20/10/23

EVANGELIO SABADO 21-10-2023 SAN LUCAS 12, 8-12 XXVIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.

Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».

                                                   Es palabra de Dios

REFLEXION

Jesús instruye contra la hipocresía. Nada nuevo. Sabe que no es fácil hablar en público, defenderse de muchas acusaciones que, sin duda, les van a hacer una vez que Él ya no esté con ellos. Conoce bien la capacidad, más bien poca, de sus discípulos para hablar, exponer, defenderse; sus entendederas no son de largo alcance; por eso tiene que darles un ánimo de fortaleza especial. Y les habla de Espíritu Santo, del que ellos tan poco sabían. Les promete el Espíritu de Dios, que no otra cosa es el Espíritu Santo, que habita en ellos sin saberlo, para salir en su defensa, para darles la locuacidad precisa y hablar con sensatez.

Solo les pide estar de su parte, no titubear (mucho pedir). Les insta, nos insta, a ser fuertes y a no renegar para que Dios los reconozca en el momento de acogida. Todo les será perdonado: falta de capacidad, negación y titubeos momentáneos, renuncias indebidas; pero despreciar al Espíritu de Dios, no contar con ÉL, que cada uno porta dentro de sí, eso es imperdonable. He ahí el pecado más grande: no dejarle actuar, no confiar en Él, no dejarse llevar e imbuir por el Espíritu de Dios que es santo, fiel compañero de fatigas, sustentador de sus vidas. Y decir de sus vidas, es lo mismo que decir de las nuestras también.

La falta de confianza en el Espíritu de Dios que nos fue dado como aval ante los demás, viene a significar el rechazo de Dios mismo y de su Hijo Jesús, que es quien nos ha transmitido la confianza plena y nos ha pedido confiar, abandonarnos en Dios.

Jesús es claro: les advierte de las dificultades que van /vamos a tener y para ello hay que estar bien pertrechados con la fortaleza que da el Espíritu de Dios, el santo de los santos.

Lo que para los discípulos vale como preparación de lo que los espera, vale para nosotros en las circunstancias nada fáciles que nos toca vivir, testimoniar, hablar, defender o a veces guardar silencio. Si no nos aferramos al Espíritu, el nuestro flaqueará.

Decía Sto. Tomás de Aquino: “Los que han sido llamados a la acción, se equivocarían si pensasen que están dispensados de la vida contemplativa”. Y cuando decimos vida contemplativa es vida enraizada en Dios, sustentada por su Espíritu; de lo contrario, la acción evangelizadora no tendrá la savia interior precisa para arraigar en nosotros ni tampoco en el campo que nos ha sido asignado para cultivar y sembrar.

Confiar en que el Espíritu nos dirá lo que hemos de decir, no nos exime de preparar la Palabra a conciencia, meditarla en nuestro corazón, buscar el momento idóneo para exponerla de la mejor manera posible. Nada más lejos que “ponerlo todo en manos del Espíritu” y no poner lo mejor de nosotros mismos, de arrimar el hombro, para que la Palabra de Dios encuentre su lugar y su eficacia. Le echamos, a veces, demasiada responsabilidad la Espíritu Santo.

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)