25/7/23

EVANGELIO MIERCOLES 26-07-2023 SAN MATEO 13, 1-9 XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.

Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.

Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron.

Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra sesenta; otra, treinta.

El que tenga oídos, que oiga».

                       Es palabra de Dios

REFLEXION

No es tan difícil reconocer en el hoy de nuestro mundo, sobre todo en algunos ambientes, esa misma preocupación y ese mismo rechazo que se daba en las comunidades de Mateo al mensaje de Jesús.

También hoy los cristianos somos sembradores de su Palabra. Cada uno desde su situación personal: en la predicación, en la catequesis, en la familia, comunidad,  en el barrio, en … también somos anunciadores de la Buena Noticia del Reino. Bien es verdad, que, en algunos lugares, los campos se van convirtiendo en amplios espacios de placas solares o grandes torres eólicas y las redes, las ondas y sus interferencias, hacen más difícil escuchar al sembrador.

“Salimos de nuestra casa”, supone una disposición de cambio, de dejar rutinas y comodidad. “Salir” como nos dice el Papa Francisco, salir al encuentro de la otra persona, escuchar y echar la semilla de la Buena Noticia del Evangelio, al estilo de Jesús.  

Con la sencillez de nuestras palabras y de nuestra vida, desde la proximidad, buscando, como Jesús, las mejores palabras para comunicar la Buena Noticia del Reino, y sobre todo, con este convencimiento de que, es la coherencia de nuestra vida, nuestro testimonio, nuestros gestos, lo que hace verdaderas nuestras palabras, tal y como aprendimos del Maestro.

El Sembrador de nuestra parábola, cree que la semilla puede dar mucho fruto, ciento, sesenta, treinta. Algunos llaman una parábola optimista. Es más bien una parábola esperanzada. Es una llamada a la esperanza y a la confianza en Dios. La iniciativa la tiene siempre Él, es quien hace fructificar nuestros esfuerzos de sembradores. Nosotros tenemos que sembrar sin desanimarnos fácilmente por la aparente falta de frutos. Hay procesos que son lentos y hay que cuidarlos mucho.  ¿Nosotros, nosotras, como andamos de esperanza?

Señor, también sobre nosotros, igual que sobre el pueblo de Israel, haz llover tu Gracia para que nuestra tierra sea cada vez más fértil y crezca en nosotros con fuerza, la semilla de tu Palabra. Y seamos tierra agradecida y fecunda.

Hoy, con San Joaquín y Santa Ana, recordamos y pedimos por todos nuestros abuelos, abuelas, personas mayores que viven su ancianidad en circunstancias diferentes. Les recordamos y agradecemos su vida. Deseamos que se haga realidad lo que se reza en un versículo del Salmo 92. 15 “En la vejez seguirán dando fruto”

Hna. Mariví Sánchez Urrutia
Congregación de Dominicas de La Anunciata

24/7/23

MARTES 25 DE JULIO : SOLEMNIDAD DE SAN SANTIAGO APOSTOL, PATRONO DE ESPANA

 



Santiago de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor, fue uno de los apóstoles que siguió al Señor y el primero en dar su vida por el Reino. La tradición considera que fue el primer evangelizador de España y que su cuerpo llegó a Galicia siendo enterrado en Compostela.

Es uno de los 12 apóstoles y, dentro de ellos, uno de los tres a los que Jesús distinguía con su predilección. Dos localidades se señalan como su lugar de nacimiento Betsaida (población de la vera del Lago de Genesaret) y Yafía (pueblecito en la montaña de Galilea a unos 6 km de Nazaret).

Su nombre era Jacob, que significa “quiera la Divinidad defender'. Es el nombre que llevó el patriarca, padre de los cabezas de las doce tribus de Israel. En español se cambiará en Santiago como resultado de la transformación lingüística. En efecto, cuando el Rey Alfonso II el Casto, el año 829, dona al apóstol la propiedad del primer coto circunvalando su tumba, este coto recibe el nombre latino de Locus Sancti Jacobi. El uso tendió a hacerlo más corto, y así, suprimido el genérico Locus (Lugar) quedó solo Sancti Jacobi, del que terminó derivando Santiago.

De la comparación de los relatos de la pasión según San Mateo, San Marcos y San Juan podernos afirmar que Santiago y su hermano Juan, ambos hijos de Zebedeo y Salomé, eran parientes consanguíneos de Jesús. En efecto, la identificación entre Salomé, en Marcos (15, 40), la madre de los hijos de Zebedeo en Mateo (27, 56) y la hermana de su madre en Juan (19, 25) es la conclusión lógica que se saca de la comparación.

