28/9/21

EVANGELIO MIERCOLES 29-09-2021 JUAN 1, 47-51 XXVI SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».

Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».

Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

El texto es la confinación de lo indicado antes, expresado por la misma boca de Jesús. Jesús promete a Natanael pasar de la fe a la visión. De la incertidumbre de la fe, a la certeza de la visión. Alcanzará la visión porque previamente tuvo fe. Una fe que se basa en un hecho, que diríamos banal, del conocimiento que Jesús tiene de Natanael, cuando está bajo un árbol. Cuando la mente y con ella el corazón están abiertos a reconocer la bondad, la verdad de alguien como Jesús, que se hace presente en su vida, se llegará a experimentar la relevancia de ese Jesús: los ángeles le sirven.

En las dos lecturas, pues, lo que se afirma es la centralidad de Jesús. Su preeminencia. Preeminencia en su condición humana. Es decir, en un grado más bajo en su naturaleza que los ángeles: “poco inferior a los ángeles”, dice el salmo 8 que es el hombre. Pero que asciende a estar por encima de ellos, por su fidelidad al proyecto del Padre sobre cómo llevar a cabo su misión como hombre.

Los ángeles son para nosotros los mensajeros que nos acercan a Jesús, que cuidan de nuestros pasos, para experimentar la presencia de Jesús en nuestra propio ser, en nuestra historia, en nuestra esperanza de realización suprema y feliz como seres humanos. Están puestos por Dios para servir a los seres humanos, a los que tienen la misma naturaleza del Hijo del hombre.

Celebrar la fiesta de estos arcángeles es ocasión para preguntarnos si nosotros como seres humanos nos valoramos, y valoramos a los demás, por tener la misma naturaleza, pisar la misma tierra, vivir en la misma sociedad, que quien es honrado, exaltado por los mismos ángeles, como dice el texto evangélico.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)