La celebración de hoy nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad, a gozar un día plenamente del cielo con esa muchedumbre inmensa que nadie podría contar de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas (como dice la primera lectura del libro del Apocalipsis). Celebrar a todos los santos es un motivo de esperanza y un estímulo para los que todavía estamos en camino hacia el cielo. Allí esperamos ver a Dios tal cual es, como dice la segunda lectura. El evangelio nos presenta la vivencia de las bienaventuranzas como camino concreto de santidad. Las bienaventuranzas no son un ideal difícil y mucho menos imposible, sino un modo de vivir ya en este mundo según las pautas que nos marcó Jesucristo. Estas bienaventuranzas evangélicas contrastan con las que propone el mundo: come, bebe, diviértete, que la vida son dos días. En cierto modo, los cristianos vamos a contracorriente.
Fray Martín Gelabert BallesterConvento de San Vicente Ferrer (Valencia)