Aunque nos queda la duda de si Juan al llamarla hermana, querrá referirse a integrante de una familia amplia, según el sistema tradicional de parentesco judío; esta duda parece diluirse al considerar que es una mujer que ha dejado su clan original para trasladarse al del marido, por ello lo probable es que se trate de fraternidad de sangre tal como la entendemos nosotros. Es decir, que María, la madre de Jesús, y Salomé eran hijas de los mismos padres. Por otra parte este dato hace verosímil la intercesión de ella para solicitar los primeros puestos en el reino, tal como veremos más adelante. […]

Siguió a Jesús

Las narraciones de Marcos, Mateo y Lucas son bastante semejantes en este punto. La de Juan es totalmente distinta. Quizá en ella se vea su reticencia a hablar de sí mismo, al mismo tiempo que un intento de llenar vacíos dejados por los otros tres, De las tres paralelas podemos escoger la de Marcos, porque es la que nos da más datos sobre Santiago:

«Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores, Jesús les dijo: "Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres". Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zehedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la harca con los jornaleros, se fueron tras él» (Mc 1, 14-20).

Llama la atención aquí la rapidez de la respuesta de los cuatro pescadores a la llamada de Jesús. Quizá Juan nos da la explicación de la actitud de Pedro y Andrés, cuando nos cuenta cómo Juan el Bautista les presenta a Jesús y el subsiguiente encuentro de Andrés y del otro discípulo con él. Muchos han querido identificar a ese otro discípulo con el autor del cuarto Evangelio, pero esto no parece seguro (Jn 1, 35 ss.).

Sea lo que fuere, esta rapidez en seguir a Jesús denota que ya lo conocían, admiraban y tenían ganas de seguirle. En el caso de Santiago y Juan, con toda probabilidad, su parentesco con Jesús es la razón que explica el mutuo conocimiento y la prontitud en seguirle.

La narración de Mateo nos da otra pista respecto a la personalidad de Santiago y su entorno familiar que no debernos desdeñar. «... Dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros...». El evangelista –tan próximo a Pedro que es llamado por éste »Marcos, mi hijo» (1P 5, 13)– nos indica que Zehedeo y sus hijos tenían jornaleros, lo que no afirma en ningún momento respecto a Pedro y Andrés. Pertenecía, pues, Santiago a una familia pudiente y con algunos bienes de fortuna. Podríamos aventurar que practicaban la pesca como un negocio, más que como un medio de manutención. Probablemente eran una de las empresas de salazón de pescado que había en las ciudades del lago, producto muy apreciado en Jerusalén, Séforis y otras ciudades.

Por otra parte, no está de más recordar cuál fue el proyecto de Jesús que les cautivó. Los tres evangelistas narran este episodio asociado al tema de la predicación de la cercanía del reino de Dios. No hay duda que este anuncio va a estar presente en todo el resto de la vida de Santiago hasta convertirse en el motivo de su martirio. […]

Resucitó el Señor

No cabe duda que al amanecer del primer día de la semana ninguno de los apóstoles, Santiago incluido, esperaban las noticias que les iban a llegar. Les comunicarán que el sepulcro estaba vacío, que el lienzo en el que envolvieron su cuerpo estaba allí, pero el cuerpo de Jesús había desaparecido. ¿Quién habría pretendido robarlo? ¿Para qué? Para acusarles y terminar también con ellos? Las mujeres dicen que lo han visto vivo a Jesús, pero ¿quién va a creer a las mujeres? La ley judía no admitía jamás su testimonio. Pero las apariciones del Resucitado les devolvió a la realidad y la luz de la Resurrección les ayudó a comprender lo que hasta ahora no eran capaces de entender.

La convivencia intermitente con Jesús los días que siguieron a su resurrección sirvieron para que Santiago y sus compañeros revisasen bajo una nueva óptica su memoria durante el tiempo en que acompañaron a Jesús. Las palabras con las que termina Lucas la despedida de Jesús antes de apartarse definitivamente de los suyos, seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Jadea y Samaria, y basta los confines de la tierra,' pudieron quedar grabadas más sensiblemente en la memoria de Santiago. Después de Pentecostés, comenzaron a recorrer los caminos del mundo anunciando la Buena Nueva del Evangelio.

