lo que necesitamos hoy. Ninguna guerra lleva a ninguna parte; solamente siembra muerte y destrucción. Probablemente es un texto que nace en el horizonte de la conquista de Palestina por parte de Alejandro Magno y sus generales, que es lo contrario de la propuesta del oráculo que ve en lontananza un rey humilde.

Precisamente es la fuerza de la humildad con la que este rey destruirá los instrumentos de la guerra. ¿No es posible la concordia y la paz? ¿Son necesarios los carros para que Jerusalén sea la ciudad de la paz? La entrada de Jesús en Jerusalén fue descrita por los evangelistas bajo la inspiración de este texto. Sin embargo, las autoridades judías no creyeron que viniera en son de paz. Querían preservar Jerusalén de la osadía del profeta pacífico y le montaron un juicio político, entregándolo en manos de los romanos. Pero Jesús traía la paz en su labios y en su corazón. No destruyó el profeta galileo Jerusalén. Por el contrario, cuarenta años después, los que recurrieron a las armas, los celotes y los que les siguieron, llevaron a Sión al desastre. Es una lección que no se debería olvidar hoy, en que "Sión" se quiere defender con carros de combate o protegerla con un muro vergonzoso.

IIª Lectura: Romanos (8,9.11-13): Vida nueva en el Espíritu

Estamos ante uno de los textos más bellos, profundos y determinantes de esta famosa carta de San Pablo. El apóstol, que ha destruido teológicamente la seguridad que los judíos o los judeo-cristianos ponen en la Ley para vivir (Rom 7), traza la alternativa más desbordante para la vida cristiana: vivir según el Espíritu. Este canto es un canto del Espíritu de liberación y de victoria frente a las situaciones trágicas del “yo” y de la ley (todas las estructuras que nos atan). La redención cristiana se realiza por medio del Espíritu que es el que da sentido a nuestra vida mientras vivimos aquí, y es el que nos garantiza la vida más allá de la muerte; porque de la misma manera que por El se llevó a cabo la resurrección de Jesús, así sucederá con nosotros.

Es el texto más explícito de Pablo sobre la conexión entre resurrección y Espíritu y debemos profundizar en él, ya que es un alarde de teología espiritual. La Ley nos muestra nuestros pecados, pero el Espíritu nos purifica, nos salva, nos libera. La tensión carne-espíritu es manifiesta en nuestra vida, aunque no es necesario abusar del dualismo del “yo” que hay en nosotros. Es una de las antítesis más famosas de la teología paulina (carne-espíritu), si bien Pablo quiere resaltar que estamos en Cristo, somos de Cristo, si tenemos su "Espíritu". Es el que nos hará pasar por la muerte, no para quedarnos en la nada, sino para tener la vida nueva que ahora ya tiene el Señor, que ha sido "resucitado por el Espíritu".

¿Quién tiene de verdad el Espíritu de Dios y de Cristo? En realidad quien no vive en su "yo" soberbio y carnal que engendra muerte, es decir, el egoísmo puro. Porque cuando hablamos de "carnal" no se debe entender, sin más, lo sexual, como muchos comunicadores cristianos defienden. La carne es el mundo contrario al Espíritu, a su libertad, a su entrega, a su magnanimidad. Esto se explica bien en este texto de la carta a los Romanos si tenemos en cuenta el capítulo precedente (Rom 7,17ss) en el que ha descrito el apóstol la incapacidad del "yo", es decir, de la persona que solamente se mira a sí misma y vive en sí misma. La presencia del Espíritu en nosotros no puede ser distinta de la que experimentó Cristo. Por tanto, vivir, ser habitados por el Espíritu, es sentir sobre uno mismo y sobre Dios, lo que se nos ha de describir en el evangelio de hoy.

Fray Miguel de Burgos Núñez(1944-2019)