El relato del Evangelio de este domingo comienza de manera similar al canto de Isaías: “Un propietario plantó una viña, la rodeo con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre”. Viene después el momento decisivo en el que el propietario confía la viña a unos labradores y se marcha. Se pone a prueba la lealtad de los labradores: se les ha confiado la viña; deberán vendimiar y entregar después la cosecha al propietario.
El pasaje del Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestras responsabilidades y dones que cada uno tenemos. Sí somos posesivos, sí nos creemos dueños y perdemos de vista que el único dueño es el Señor.
Fr. Leoncio Vallejo Benítez O.P.
Convento de Santo Domingo Ra`ykuëra (Asunción)