Evangelizador de España

Una antiquísima tradición afirma que Santiago fue el primer evangelizador de España. No sabemos cuándo ni cómo se realizó su viaje a través del Mediterráneo y quizás de la costa de lo que hoy es Portugal. Pudiera ser la ocasión propicia la situación que sigue a la muerte de Esteban, después de la cual muchos discípulos hubieron de escapar de Jerusalén, sobre todo los pertenecientes a la sinagoga de los helenos, huyendo de la persecución que contra ellos se levantó (Cf. Hch 8, 1). El que los Hechos digan que -todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria», no impediría esta hipótesis. No es plausible que se marchasen todos y que quedasen allí sólo los apóstoles. Lo que sí es cierto es que entre el año 36 y 39 en Jerusalén no estaba Santiago ni la mayoría de los apóstoles; se encarga San Pablo de testimoniarlo poniendo a Dios por testigo de su afirmación (Ga 1, 19-20). Por otra parte, el viaje era en aquel momento posible, y hasta podríamos decir que relativamente fácil. La navegación a través del Mediterráneo y la costa portuguesa se realizaba continuamente en los meses de verano desde casi mil años antes de Cristo. La Biblia hace referencia en multitud de pasajes al periplo de las naves de Tarsis. Por otra parte, como veremos después, entre la muerte de Jesús y la de Santiago transcurrieron 14 ó 15 años, tiempo más que suficiente para desplazarse a España, ejercer aquí su ministerio y retornar a Jerusalén.

Las leyendas locales podrían llevarnos a pensar que su apostolado se realizó a lo largo de la vía Romana XVII que unía Cesaraugusta (Zaragoza) con Astúrica y Braga y también la zona de Cartagena, donde hay recuerdos de su embarque o desembarque. El traslado de sus restos a Galicia, en lo que hoy es Compostela parece indicar que aquí logró crear una comunidad de seguidores. Sólo esto explica que sus discípulos buscasen este lugar para depositar su cuerpo, cuando muere proscrito en su tierra.

Protomártir de los Apóstoles

La muerte de Santiago, «el primero entre los apóstoles en beber el cáliz del Señor», aparece reseñada en el libro de los Hechos de los Apóstoles:

Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que esto les gustaba a los judíos, llegó también a prender a Pedro. Eran los días de los Ázimos. Le apresó, pues, le encarceló y le confió a cuatro escuadras de cuatro soldados para que le custodiasen, con la intención de presentarle delante del pueblo después de la Pascua... (Hch 12, 1-4)

Además de la noticia de la muerte, este escueto texto nos permite situarla en el tiempo. Fue, pues, un poco antes del día de los Ázimos. Si atendemos a algunos calendarios litúrgicos antiguos del Oriente, que colocan su fiesta en 25 de marzo, tendríamos que dar como posible esta fecha para su martirio. El año también puede deducirse con bastante probabilidad, porque Herodes Agripa reina entre mediados del año 42 y mediados del año 44. El libro de los Hechos, inmediatamente después de la huida de Pedro de la cárcel, nos refiere la muerte de Herodes ante una delegación de Tiro y Sidón. Lo mismo nos cuenta Flavio Josefo, pero afirmando que esto fue en Cesarea. La inmediatez y la forma de narrar ambos acontecimientos en la redacción de los Hechos sugiere la proximidad entre ambos. Parece, pues, muy probable que la muerte de Santiago tuviera lugar el 25 de marzo del año 44, 14 ó 15 años después de la muerte de Jesús.
También nos queda claro el género de muerte de Santiago y sus consecuencias. Morir por la espada, se entiende ser decapitado. No así el motivo de la muerte, aunque la afirmación: ... viendo que les gustaba a los judíos..., puede indicarnos una acusación de traición a las leyes mosaicas, único motivo válido para Santiago y Pedro. Pero una muerte por este motivo llevaba aparejada en la legislación judía la proscripción; es decir, ser arrojado al desierto para que las aves rapaces y las bestias del campo devorasen su cadáver. Esto no era aplicable a Jesús que murió bajo el Procurador Poncio Pilato que, siguiendo las costumbres romanas, no tuvo inconveniente en entregar su cadáver para ser sepultado con honor y dignidad, En el caso de Santiago el supuesto legal era otro.

Sobre las circunstancias de la muerte de Santiago poco sabemos. El conocido relato, integrado en la Leyenda áurea, es un desarrollo tardío de una noticia que se remonta, lo más tarde, al siglo II. De ella poco más podemos deducir que Santiago no padeció el martirio solo, sino que fue acompañado por uno de sus acusadores que, impresionado por la declaración de apóstol ante el rey, creyó en Jesús y confesó su fe.

