En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de
lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que
Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había
aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos
profetas.
Y tenía ganas de verlo.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Conocemos la historia de Jesús. Después de ser
bautizado por Juan el Bautista, después de rodearse de un pequeño grupo de
amigos, se dio a proclamar el evangelio del Reino de Dios, su buena noticia. El
predicador Jesús, pronto empezó a tener fama. Sus oyentes se dieron cuenta de
que no era como los otros predicadores, sus palabras sonaban de manera
distinta, hacía curaciones, trataba con amor especial a los pobres, a los
afligidos, prometía un camino que llevaba a la alegría en esta tierra y a una
felicidad total después de nuestra muerte, porque también anunciaba su
resurrección y la de todos nosotros… Su fama llegó al virrey Herodes: “A Juan
lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas. Y tenía
ganas de verlo”.
Pero sabemos que quería verlo por mera curiosidad o
por el temor a que este nuevo profeta le pudiese echar en cara la muerte de
Juan. Nunca se le pasó por la cabeza y el corazón oírle y cambiar de vida,
seguir el camino que proclamaba Jesús.
La pregunta para nosotros, que ya hemos visto a
Jesús y le hemos metido en nuestra vida, es si queremos permanecer a su lado,
en su amistad, porque ya hemos experimentado que su camino lleva a la vida y
vida en abundancia.
Fray Manuel
Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)