¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Vemos cómo los contemporáneos de Jesús, a veces, le hacen preguntas. Algunos con buena intención de conocer su clarificadora respuesta, y otros, como en el caso del letrado del evangelio de hoy, para ponerlo a prueba. Para unos y otros, Jesús encuentra la respuesta adecuada y exacta, podríamos decir, la respuesta evangélica.
La pregunta del letrado versa sobre la vida eterna, sobre la felicidad, algo a lo que todos aspiramos y que toca de lleno toda nuestra existencia. Su propia respuesta, amparándose en la ley, es bien clara: Amar a Dios, al prójimo y a uno mismo. Jesús aprueba esta respuesta: “Bien dicho. Haz esto y tendrás vida”.
No sabemos si el letrado no sabía muy bien quién era su prójimo o simplemente para “aparecer como justo”, le pregunta de nuevo a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”. La respuesta de Jesús es la parábola del buen samaritano, donde queda claro quién es el prójimo.
Desde el inicio, y después de XXI siglos de cristianismo, bien sabemos que el amor es la actitud más importante de todo seguidor de Jesús ante toda persona, que es su prójimo y también su hermano. En el plano teórico lo tenemos claro. Es en el plano de nuestras obras donde encontramos las dificultades para vivir siempre con amor y desde el amor.
Podemos aprovechar el pasaje del evangelio de hoy para pedirle una vez más al Señor, que nos ayude, que se adentre en nuestro corazón y reine en él, para que todas nuestras acciones broten del amor y tiendan al amor. Todo ser humano, principalmente el necesitado, es nuestro prójimo a quien siempre debemos amar.