Traslado de sus restos

Para concretar las circunstancias del traslado de sus restos y su sepultura no tenemos otro remedio que recurrir a leyendas y, como punto de contraste, los restos arqueológicos que han llegado hasta nosotros. Las leyendas aparecen recogidas en documentos de los siglos X al XII, por ello están infladas con infinidad de símbolos e imágenes que les dan una apariencia de transmisoras de noticias poco verosímiles, pero en su auxilio han venido hallazgos arqueológicos muy recientes. Un estudio crítico sobre las mismas irá dando espacio a un relato básico y escueto, por lo demás verosímil, La secuencia cle los hechos pudo ser más o menos la siguiente:

El cadáver de Santiago, según la costumbre judía respecto a los proscritos, fue llevado al desierto de Judá —que por cierto llega a las mismas puertas de Jerusalén— y allí abandonado Para que fuese pasto de las fieras. Sus discípulos recogieron el cuerpo y, amparados en la noche, lo trasladaron al puerto de Joppe o Jafa. Allí necesariamente hubieron de embalsamarlo conforme al método más adecuado para lograr la deshidratación. Método practicado por curtidores que consistía en absorber el agua del cuerpo sumergiéndolo en substancias avidas de ella. Quedaba así momificado, libre de putrefacción y, lo más importante en este caso, reducido a la tercera parte de su peso. Así sería fácil envolverlo en un fardo y embarcarse con él en una nave de las muchas que surcaban el Mediterráneo precisamente a finales de abril o primeros de mayo. La travesía no debió tener mayor complicación a juzgar por la expresión «mano Domini gobernante» que utilizan los relatos y que muchos quieren leer en clave de milagro.

Tras la travesía, que debió durar alrededor de un par de meses, llegaron al puerto de Iria', ciudad situada entre los ríos Ulla y Sar. Una vez aquí empezaron nuevos problemas. Llaman la atención dos cosas insólitas: la primera por qué los discípulos de Santiago eligen embarcarse con su cuerpo a un lugar tan remoto y apartado de las tierras judías. Cierto que tenían que salir de allí; Santiago era un proscrito. Pero ¿por qué ir tan lejos? La segunda es el hecho de que, una vez en Iria, recurriesen a la matrona más importante, la «reina» del lugar, que, tras una inicial resistencia, terminó dándole sepultura en su propio mausoleo, dato que dejan bastante claro los hallazgos arqueológicos bajo la catedral compostelana. Esos dos hechos no tienen otra explicación plausible que la existencia de una comunidad de seguidores de Santiago en lo que hoy es Compostela, o alrededores, con la que estaba muy relacionada la mítica reina Lupa. Los relatos nos cuentan una serie de aventuras pasadas por los discípulos en los que, mezclados con imágenes y símbolos, aparecen datos imposibles de inventar en la Edad Media. Lupa se niega a facilitarles las cosas, y les envía a pedir permiso al rey de Duio. Evidente que el término rey es un invento medieval, pero lo que no puede ser lo mismo es el situarlo en Duio. Éste, a juzgar por los restos aparecidos, era un puerto con un cargadero de mineral situado en los arenales de Langosteira, junto al cabo Finisterre. En toda la documentación medieval de que disponemos, que no es poca, no hay una sola mención a este lugar, lo que evidencia que era remoto y poco atendible. A ningún falsario o tabulador medieval se le podía ocurrir situar allí a un rey. Este dato, heredado a través de la tradición, nos muestra la enorme antigüedad de que goza, remontándose al siglo III o antes. Más que rey tendríamos que identificarlo con un prefecto o legado romano encargado de la explotación minera. Era normal que Lupa exigiese un permiso, en conformidad con la ley romana, para sepultar a un cadáver muerto lejos y decapitado. Era lógica la reacción del prefecto que mandó encarcelarlos hasta que se aclararan las cosas. Pero los discípulos logran huir, perseguidos por los soldados que casi les dan alcance en las inmediaciones de Negreira. Tras cruzar un puente los discípulos, éste no pudo soportar el peso de los caballos de los perseguidores y se vino abajo, sepultando a soldados y caballos en las ocasionalmente embravecidas aguas del Tambre o Támara. Las pilastras de este puente, sin duda de madera en su estructura superior, se conservaron hasta hace poco tiempo en que fueron anegadas por un embalse. Los lugareños lo conocían como Puente Pías, vinculado a este episodio.

