En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos
una discusión sobre quién sería el más importante.
Es palabra del
Señor
REFLEXION
Encontramos en el relato evangélico dos enseñanzas
de Jesús, que vienen a esclarecer lo que supone su propuesta del Reino, en lo
que se refiere a las actitudes y conceptos con los que “funcionamos” en la
vida.
La primera se repetirá con frecuencia en los
evangelios. Los discípulos no entienden nada de lo que Jesús les está
mostrando, con sus palabras y su vida, sobre el Reino de Dios. Siguen a Jesús,
pero discuten sobre quién es el más importante entre ellos. Entienden ese Reino
en las categorías en las que funcionan los reinos de la tierra. Y es que este
funcionamiento “humano” se adecúa mejor a nuestras pretensiones de
reconocimiento, de éxito, de control, de poder, de realización…
Jesús toma a un niño (de su época, no de la actual)
y nos invita a hacernos como ellos. El niño era el prototipo de los que no
cuentan: ningún poder, ningún control, ninguna importancia, total dependencia…
¿Mostramos con nuestra vida que hemos entendido a Jesús mejor que los
discípulos?
La segunda enseñanza nos coloca ante otra de las
actitudes habituales entre nosotros: la de definirnos por contraposición con
los otros, la de crearnos identidades cerradas, pertenencias que nos aíslan y
separan… en ámbitos de la vida que pueden ser importantes y en otros que son
absolutamente insignificantes ¿Cuántas filias, fobias, rechazos y
enfrentamientos por cuestiones deportivas…?
En todo caso, Jesús es claro. No podemos rechazar a
nadie por no ser “de los nuestros”. El personaje del evangelio estaba actuando
bien, y eso es lo que cuenta para Dios, cuyo amor salvador va mucho más allá de
nuestras raquíticas concepciones, simplemente porque es universal y nos acoge a
todos.
Hna. Gotzone
Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo