En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacia, Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo
del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero
ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el
sentido.
Y
les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Es palabra del
Señor
REFLEXION
Comienza el texto señalando la “admiración general”
por lo que Jesús hacía. Este segundo anuncio de la pasión está precedido del
episodio del endemoniado epiléptico y anteriormente, de la transfiguración de
Jesús en el monte Tabor. Qué distinta de la nuestra la actitud de Jesús ante el
éxito y la fama. Lejos de enorgullecerse y vanagloriarse, lejos de sentirse
todopoderoso, nos dice: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del
Hombre lo van a entregar en manos de los hombres…
A la admiración por lo que hacía, los milagros,
Jesús contrapone sus palabras, que son también fuente de vida y de verdad, y lo
que nos dice no está en contradicción con lo que hacía, el bien. Pero nosotros
preferimos quedarnos con los milagros, y olvidarnos de Su Palabra de vida, que,
no obstante, pasa por la cruz y el sufrimiento.
No, no entendemos este lenguaje. No entendemos
que el que quiera ganar su vida la perderá. Que el que
quiera ser el primero sea el último de todos y el servidor de todos. No
entendemos su programa de vida que no es otro que las bienaventuranzas. En
ellas, nuestro mundo, nuestro concepto de vida feliz, se pone al revés, pues
son dichosos los pobres de espíritu, los que lloran, los pacíficos, los que
saben perdonar, los limpios de corazón, los perseguidos y los que tienen hambre
y sed de justicia.
También a nosotros este lenguaje nos
resulta oscuro y nos da miedo preguntarle sobre el asunto. Preferimos
pasarlo por alto y anestesiarnos con nuestros conceptos de felicidad, de
grandeza y de poder.
Señor, abre nuestra mente y nuestro corazón para
acoger y entender tu Palabra. Haznos dóciles para seguir fielmente tu camino.
Fortalece nuestra voluntad para vencer todos los obstáculos y dificultades que
nos impidan hacer tu voluntad. Ayúdanos a sumergirnos en nuestro “Reino
interior” en el que Tú habitas, nos defiendes y nos libras del mal. Amén.
Monjas
Dominicas Contemplativas
Monasterio Santa María de Gracia-Casa Federal,
Córdoba