Lo ocurrido debió impactar a Lupa, que aun exigió más pruebas a los discípulos: debían uncir una pareja de toros bravos a un carro para así trasladar el cadáver desde Iria. Los discípulos consiguen convertir un par de toros ibéricos en una yunta de bueyes que mansamente arrastran el carro. Esto venció la resistencia cíe Lupa que se bautiza y acepta el cadáver en su mausoleo.

Éste sería el relato legendario reducido a lo esencial. Los nombres de sus protagonistas también llegaron a nosotros. Se trata de San Atanasio y San Teodoro, cuyos restos comparten con Santiago la urna de plata, alojada hoy dentro de lo que resta del mausoleo de la reina Lupa. En algunas de las versiones aparece alguno más, pero siempre coincidiendo con alguno de los Varones Apostólicos.

Mons. Julián Barrio Barrio

Arzobispo de Santiago de Compostela.

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO MARTES 25-07-2023 SAN MATEO 20, 20-28 XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

                    Es palabra de Dios

REFLEXION

El Evangelio de esta Solemnidad nos desmonta toda idealización posible y, al mismo tiempo, nos descubre cómo Dios, conociendo de sobra el corazón humano, no se escandaliza de él; es más, cómo es capaz de servirse de lo más ruin y mezquino para comenzar a realizar su obra en nosotros.

Santiago y Juan aspiran a ser algo en esta vida, como cualquiera de nosotros. Lo sorprendente es que Jesús, al escuchar la petición –en boca de su madre, en este pasaje- no se escandaliza ni les regaña. Cierto que les dice “no sabéis lo que pedís”; pero decide servirse de su ignorancia y también entusiasmo, aunque sea algo imperfecto, para llevarles más allá. Cuando contestan convencidos que son capaces de beber el cáliz siguen sin tener ni idea de lo que eso significa, pero no importa: “mi cáliz lo beberéis”. Tampoco nosotros tenemos mucha idea de lo que pedimos y menos aún de lo que aseguramos que estamos dispuestos a pasar en los momentos de fervor y mayor ardor, pero Dios acoge eso, aunque tenga bastante de nuestra ignorancia y vehemencia; pero ya se encargará de purificarlo. No se trata por tanto de acallar los sueños, los anhelos y los entusiasmos, tampoco el fervor, aunque esté poco aterrizado; sino que se trata de beber el cáliz y permanecer en la misión y la fidelidad cuando nos demos cuenta que no tenía nada que ver con lo que nosotros creíamos.

Cuántas veces nuestros deseos de evangelizar y de dar testimonio tienen un alto porcentaje de búsqueda de nosotros mismos, de reconocimiento o compensación de nuestros complejos, de ser servidos más que de servir. Cuántas veces nos creemos que seremos nosotros quienes llevemos a Cristo y descubrimos que es Él quien nos espera en la misión misma. La experiencia de la misión – a veces sin salir de nuestros entornos más cotidianos– nos hace descubrir que aquel Dios que creíamos dominar, poseer, del que íbamos a dar testimonio tiene demasiado de nuestro ego, y que nuestras certezas -¿Sois capaces? ¡Podemos!- se disuelven tan pronto como las dificultades empiezan. No importa, Dios se vale de todo ello, ya contaba con nuestras mezquindades y conocía nuestro corazón cuando nos llamó. En el proceso mismo se aquilatarán nuestras intenciones y la experiencia –marcada por la cruz- purificará nuestras ansias de ser y ser servidos, buscar el poder y querer dominar e imponer. La clave estará –porque nunca dejamos de ser libres- en aceptar que nuestras seguridades se desmoronen y nuestras ansias de poder se frustren un poco para acoger la novedad del Espíritu en una misión de la que no somos dueños ni guionistas; o en rebelarnos y mantenernos en nuestros trece, haciendo infecundo cualquier intento de ser testimonio creíble, por muy bien que hablemos, hagamos planes pastorales u organicemos la vida de los demás.

Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P.
Monasterio Santo Domingo (Caleruega)

23/7/23

EVANGELIO LUNES 24-07-2023 SAN MATEO 12, 38-42 XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:
«Maestro, queremos ver un signo tuyo».

Él les contestó:
«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.

Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen;porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

Los letrados y fariseos del evangelio de hoy saben que Jesús ha realizado diversos milagros ante mucha gente. Pero eso no les es suficiente y le piden un milagro en el que ellos estén presentes y lo vean de cerca.

Y Jesús les comunica que van a poder presenciar el signo del profeta Jonás. Es decir, el signo de la resurrección del Hijo del Hombre después de estar enterrado tres días y tres noches. Y alude también y les reprocha que los hombres de Nínive se convirtieron con la predicación de Jonás y ellos no son capaces de convertirse ante la predicación de Jesús que “es más grande que Jonás”.

Nos encontramos ante el misterio de la creencia y de la increencia. Vemos que unas personas ante las palabras y signos de Jesús le aceptan y le siguen, y otras, ante esas  mismas palabras y signos le rechazan. Da la impresión de que estos tienen cerradas las puertas de su corazón y no dejan que Jesús entre y se adueñe de él. Estamos ante un auténtico misterio.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

22/7/23

DOMINGO 23-07-2023 XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 



Jesús utiliza parábolas sencillas y ejemplos de la vida cotidiana para ilustrar qué significa el Reino de los cielos, el Reino de Dios. Dentro de las mismas, de uno forma u otra, recurre en ocasiones a la imagen del sembrador que en su época era visible de forma habitual cuando alguien iba de camino de un pueblo a otro. Hoy en día, sin embargo, estas imágenes pueden perder parte de su fuerza si no conocemos la tarea del sembrador y el mundo agrícola. Aunque siempre sean fuente de sabiduría y se comprendan en su mayor parte.

La parábola del trigo y la cizaña nos invita a reflexionar sobre la buena y mala semilla, yendo más allá de las apariencias externas. A saber también ser pacientes con los tiempos de Dios y mirar más nuestra propia cizaña. A poder distinguir los frutos buenos de los malos, así como a confiar en la misericordia de Dios.

Fr. Antonio Rafael Medialdea Villalba O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino - Angelicum (Roma)

LECTURAS DOMINGO 23-07-2023 XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera Lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19

Fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo,
a quien tengas que demostrar que no juzgas injustamente.
Porque tu fuerza es el principio de la justicia
y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos.
Despliegas tu fuerza ante el que no cree en tu poder perfecto
y confundes la osadía de los que lo conocen.
Pero tú, dueño del poder, juzgas con moderación
y nos gobiernas con mucha indulgencia,
porque haces uso de tu poder cuando quieres.
Actuando así, enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser humano
y diste a tus hijos una buena esperanza,
pues concedes el arrepentimiento a los pecadores.

                              Es palabra de Dios



Salmo

Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16a R/. Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende la voz de mi súplica. R/.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios». R/.

Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R/.



Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 26-27

Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

                     Es palabra de Dios

REFLEXION

Iª Lectura: Sabiduría (12,13.16-19): Un Dios justo e indulgente

I.1. La lectura, del libro de la Sabiduría, viene en el contexto de las afirmaciones sobre el monoteísmo de Israel frente a los egipcios y los cananeos. Forma parte de una sección apologética sobre el único Dios al que merece la pena otorgarle confianza, el Dios de Israel, que supera en poder y en amor a los dioses de los egipcios y los cananeos. Sabemos que hoy no se plantea así el tema de Dios, por lo menos desde el punto de vista ecuménico. Pero lo que vale en definitiva, como teología positiva, son las acciones de este Dios: El cuida de todo lo que existe y a nadie tiene que demostrar que es justo. ¿Cómo? porque su fuerza, su poderío, está en la justicia, en la indulgencia, en la benignidad. Esta última sección, pues, ilustra el monoteísmo de Israel frente a los dioses cananeos, porque ellos (que no existen, que no son nada), admitían sacrificios de niños y de seres humanos.

I.2. El Dios de Israel, por el contrario, al otorgar a todos los hombres la dignidad de ser hijos, dignifica la misma religión y condena con ello todo lo que no sea una religión de vida y de amor. Este sería el sentido actual de este texto con el que conviene medirse para que aprendamos a hacer de la religión camino de vida y no de muerte. Incluso los que no cuentan con Dios, por ateos o agnósticos, no deben temer, ya que Dios sí cuenta con ellos, con sus valores y con sus compromisos, porque El es un Dios justo.

IIª Lectura: Romanos (8,26-27): El Espíritu, presencia en nuestra debilidad

II. 1. Por tercer domingo consecutivo, volvemos sobre la carta a los Romanos (8,26-27) y sobre el papel del Espíritu en la vida cristiana. En este caso, Pablo afronta en dos versos preciosos una de las experiencias más grandes del ser humano: la interiorización de la oración. El Espíritu que conoce nuestra debilidad, -al contrario de la Ley-, que sabe hasta dónde podemos llegar y hasta dónde no, vive dentro de nosotros para poder acceder a la intimidad de Dios para pedirle, rogarle y exponerle nuestras cosas, nuestras necesidades y nuestros anhelos.

II.2. Por eso, cuando Dios examina nuestro corazón no lo encuentra vacío, sino que allí el Espíritu se ha metido hasta el fondo de nuestro ser. Esa simbiosis teológica es una de las afirmaciones más atrevidas de la teología paulina y uno de los aportes más comprometidos. Por medio del Espíritu, pues, aprendemos, no solamente que Dios nos ha creado, sino que no nos abandona nunca a la impotencia de nuestra debilidad. Por eso, el Dios de Jesús, que es el Dios de Israel, es un Dios comprometido. El mismo Espíritu de Dios gime dentro de nosotros, sufre con nosotros, anhela con nosotros la liberación. No estamos solos, sino que nos acompaña Dios con su Espíritu

II.3. Pablo no habla en este caso de experiencia extraordinaria del Espíritu que algunos buscan en dones extraordinarios, como la "glosolalia" descrita en 1Cor 14. Se trata de esa presencia permanente del Espíritu de Dios en nuestro espíritu personal, que nos acompaña, que nos conoce, que nos estimula. En el fondo es una presencia continua de Dios en toda persona a la que siempre podemos recurrir, en todo momento. El Espíritu no está en nosotros para pronunciar palabras irreconocibles o imposibles (como sucede en la famosa “glosolalia”), sino que es un “paráclito”, protector y acompañante divino, que se hace humano en nuestra debilidad para impulsarnos hacia Dios y hacia la felicidad.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 23-07-2023 SAN MATEO 13, 24-30 DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
Él les dijo:
“Un enemigo lo ha hecho”.
Los criados le preguntan:
“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.
Pero él les respondió:
“No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

                            Es palabra de Dios

REFLEXION

 El evangelio nos expone hoy la parábola de la cizaña que aparece en medio del trigo. Todos conocemos los pormenores de esta narración: el vecino enemigo que siembra cizaña, que al principio se parece al trigo y luego lo ahoga, como el mal ahoga frecuentemente al bien. Es una parábola de ingentes resortes psicológicos y de experiencia; hasta un niño puede percatarse de la gravedad de lo que ha sucedido y de lo difícil que es tomar una decisión. El dueño sabe que había dado buena semilla para sembrar, y desde el principio habla a sus servidores de un enemigo. En realidad todo esto es secundario hasta llegar a la pregunta clave: ¿quieres que arranquemos la cizaña?

 Sabemos que Mateo suele alegorizar muchos las explicaciones de las parábolas que ha encontrado en la tradición. En este caso conocemos por el Evangelio de Tomás (57) cómo pudo ser la parábola más primitiva que pretendía llamar a la paciencia de los impacientes frente al mal o frente a los que son malos. Porque se trata de hablar de Dios que no actúa como muchos fundamentalistas o apocalípticos quisieran. Dios tiene sus propios caminos. Y la propuesta original de Jesús era precisamente la de imitar al hombre de la parábola, no la de esperar para ver que en el "juicio final" los malos serán castigados. El sentido, pues, es bien distinto y debemos recuperar el tenor de la parábola de Jesús.

 Sorprende, desde luego, la seguridad del dueño, su paciencia, su confianza, diríamos que su benignidad y justicia a la espera de los acontecimientos finales. Esta parábola, exclusiva de Mateo, no aparece en los otros evangelistas. Sabemos, pues, que no es solamente Dios quien siembra, sino que hay otros que lo hacen. Pero lo importante y decisivo es saber esperar. La moralización, en este caso, es importante: no hace falta ser duros como el pedernal, fundamentalistas; al bien y a la bondad hay que darle sus oportunidades. Sólo cuando se tiene la paciencia de Dios es posible acertar en los juicios, porque nuestro Dios es un Dios comprometido con todos sus hijos.

 No es razonable defender que el hombre solamente puede acceder a Dios cuando es perfecto; eso es puro fundamentalismo y teológicamente es indefendible. En la religión evangélica planteada por Jesús, toda persona tiene sus oportunidades desde sus experiencias de gracia y también de miseria. Esta parábola de la cizaña y el trigo puede ser una descripción de nuestra propia vida personal. Sentirse alejado de Dios cuando en nosotros crece el mal sería un suicidio espiritual que no se contempla en lo que pudo ser la parábola original de Jesús. Todos sabemos que debemos dar cuenta de nuestra vida, pero la "paciencia" divina es un regalo que todos necesitamos.

 Una religión no se mide por la enjundia de su “perfección”, sino por la entraña de su misericordia. No está descartada la vocación a ser santos, pero la verdadera entraña de la religión de Jesús, de la relación con su Dios, es que nunca perdamos la imagen de ser “hijos de Dios” y podamos acudir a Él en nuestras necesidades. No es posible entender esta parábola sino en el contexto del judaísmo que Jesús vivió. En su teología oficial cabía la misericordia, lo contrario sería denigrar la religión de los profetas… pero si esto es papel mojado, entonces todo venía a ser una religión de “puros” y Dios sabe que esto no es posible. Así experimentó Jesús a Dios para trasmitirlo a todos y por eso nos ofrece este mensaje en una parábola como ésta de la cizaña: la paciencia de Dios hace posible la conversión y la fidelidad.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

21/7/23

EVANGELIO SABADO 22-07-2023 SAN JUAN 20, 1-2, 11-18 XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:
«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

                            Es palabra de Dios

REFLEXION

El texto recoge dos momentos distintos de las manifestaciones de Cristo resucitado. El primero el anuncio de María a Simón Pedro y a Juan de que se han llevado del sepulcro a al Señor y no vemos donde lo ha puesto”. No se habla de resurrección, de Jesús vivo, solo, importante signo, de que no está en el sepulcro.

En el otro episodio María - sin “Magdalena”- toma conciencia de que Jesús está vivo, ante ella, cuando la llama por su nombre: fue el oído, no los ojos el que lo hizo reconocible a María. Y el anuncio a los apóstoles será distinto del primero: Jesús no está en el sepulcro, porque no pertenece a los muertos, está vivo, y se junta a “su Padre, y al Padre vuestro”.

Es magnífico que María sea considerada por los escritores santos la primera testigo y predicadora del triunfo de Jesús sobre la muerte. De su presencia viva al lado de Dios Padre. Cierto que, precisamente por ser una mujer, algunos discípulos dudaron de la veracidad de su palabra. Solo cuando Pedro y otros atestiguaron lo que María había dicho se creyó en la resurrección de Cristo. Circunstancia que da qué pensar.

Testimonio válido de la resurrección es el amor, el compromiso afectivo, de todo el ser con la persona y causa de Jesús. Sea quien sea, hombre, mujer, jerarquía o pueblo sencillo. ¿Cómo nos vemos cada uno para que podamos ser testigo de que Jesús, está vivo; y su palabra, su causa siguen vigentes? ¿Cuál es la dimensión de nuestro amar?

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

20/7/23

EVANGELIO VIERNES 21-07-2023 SAN MATEO 12, 1-8 XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

Los fariseos, al verlo, le dijeron:
«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».

Les replicó:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.

¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?

Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.

Si comprendierais lo que significa "quiero misericordia y no sacrificio", no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

                            Es palabra de Dios

REFLEXION

Una vez más asistimos a un enfrentamiento entre Jesús y los fariseos. En este caso por no cumplir con las estrictas normas del sábado judío. Y una vez más Cristo pone al hombre por encima de unas leyes que lo esclavizaban: primero están las necesidades y luego las normas. Eso es lo que nos viene a decir. Y lo ilustra con ejemplos traídos del Antiguo Testamento que los fariseos conocían muy bien.

En este caso Jesús se proclama “señor del sábado” para hacerles ver que hay algo más importante que el conjunto de costumbres y reglas que a lo largo de los siglos habían ido acumulando, para que entiendan que el amor de Dios está por encima de todo eso. Esta es la gran revolución que Jesús nos trae: el amor por encima de todas las cosas. No es más justo, no quiere más a Dios, el que se limita a cumplir los ritos de manera mecánica y perfecta mientras contempla las necesidades de los hermanos sin hacer nada. De poco sirve que yo cumpla los preceptos si en mi corazón no existe el amor al prójimo. Los discípulos tenían hambre y cogen unas espigas para ir comiendo por el camino ¿Qué hay de malo en ello? ¿Su fidelidad a Dios va a ser menor por saciar su hambre aunque sea sábado? Pensemos, recapacitemos en las veces que por ceñirnos a lo establecido hemos silenciado a nuestro corazón. De nada me servirá ir a misa un domingo si con ello desatiendo a ese amigo, a ese familiar que me necesita. De nada me servirá darme golpes de pecho en señal de arrepentimiento si no soy capaz de perdonar al hermano. En vano caerá mi ayuno si miro hacia otro lado ante las injusticias que se cometen a mi alrededor. “Misericordia quiero y no sacrificios” dice el Señor y nosotros debemos grabar esas palabras en nuestro corazón, solo así alcanzaremos la gracia a los ojos de Dios.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro